30 nov 2021

Inmune.

 No es la inmunidad parlamentaria ni tampoco a la COVID-19.

Estas dos primeras, hoy en día, son privilegios. Ambos inadmisibles, en el caso de los primeros, cuando se utilizan para librarse de la Justicia que se supone igual para todos. Los segundos, a la vista de lo que sucede, son privilegios menos especiales. Basta con vivir en el norte, en Occidente, en el "Mundo Civilizado". Resumido es nacer en un país rico. Y no es baladí porque aún hay gilipollas que disfrutando de un privilegio a su alcance que millones no tendrán, aún, digo, hay personas que se permiten rechazar la inmunidad vía vacunación.

Pero en este sitio de la vasta red hace tiempo que hay una idea transversalmente heladora en los textos. Que resulta que hace frío de cojones hablando de los antros que se conocen como redes sociales, en definitiva. Se trata de una percepción personal, acerca de una epidemia global mucho más peligrosa que la que se extiende por el aire mediante microorganismos patógenos. Más nociva por imperceptible. Tal y como lo es la radiactividad, peligrosa por invisible, sin medidor de por medio.

Sigue siendo la bioquímica y el agente letal de origen biológico. O quizá sea más adecuado, a la altura de la Historia en la que nos encontramos, hablar ya de agentes biotecnológicos y empezar a pensar en un símbolo que alerte de su peligro, por convención internacional. Ponerle a los routers y aparatos que provean la conexión doméstica o profesional, para su negocio, una advertencia de riesgo biotecnológico tóxico. De momento, para empezar, no diremos que mortal...

Llegó la era en la que los algoritmos, una creación humana, puede controlar algo en apariencia tan intangible como las partículas subatómicas, por medio de la vía que dispone y abre a cualquiera que se lo proponga, la modificación de la estructura del pensamiento, por medio de las emociones. El miedo que transportan los electrones que nos conectan virtualmente, convertidos en los verdaderos virus de Internet. Todas aquellas supraestructuras que por medio de la ciencia y la tecnología, con el baile subatómico de la materia, tratan de volver a imponer un pensamiento único.
No hay ninguna magia. Hay una enfermedad pandémica, extendida de forma global y de terribles e impredecibles consecuencias:
El engrandecimiento del ego propio, narcisismo digital, tal y como dijo Incontinencia en el antro.

Dio en el clavo, pues de eso se trata la enfermedad que arrasa con la unidad de los Nadie.

El vertiginoso crecimiento, conforme la brecha digital disminuye, de la necesidad de atención, que antes, en las vacas gordas, no volcábamos en mundos paralelos e irreales. Quien tenía amor, lo disfrutaba, quien tenía dinero, se consolaba consumiendo. Ahora no disfrutamos ni del amor ni del dinero, porque nos hemos ensimismado en nuestra imagen. 

Y hay que inmunizarse. No es quitándose de la completa exposición, aunque sería lo ideal, pues lo siniestro de las redes hoy en día es su capacidad de succionar tiempo vital. Entendido este tiempo tan relevante como el que hará que merezca la pena que tu vida sea vivida. El de compartir con el mundo que te rodea. Los antros de los pajaritos roban tiempo, vida, alegría e incluso alimento. Muchas veces la persona no es siquiera consciente de esto. Las personas se auto engañan con que es el mejor divertimento posible y fijan en sus perfiles sus historias ridículas de gloria, algún día que tuvieron conflictos con otros y creyeron salir victoriosos.

Otra gente cree que es posible que el alter ego virtual sea igual en público que privado, desde la equivocada creencia de que eso es autenticidad. La autenticidad consiste en ser íntegro con tus ideales, mediando la responsabilidad. Es decir: auténticas son las personas que aciertan y se equivocan y reconocen en público sus errores. No las que hacen transparente su intimidad. La intimidad es algo a proteger, lo más valioso de los amantes. En el sentido amplio del término amantes, referido al amor de toda índole y cariz, incluso la que atañe a los animales de compañía.

