30 jun 2021

Escurridiza.

 Sueño con escapar. No sé decir de qué ni por qué.

Estaba sentada con mi café rodeada de gente, estando pero sin estar... 

Escuchando la banal conversación, traduciéndola a mis pensamientos analíticos, sobre qué quiere la gente. Qué quiero yo. Da igual si los demás son felices o no con sus convencionales y vacías o alternativas e interesantes vidas. He llegado con el Ford Sierra al final de la carretera en obras. Hay un salto de considerable altura en la vía. Y voy con ellas. No se quedaron ancladas, como otras...

Están conmigo. Eso lo modifica todo en absoluto. Que nada las roce. Y a la vez, que sean rocas inexpugnables y yo su basalto solidificado, que saltó en ola de lava mientras ellas nadaban en la charca que quedó bajo el jameo.

Que tal que así, como pececillo intermareal que se camufla entre el sedimento alfombrado del arrecife, yo sea para la tormenta que se avecina, de la mano de la desposesión absoluta en que quedé.
No: Ahí está mamá. Siempre. En el horizonte cercano, a pesar de haberse ido hace tanto.

Y saber que así querría ella que fuera. Que le hará muy feliz, allá donde esté y aunque no esté.

Ella es el sebadal para los dos pejeverdes alegres. 

Empezar de cero al borde de los cuarenta y cuatro veranos. ¿Cuántas veces van?

Lo mejor es saber que mis inseguridades me lastran, porque verdaderamente soy una leona testaruda y no me asustan los puntos de partida. Por frecuentados.

¿Qué me asusta? Sentir amor y sentirme engañada o utilizada luego.

Ya no quiero. Soy un pez completo, ya. Pero aún respiro fuera del agua.


28 jun 2021

Sublimar el deseo.

 Pasa cuando, a pesar de una ruptura o una discrepancia que ha puesto distancia insalvable, entre dos pieles, entran en contacto por azar o casualidad del destino. Es algo que suena banal, superficial, así explicado. Es el lenguaje telenovelero de las venezolanas de Boris Izaguirre. Pero es que es noveleramente real, esto. Yo lo he vivido. Y puede que suene poco profundo o nada, pero quien ha sentido la piel tibia de la persona más amada y deseada, sintiendo reciprocidad para colmo de felicidad cuando la tuya es tan vívida, sabe reconocer perfectamente la mentira o asimetría en eso. Veintiuno tenía yo cuando viví una relación sexual completa de esas características.

Antes, haciendo de todo menos penetración, también me había sentido así con otras personas, con la piel...Y ya había follado antes de esa edad, desde la primera con diecinueve, pero no con amor de esa clase de intensidad y trauma, al joderse todo.

De hecho recogieron mis pedazos muchos, después de eso. Tuve la etapa más promiscua de mi vida. También porque trabajaba poniendo copas y los findes eran de aúpa, no entraba en casa, Mi madre no vivía ya, claro. Hasta que conocí a Giorgio y con 23 senté la cabecita. O algo. 

He vivido en esos dos años de mi vida momentos muy imprudentes. Como cuando un colega de otro colega que no voy a mencionar me llevó a follar a la casa del pueblo en reformas. Épica, aquella cagada, con lo cachonda que me había puesto el día anterior en las fiestas de Valdepez...
Pero tuve dos ovarios bien puestos (soy gilipollas, me podría haber obligado y no lo hizo, por eso de la cultura de la violación o no sé qué hostias dicen algunas estúp**** radfem) pa decírselo, que no me molaba chingar entre plásticos, que lo veía un poco creepy y que mi padre es pintor escayolista; también mis hermanos. Los tres.

Hubo otros a los que rondé y me rondaron y acabaron estampados contra un coche por un imprudente al volante, yendo él por su carril con su moto. Iván, siempre te querré, cariño. Me alegro tanto de haber probado esos besos... cosas de la vida que te sonríen. Es en lo que pienso siempre que le recuerdo: en su dulzura de esos labios, aquella noche juntos.

También mi primer amor intenso de EGB se suicidó. Se tiró a la vía del tren en Fuentes Blancas. Jamás olvidaré el día que lo leí en el diario de Burgos, al poco de abrir por la mañana la cafetería última, en la que me auto empleé, antes de venir a vivir a la islita.




