(Continúa desde aquí. )
[...] Cerraron detrás de sí los auxiliares de clínica. A tal tiempo me levanté del sillón, con intención de ir a preparar lo necesario para el aseo de mamá, como desde hacía cinco días, tras la intervención y posterior aislamiento con un sólo familiar acompañante. Era un protocolo de rutina con la higiene, la alimentación y los hábitos diarios, para mantener bajo control posibles infecciones que podían comprometer su vida en cuestión de pocas horas. Yo estaría una semana completa, siete días, y mi padre los seis siguientes hasta que le dieron el alta.
- ¿Adónde vas tan deprisa? Si no me cuentas lo que te ha pasado, no voy al baño...
- ¡¿Qué?! Mamá, no seas más cría que tu hija pequeña, haz el favor...
- Pues más atada en corto estoy, ya ves tú... De momento me tienen que volver a limpiar el culo, que no puedo sola, por lo visto.
- Vale, mamá. Lo siento, soy tonta... no llores. Te lo cuento y después vamos a la ducha. Si en realidad no tiene importancia. Sólo que le he notado raro, distante... Y me ha dicho que hablaríamos cuando vuelva y poco más. No sé a qué se refería. Pero que será porque sabe que tengo que hablar desde dentro de la habitación, por el aislamiento... no sé. Que me como la cabeza sin un motivo real, mamá. No te preocupes por esta bobada, que en dos días estamos en casa otra vez y lo importante es que te recuperes del autotrasplante, que salga bien todo... ¡Aaaaay, mamaaaa! ¡No me llores! ¡Ven que te te achuchoooo! (levantando los brazos hacia ella, teatralmente, para hacerle reír)
- ¡Jajajajaja, qué boba eres hija! ¡Ahora no me vengas con gansadas! Pues vaya tardecita, aquí, con una tía más alta que un mayo, callada y taciturna, mirando al infinito por la ventana... ¡Anda que no se te rifarán, vida mía, con 21 primaveras y la cara que tienes y las tetas y todo en su sitio! Ahora me verás a mi, como todos los días, el cuadro que soy corita en pelota picada, no me jodas, hija... ¡que me dan ganas de darte un empellón así!(haciendo el gesto de pegar una colleja, palma y brazo estirados, aspaviento de derecha a izquierda) que te, que te... ¡mira! ¡no sé qué te hago!
- Lo que quieras mamá, me dejo que me hagas lo que quieras, pero cuando hayamos salido de aquí y te recuperes de todas estas "aventurillas" para contar, me dejo hasta que me des con un palo. Ahora pa' la ducha, ¡vaaa!