Porque no se ha de ser celoso en el amor, se ha de ser celoso de la cantidad e intensidad del que eres capaz de dar, para reservarlo y que no todo el mundo conozca tus puntos débiles, allá donde la ternura te hace cambiar de dura impertérrita a terrón de azucar en el café caliente.

Esa es la inmunidad en medio de la pandemia de peste viral de odio.

Inmune a elogios, inmune al odio, de lo que cuesta más adquirir prestancia pero se logra. Inmunidad al virus letal de la Peste Viral que te aleja del Amor Con Mayúsculas.

El de la piel, las caricias, las sonrisas en los ojos. Los besos dados.



Los no dados. Los que nunca se darán. Esos no pesan, ya.

Ser inmune a lo que lees o escuchas de personas contagiadas, aunque a las buenas aún intentes hacerles llegar el retroviral electrónico de tus palabras en un blog...

27 nov 2021

Antídotos.

 Protecciones. Parapetos. Muros de silencio. Ceguera. Noche. La oscuridad y el ocaso del deseo.

Y llegará un día. Un día entre saltos de tiempo. Entre A y B, B y C, C y D... Y cada vez menor la longitud de onda, en cada estación. De caliente a templado luego casi frío y al final helado. Y aún los electrones se mueven, no hay cero absoluto. 

Pero se puede paliar siempre desde la ceguera que emborrona los recuerdos. Se sabe que se está preparado para el adiós cuando un buen día descubres en textos pasados un recuerdo que estaba borrado.

<<Leer aquello de "te sé de memoria" que no recordabas. Ahí fue que llegó la sonrisa del necesario olvido y de que había pegado ya alguna semilla de las sembradas en el Jable. >>

Al final el coco a favor, remando para alejar monstruos y seres que perturban tu paz y no aportan equilibrio, sino que más desorden, confusión y ajetreo momentáneo, como calentar piernas en el running mañanero de esa gente rara que madruga para pasar frío mientras corre por el parque antes de ir a trabajar. Entropía pasajera de corazones, que vuelven, retornan al hielo. Y salen de él para tocar almas que se les antoja, pues creen en ese tipo de relaciones de posesión de otras almas. Volverán irremediablemente al hielo, pues son adictos en una suerte de montaña rusa de las emociones, vampiros de la sensibilidad ajena, de la que se nutren y no siempre respetan. Tan tercos como el niño que con curiosidad destroza los pétalos de una delicada flor aunque le adviertas de su fragilidad de antemano.

Maduran los frutos de distinta manera en un mundo globalizado. Desde el otro lado del Atlántico llegan las uvas más baratas para consumo. Las de la viña del rofe en la falda del volcán se reservan para vinos elitistas que se venderán en los hoteles por gente que no sabe maridarlos a clientes que tampoco, en su mayoría, sabrán apreciarlos en su verdadera dimensión. Si te comes un racimo de Malvasía o Listán tendrás suerte y conocerás a un rural que te lo ofrece de su finca de frutales o pagarás un ojo de la cara en una tiendecita medio escondida de un pueblo del norte de la isla, que solo conocen los autóctonos.



La uva de Chile allí será maravillosa, pero aquí en la Macaronesia llega a la mesa cosechada antes de tiempo y verde la mayor parte de las veces.

26 nov 2021

Canelones y turrón.

 Les encanta cocinar y es al contrario que a su madre a su edad. A la vez mucho más técnico el vocabulario, por las distintas épocas en las que la Gran Mamba y Momo habían pisado las cocinas de los bares, cafeterías y restaurantes de su vida laboral. Y también la Mamba Flor ha recalado en el sector, después de cambiar de profesión, establecerse por su cuenta y otras aventuras laborales. Para volver y como hormiguita, con tesón y actitud de esponja absorbente para cuanto antes crecer de la mano del aprendizaje adquirido de los expertos ancestrales. Con el debido respeto al buen hacer de la práctica diaria de años. Sabiendo que el mejor servicio es el de las personas extremadamente amables y que para eso es necesario un temple en grado zen y una concentración que no desmerezca a la de la precisión en un quirófano.