Son todos los que no están en mi vida, por motivos trágicos, unos héroes de mi memoria.

Intocables.

24 jun 2021

Última noche.

El chico de mi primer beso con lengua. Y a decir verdad, muchas cosas más en ese verano de los 12 a los 13. Me quitó la inocencia él. Andoni era de mi tiempo. Nació unos meses después que yo, de hecho, pero estaba aventajadísimo. Me enrollé con algunos tíos de más de veinte, después de él, y menudo desastre. Ni saber dónde poner las manos sin ir directos al pan... Total, que dejó el listón muy alto. Y me gustaba, pero mucho menos que su hermano mayor, que estaba con mi amiga de toda la vida del pueblo.
Se le daba tan bien seducir, al cabrón, que me lo quitó de la cabeza rápido, al otro. Estuvimos año y pico haciendo lo que se conocía en mi época como "salir juntos" o "estar enrollados". Aunque en el pueblo y en esas edades salíamos poco, en realidad. Bajábamos al río Pisuerga a bañarnos en verano y por las noches quedábamos a comer pipas con el tocata en las escuelillas. El domingo, después de misa, al pueblo de al lado, más grande, al rastro, a comprar chucherías, tomarnos una coca-cole, haciéndonos los mayores y así. En el verano que estuve con Andoni ya sí nos dejaban ir a la disco de Astudillo, también.
Hasta que la cabrona de mi amiga de toda la vida, la novia del hermano mayor, llevó un puente a su amiga nueva de FP. Sonia. Andoni babeó al instante al verla y yo me percaté al momento. No pude enfadarme con nadie, ni con la niña. Entre otras cosas porque a mí me dejaba flipada, también. Con su boca tan atractiva, de labios llenos, y su figura esbelta. Sonia era preciosa por fuera y por dentro. Cero malos rollos y muy sana mi primera relación importante. Enseguida él me dijo que le gustaba ella y yo me aparté. Me siento muy orgullosa de mi madurez tan precoz en estos asuntos del desamor. Pero es que era una maravilla ir a la discoteca en cuadrilla el fin de semana, estando con él. A los dos nos encantaba bailar y bailábamos juntos y con todo quisqui, pero luego nos comíamos la boca siempre él y yo, nos buscábamos. Nunca un mal rollo de liarme yo ni él con nadie, aunque vacilar y bailar, lo que queríamos. Y luego, pues es que nos poníamos más cachondos el uno al otro y de manera mutua, por eso siempre acabábamos juntos, porque nuestro sexo adolescente era muy bueno. Me hacía correrme muy fácil, cuando me hacía dedos. Era muy bueno con las manos. También tocando en las previas, se sabía todos mis huecos particulares y puntos débiles. Me agradan estos recuerdos y sonrío siempre cuando pienso en el de Ortxarkoaga, sus pasos de RAP, Bobby Brown y sus pícaras miraditas.

No recuerdo la última noche de sexo con él. Sí recuerdo la última juerga de noche: en la boda de su hermano y mi amiga de toda la vida, en Burgos pero en la Catedral (estos vascos...)
Yo ya llevaba un par de años saliendo con mi ex y él seguía con Sonia.

El segundo que me rompió el corazón, por otra bellísima criatura, en este caso mal, poniéndome los cuernos mientras yo estaba en Santander con mi madre aislada en una habitación de hospital (cosa que la que se lo quedó no supo hasta bastante después), era el delantero. En definitiva, ese gran enamoramiento (aparte de los platónicos, de los cuales dos no he renunciado a empotrarlos, aún...)con sustitución inmediata de mi cariño, sí que fue una puñalada en un momento vital muy jodido. Para colmo, apenas dos meses después de aquello, la Mamá Mamba murió. Estuve años sin casi hablarme con él, y teniendo que tragar verlo a menudo pues era uno de los mejores amigos de mi hermano pequeño.
Pero Paula era preciosa... también. Hoy veo que, además de la cuestión de que ninguna de las dos fue culpable de enamorarse y la segunda menos aún, de que él me engañara, no podía odiarlas porque las veía no solo inocentes, sino preciosas.
En alguna reunión del club escuchaba maledicencias a mi alrededor. Suele ser siempre alguien del entorno que, por tener envidia o mala idea, aprovecha la brecha y el rebufo de los celos, a poco que huela la sangre fresca. Yo las sacaba la cara tanto a S. como a P. A ambas, pero más con la segunda, aún, siendo honesta. De lo de P. siempre vi mucho más desconsiderada e incomprensible la actitud de mi hermano, que me la metía hasta en la sopa, incluso previamente advertido, si podíamos coincidir. Y quizá fuera por eso. Porque ella parecía empatizar mejor conmigo incluso que personas más cercanas a mí, a priori.

