13 jul 2022

Rango.

<< - ¿Qué tal, Momo?

 - Mejor. Siempre mejor después de una ducha.- Le contestó sin mirarle, de perfil mientras se preparaba un café en la máquina de personal. El sonrió mientras ella se hacía la despistada, para no devolverle la sonrisa...

"Guarda la distancia, o tirarás algo de los nervios que te provoca el contacto estrecho con él..." (Ella, para sus adentros)>>

Esta vez has salido airosa y tu chulería natural ha funcionado. Es divertido. Sí, decididamente te hace gracia lo de desafiar su altivez y ser más borde que él, en plan vacile. Sabes hace tiempo que lo descolocas, pero además lo que te cuentan los demás sobre su relación con ellos, te reafirma en tu idea de que no se atreve igual contigo.

Será porque desde que vas con la actitud transparente de advertir de que tu coco flipa, hay personas que, por las razones que sean, incluidas obviamente experiencias propias y/o cercanas con la enfermedad mental, están sensibilizadas y él es uno de ellos. Y este es el pensamiento correcto. Lo otro es una fantasía. Que te ayuda a sobrellevar ese curro de mierda en ese antro putrefacto que es un puto resort de todo incluido en los tiempos que corren. El mejor resumen es que la clase obrera sangra a borbotones y está más dispersa, descentrada y desunida que nunca, perdido completamente el rumbo hacia y por el bien común.

<<Rango es una mierda de convención en el sector de las que tienen que servir>> 



Odias la mención del rango. Las personas más indisciplinadas y folloneras se escudan en el rango mientras no lo respetan, dando un nefasto ejemplo. Siempre ha sido así, en esta profesión de mierda, plagada de clasistas que putean a los que están por debajo y lamen culos a los de arriba.

Siempre ha sido insolidaria, competitiva y cruel con el personal más lento o con una imagen no acorde, por friki o por lo que sea, con los cánones estéticos que se lleven en el momento. Pero hoy en día, con todo el terreno que han ganado la ultraderecha y los mantras económicos neoliberales en lo que va de siglo XXI, la brecha entre veteranos y nuevos es cada vez más ancha.


Decirnos las cosas lindas, eso es, eso deberíamos hacer. La comunicación asertiva empieza por respetar al interlocutor y valorarlo, cualquiera que sea su rango en la manada. Tiene funciones asignadas que cumplen un papel dentro de la cadena. Todos somos necesarios, nadie es prescindible. El día que los currelas entramos en ese maquiavélico juego neocon que es la competencia y la exclusión del débil, fue el principio del final.

Recapacitemos.

Dejemos la negrura de la discordia entre proletarios, hacia la luz de la convergencia  por el bien común.

Ahora o nunca.

Nos va la vida en ello.