Las mambitas preguntan mucho y continuamente por la abuela Mamba y sus dotes culinarias. Ella estaría orgullosa de la pasión con la que hablan de todo lo relativo a la gastronomía y la cocina, de la curiosidad amplia que exhiben por todos los aspectos referentes a la comida y la disposición que tienen para ayudar... a cocinar. La verdad que de camareras tienen poco... poner la mesa y que recojan aún cuesta bastante. Inestimable la ayuda de la Mamba Flor con estos problemas de rebeldía y desobediencia doméstica con la colaboración. Hasta el punto de que a ella le hacían más caso que a Momo durante el año y pico que vivieron las cuatro juntas en los turnos de guarda materna, algo más de la mitad de ese tiempo.

Pasajes recientes, recetas planeadas para las vacaciones con ellas y la Navidad de nuevo a la vuelta de la esquina. Está acabando 2021, un buen año en lo personal para Momo, aunque con rachas muy malas de precariedad económica. Conociendo incluso el hambre para que no lo pasaran ellas. 

<<▬¿Cuál era tu plato favorito de los que te hacía la abuela, mami?

▬Canelones. Gratinados con bechamel. Nunca he vuelto a comer algo tan rico, hijas.

▬Mamá, yo quiero hacerlos, ¿podemos? ¿y es muy difícil?

▬No, difícil no es, si se tiene paciencia.

▬¿Tú ayudabas a la abuela cuando los hacía, mamá?

▬Sí, hija, porque además éramos muchos a la mesa. Y cuando me hice mayor echaba una mano a la abuela cuando había que hacer cosas que llevaban más tiempo o daban mucha faena. Por ejemplo, en fechas como en Navidad, que siempre sus hermanos, que son mis tíos, la liaban para celebrarlo en nuestra casa o que hiciera ella al menos los platos principales, y lo mismo nos juntábamos veinte o veintipico para cenar, entre adultos y niños. Eso fue antes de que naciera la titi. Luego ya con los años la abuela ya no quería, se hartó de que siempre le tocara a ella...

▬¿Cuánto falta para Navidad, mamá? >>

Y le entusiasma la idea de la receta de canelones de su abuela que no conoce en persona, aunque sí por boca de Momo y todo lo que ella les cuenta de motu propio o porque las nietas póstumas preguntan, a medida que van creciendo y son conscientes del trato cercano que sus compañeros y amigas sí tienen con esos especiales lazos de sangre, presentes en sus vidas en su día a día. 

(Pero se ha mentado una de las épocas del año favoritas de cualquier niño de su edad y la conversación gira ahora hacia otro tipo de estímulo estrella para los jugos salivales y la atención de la chavalería: vacaciones y dulces de Navidad. Por no hablar de los regalos del árbol, claro...)

<<Compraremos turrón de chocolate, mami...>>

Final de 2021 y las conclusiones de la serenidad encontrada, tras cerrar la puerta a los duelos pasados.

<<Gran parte de la felicidad consiste en saber lo que es la felicidad...>>

Primero y fundamental, ser dueño de tus actos. Y después entender que se es feliz cuando se superan las pérdidas. Y entre ellas. Teniendo amor en tu vida, has de cuidarlo siempre, teniendo claro que otra pérdida de otro tipo llegará.

Y hay muchas maneras de perder. Siempre es el amor, el centro de la pérdida, y siempre es el amor el que te hace ver esta verdad universal.

En ciertos antros el amor siempre pierde. En el calorcito de tu corazón, ahí no. De ahí emana la pureza que concibió a las mambitas.

Sé feliz hasta la próxima pérdida, a pesar de ella. Habrá que recuperarse de la caída para volver a caminar hacia lo bello.

Los canelones de la Gran Mamba y el turrón de chocolate de la siguiente Navidad.

 


<<El mundo sigue girando aún sin tu amor>>


25 nov 2021

La Peste Viral.

 Manjar de la posguerra, retratado magistralmente por Delibes, de carne apreciada y economía de subsistencia. Animal monógamo de zona rural ribereña. 

"Las ratas son buenas", dice el Tío Ratero de la novela.

Como con tantas especies, depende del hábitat. Recuerda Momo las que subían por el canalón del patio almacén en el primer garito en el que ostentó puesto de encargada, ya no camarera rasa. Por poco se muere del susto. Qué feroz y agresivo aspecto, tan alejado del de un animal inofensivo retratado en múltiples series de animación infantil. Estuvo una semana espantada y evitando entrar en lo posible al cuarto del horror.

Animales listos. En la misma proporción que repugnantes, aprovechan indistintamente ese mutuo rechazo con los mamíferos humanos, para guardar las distancias. Así pues, resulta una mascota minoritaria y exótica. Que además exhibe con soltura su inteligencia, pues sus compañeros humanos suelen tener una suerte de relación simbiótica, o al menos una complicidad similar a la de un animal de circo o al títere de un ventrílocuo.

Momo ha observado este tipo de conducta en algunas personas. Ratas humanas que hacen el trabajo sucio a las pizpiretas ardillas y las duras mangostas. Coinciden en exotismo y complicidad con su titiritero de turno y son capaces de transmitir enfermedades. La rabia es la primera que viene a la mente, en el doble sentido que oportunamente esconde esta patología mental e infecciosa. Resulta que no son ellas, sino los canes, los que en aplastante porcentaje de casos contagian a los humanos.

Pero no. No todas las ratas son buenas. Al menos en el sentido que el Tío Ratero le daba, de manjar apreciado en los lares descritos a la perfección por Don Miguel, de animal de cuenca de río, de color pardo grisáceo, y costumbres similares a las de otras especies de roedores silvestres. No así su variante negra de la misma especie, portadora del patógeno que se estima pudo matar hasta la cifra de doscientos millones de personas en el siglo XIV, entre los fallecidos por esta causa en Eurasia y el norte de África*.

Rattus rattus, nombre científico de la rata negra, la de los canalones, sí, la de Ratatouille, era vector de la enfermedad pero también moría al contagio de la bacteria, además de propagarla en una devastadora pandemia humana, siendo anfitriona natural de la especie de pulga portadora y transmisora de la bacteria Yersinia pestis. Es decir, que tenía razón la Factoría Disney al crear al entrañable chef Remy y a su marioneta torpe Lingüini. La relación entre el hombre y la rata, mediando la limpieza y la higiene, puede ser perfectamente sana y hasta productiva y feliz. Mediando la higiene. No si la rata está en entornos plagados de parásitos.

El entorno de los parásitos y las ratas negras existe hoy digievolucionado.

<<Los virus se llaman tweets en los antros donde las ratas negras sucias infectan de peste de odio viral el Universo Red Social...>>

Tengan cuidado las almas ingenuas e incautas. Las ratas negras de canalón, muy inteligentes pero poco transparentes e huidizas, se confunden a veces, disfrazadas, con las ratas de agua comestibles del Tío Ratero y con las de la especie inofensiva y domesticada.

<<Y la peste viral hace mucho más tiempo que está entre nosotros que la pandemia de la COVID-19...>>


 Ojo avizor.


POST POST:

*Lectura relacionada, porque el beneficio de la duda solo puede redimir por medio de otras manos en los hilos. Esbirros, vectores portadores de la pulga... "Las ratas pueden no haber sido las culpables de la Peste Negra"


22 nov 2021

Lo contrario.

Pretende dolor, pues alegría.
No sirve saber, pues no saber.
Provoca y busca la boca agria, pues suave dulzura.
Juega a dar donde duele, luego lo ignoras, psicología inversa de mierda.
Quiere saber, pero no tendrá ni idea.

<<Enseña el hacha, rendirás el cuello a su merced, liberando con tu mano tu poderosa cabellera a un lado. Sabiendo que no la blandirá. Le faltará valor y a ti prudencia. Le sobrará el sudor y a ti la temeridad de la frialdad suprema. Le temblará el pulso, mientras permaneces congelada en el tiempo, flotando solo tu aroma.>>

Abandera dogmas, responderás con duda infinita.
Establece líneas de fisura cuando tú ya detallaste marcas en la senda de asfalto con puntos de sutura.
El espacio se recorre, pero el tiempo aún hoy es un abismo insalvable en el breve recorrido de un ser humano en la inmensidad del Cosmos. Cuando no lo sea, ya no estaremos al contrario, no.

No estaremos.

Se habrá malogrado la sopa de marisco, pero igual pasará con las papas a la importancia, pues su salsa fermenta también muy fácil, como el delicado caldo de aquella. Al contrario de lo que parece.

Es lo contrario. 

No complementa, no cierra ningún círculo. 

Confunde, emborrona y apaga el candil.

<<No conviene rehogarlo más, saca ese ajo ya, que luego amarga...>>


 

Ignición.

 Siempre fue así. Hay muchas maneras de arder, pero la de ella era de reacción rápida. Además lo verbalizaba y ponía el caramelo en la punta de la lengua, retirando después, sin dejarlo deslizar a la boca. Sobre su imaginación poderosa y sensual, para encender los labios del deseo y abandonarse al placer del amor propio físico.

Y qué pasó, en qué momento ese mecanismo dejó de funcionar, se preguntaba a menudo. Hay un periodo decisivo de tres años en los que se fue apagando la libido, por ser prioritaria la crianza de su prole y también, simultáneamente, porque al ser una carga de cuidados muy repentina y desestabilizante para cualquiera, sentía al amor más importante de su vida como un desertor, lo que no ayudaba en absoluto a desearlo sexualmente.

Cuestiones espinosas, poco exteriorizadas aún hoy en día demasiado a menudo, en la vida sexual posparto de muchísimas mujeres como ella. No en vano, son las personas de su generación, el grueso de la población estadísticamente con hijos en este país. Debido al retraso paulatino de la edad para ser madre de las mujeres después del babyboom. Aunque en el caso de ella no había sido escogido ni por priorizar carrera académica o profesional en condiciones materiales de libertad para ello. Pasó por un aborto voluntario, incluso, que decidió llevar a cabo por responsabilidad, según creía. Pero no pocas veces, después de aquello, le habían hecho sentir lo contrario, egoísmo y comodidad, cuando ella lo vivió como un paso difícil y doloroso, pero necesario y del que no se arrepiente.

Años después, y a pesar de ese dolor, vio lo sucedido al llegar el momento de llevar adelante el embarazo de su tardía maternidad, superada la treintena y entrada en edad de riesgo. Quizá su forma física hubiera sido mucho mejor. Seguro, no quizá, pero la pareja era la misma y la inmadurez tremenda. Siente escalofríos al pensar en esa criatura. Siente que no se equivocó en eso. Qué va. Ese no es el error. Son los papeles, está decidida en ese aspecto: que firmó es la clave. Esa entrada por el aro que hoy en día le parece una pesadilla de la que ha salido recién y que le da paz, al pensarlo.

 "-¿Atarse? Sí, son los papeles y no lo hagáis. Si amáis a la persona eso no sirve sino que destruye la relación. Yo estuve diez años con mi ex sin ellos y ocho tras firmar, ¡ahí lo tienes!"- Me dice entusiasmada pero con mucha calma. La excitación la expresa en el brillo de sus ojos alegres. --"Hay maneras y maneras de atarse, quiero decir. Ni los papeles ni la monogamia o adquisición de un compromiso de fidelidad tienen por qué ser malos. De hecho es lo que te digo, mientras fuimos fieles a la esencia de nuestra relación, durante esos diez primeros años, fuimos muy felices, incluso con graves problemas a nuestro alrededor. Pero en cuanto cedimos a la presión del entorno social, que en principio iba a ser una fiesta íntima después de un acto administrativo, una excusa para juntarnos cuatro, para montar el bodorrio que quisieron ellos, surgieron los roces por los dineros y todo lo que queríamos evitar, que era previsible por la mala relación de las familias desde siempre. De hecho ese fue uno de nuestros problemas con el que lidiar esos primeros años, la oposición familiar y otros grandes éxitos sobre injerencias indeseadas por el estilo, por ser de distinto estrato social. En definitiva, si te casas hazlo porque quieres tú hacerlo y si estás sin papeles, lo mismo, pero los cambios de trayectoria en esas cosas, cuando se estaba bien, se pagan. En mi caso tengo claro que cedí un poco, di la mano y me cogieron hasta el codo y luego el hombro, al ser madre."

Esa faz de repente se inunda de tristeza. Todo lo sucedido está muy reciente aún para ella. Aún se recompone y vuelve a sonreír. No se rinde, no sabe lo que es eso. 

Le pregunto en confianza sobre su soledad escogida y echa una carcajada:

-"La soledad no es escogida. Es una etapa. Alguien como yo necesita la piel a diario. Pero también soy muy resiliente y paciente. Tengo ahora otra prioridad y no es encontrar quien rellene huecos que además no tengo. Pero piel necesito, solo que la última vez me la volví a pegar duro, han sido tres, si cuento a mi ex jodiéndome el cerebro, los desalmados que me han hecho polvo de 2019 hasta aquí. Ratas Negras. Ahora necesito recuperarme de esas mordeduras, un tiempo. Dar rienda suelta a mi imaginación y disfrutar de mí, de lo que a mí me gusta".--

Ahora ya no ríe, lo dice muy seria, pero con convencimiento de lo que sale por su boca. Es su ansia herida por postergarse siempre. Me da placidez ver su cara relajada.



Sin crisparse como cuando se enfadaba tanto consigo misma...

Sí, yo la conocía desde hace muchos años ya...

Está bien, sabe que tiene que hacer lo contrario de lo que a ellos place.

10 nov 2021

Emancipada.

 Y hermética.

Ahora sí. Terminar con la primera persona del singular. Para conseguir esta vez llegar al otro lado tras pegar el salto.

Siempre la vida con objetivo, nunca perder de vista que habrá una nueva siguiente estación. Lo cerca o lejos que nos encontremos de ella será la incógnita. Que ni se puede ni se debe intentar resolver. Para cada persona el tiempo transcurre de diferente forma.

Como con cada concepto trascendente de nuestras vidas, que también son diferentes y en distinto grado de relevancia o prioridad, incluso, para cada cual.

La distancia temporal es siempre la cura tras los sucesos traumáticos. No el espacio.

Me considero experta en estas lides.

No en vano, poner tierra e incluso mar de por medio no fue suficiente para proteger lo mío. A los míos.

En este último texto en primera persona, irme, alejarme de mi hermanija, venir ella a mi cobijo, finalmente, casarme sin querer hacerlo ni convencida, ser madre de sus hermanas sobrinas de golpe.

 Ser madre de sus nietas, de los cuatro, una ausente. Una crianza hercúlea, estando muy sola y decepcionada. Un intento de suicidio con mucha carga injusta a las espaldas. Esta vez sin echármela yo. Es demoledor que te acusen de ser primer motivo o causa de algo así. Y no porque sea yo la acusada principal del banquillo, aunque sí que parece que colaboradora del mal.

La resiliencia pero la persistencia malévola de la ansiedad. Enfermedades acumuladas, ruptura y ocaso del amor y veinte aniversario de la muerte de mamá.

2019, el año que toqué fondo y en el que antes de Navidad me remataron con una profunda puñalada.
Y de ahí para arriba, subiendo, con algún altibajo y caída. Todo se lo debo a ellas. A las tres mambas, principalmente a la que me ha demostrado que sí, que la eduqué muy bien, que mamá a su vez no lo hizo mal del todo con nosotros, a pesar de sus defectos.

Que fue una putada muy gorda, lo que nos pasó, pero que ahora mi madre estaría llorando de felicidad. Por lo logrado por sus dos hijas y por las nietazas que tiene.

Pasamos a la metáfora. 


Colorín Colorado.

Fin.

9 nov 2021

Lo prometido.

Es deuda.

Y he cumplido. Vos no. 

Soy feliz, como me hiciste prometerte, contigo fuera de mi vida.

Hace exactamente 638 días que escribí "Cuando todo acabe", sin saber fecha cierta del final, en un grito tecleado al mundo, sabiendo que llegaría el momento de escribir esto que registro hoy en mi blog.

Tengo la certeza de que por fin todo acabó. También de que no es el final feliz que a ti te hubiera gustado, y de que no sonrío, cuando te pienso, acaso hay una mueca cínica y de desdén. Que supongo inspiraría (ha inspirado, en mi opinión y tras escuchar muchas de sus letras) alguna canción del Indio de las que recuerda la militancia ricotera con más apego. Muy coherente, desde luego.

Pero no. No son mi tribu, decididamente. Y aunque me gusta más con Fundamentalistas, para más INRI, me cae mejor Skay. Lo de la humildad inclina la balanza a su favor, me parece un buen tipo.

Siempre he tenido una aversión al cinismo pose. Me parece que algo se filtra al poso, desde el disfraz.

Eso es todo, ni siquiera amigo. 

Ya no inspirarás más.




7 nov 2021

Cuenta atrás.

<<Telón, clausura, hora de chapar la persiana...>>



Momo cierra otro ciclo. Y todo encaja en su lugar, ni adrede le habría salido mejor.

Porque aunque fueron difíciles y arriesgadas, las decisiones tomadas en los últimos tres meses, incluida la de irse de un trabajo que le gustaba muchísimo, se han revelado como acertadas. Ahora la oportunidad que puede agarrar, al no haberse quedado expuesta a la envidia y el odio (por consciencia de tenerlo ahí mismito) en ese curro tan interesante con un contra tan enorme, es mejor. Mucho mejor. Con gente conocida que es de ley y lo sabe. Y el trabajo va a ser igual o más motivador aún.

Coincide que sube como la espuma la popularidad del morbo de Momolandia, así como los habitantes VIP de la Ínsula, que pueblan ese hotelito privado del pecado en la Red de los contenidos porno-eróticos. Ese otro antro que le recuerda a Momo sus años mozos en pubs y discotecas, y la cuota de clientes que entraban en los garitos en que trabajaba con veintitantos por estar ella detrás de la barra.

Aunque ahora Momo sonríe a su público, ya no es aquella niña asustada y tímida que iba de borde para mantener a los babosos a distancia.

Filtrando, ya no hay ninguna duda de que es lo que hay que hacer. Lista de admisión y control de acceso. Tras del último evento en el antro y las palabras vertidas. La indignidad se la dejas a quien la calza con maestría y le queda como un guante. 
Ya no necesita que los ingresos procedentes de dar fuego íntimo se multipliquen rápido. Así que está cerca el momento. Ese en el que los malos, males y malas conocidas sean preferibles a lo bueno por conocer. Timbre, santo y seña o arriesgarse con un disfraz, suplantando.

Pero habrán de poner a prueba la perspicacia, sagacidad, experiencia, inteligencia y psicología de la puta.

Y no es fácil.

Nunca lo ha sido, en realidad.