Hoy me lo explico, igual que algunas ocasiones en que he sentido vértigo al tener feeling con tías de manera sexual, con las que ha habido tensión y muuuchas caricias. Mi bisexualidad, que tantas veces he dicho medio en coña (creía en ese momento) a mis tíos con sus homofobadas estando en celebraciones familiares o reuniones de varios.

En cualquier caso, la última noche con el delantero estaba él, por tanto, ya siendo infiel a P. aunque gatillazo de él por la borrachera, qué íbamos los dos finos. Hay que ver los fanfarrones y caníbales qué cobardes son en realidad y qué flojos. Y aún así una gran diferencia entre el joven caníbal y el maduro:

A pesar de fracasar, una y otra vez, la última noche, intentar ambos hasta la extenuación dar placer al otro, y conseguirlo por momentos breves, frustrados de nuevo por el odioso alcohol...

Y sin embargo, el otro era como una derrota tal...

Hasta con el mentiroso patológico y cuando ya hallé algún que otro indicio en aquella casa familiar, de puertas cerradas. 
Volver a la isla tan requete follada que había dormido hora y media nada más cuando subí al avión. No era posible dejar de juntarnos, labios, manos... y al mínimo roce ya estábamos otra vez, frenéticos, como conejos, enfiebrados y entre gritos, saliva y flujos.  La cuenta perdí, de la última noche de cuatro.
Que es lo mejor en esta vida. Y pienso en mi alma gemela, Silvi...

No digamos con el padre de mis mambitas,  que además duró años, lo de los maratones, cuando nos daba. Llegó tarde al curro muchas veces, en esa época de la constructora, se nos iba la olla. Así lucía yo, claro, a la orilla del mar. Esta foto me la hizo el padre de las mellis en una escapada de finde a La Graciosa, en el verano de 2009:



Los dos años previos a quedarme embarazada yo estaba permanentemente erotizada. Por el contrario, se pueden contar con una mano los polvos post maternidad. Y no recuerdo la última. Mentira. Pero no lo voy a contar, A alguien lo hice en privado y juro que no recuerdo a quién. Estaba muy nublada y dolida, ese día, eso sí lo recuerdo.

Las últimas noches que no se sabe que lo serán, ese drama de mi alma y de tantas otras que han dejado un lado de su corazón congelado.

Por si alguna vez hay que repasar la historia.

Crees que no soportarías otra última noche como las que se sucedieron: 14 y 17.
Estás segura de que no, de hecho.
Amor embustero y yugo machista fraterno.
Y tantos de esos que dicen no todos nosotros teniendo tanto malo en común. 
Da igual si te hieren porque le amabas y deseabas o si es porque le amabas y transigías con su déspota jerarquía.

Ultima noche en la falda de este volcán.


A mí me da igual edad, mayor, menor que yo... Da igual el vínculo, familiar, conyugal, sexo afectivo, amistoso... Todos me mangonean y tutelan mientras me dicen manipuladora.

"¡Mirando las estrellas es más fácil soñar!", decía Don Manolo Tena.

"¡Llévame, libre y salvaje, llévame hasta el mar!♪♫"


23 jun 2021

Conduciendo de vuelta a casa.

 Sola. Al volante. Con música o no, pero en los trayectos sin prisa, en los que te percatas de la belleza sobrecogedora del paisaje que te rodea.

Me gustan. Disfruto mucho esos trayectos porque respiro y reflexiono. Sobre lo cotidiano e inmediato por resolver. Pero también sobre mis vivencias en un sentido amplio.







Mis últimos dos años. Cómo han crecido mis hijas y los cambios que han sufrido y a los que han tenido que adaptarse. Por el bien de los cuatro, sin duda alguna.
Los amores de mis últimos dos años, desvirtualizados o no. Amantes fugaces, pasajeros de una noche, de cuatro, o de muchas en la distancia. Y lo mestizo: domesticado en forma de personaje de relato en un blog, medio imaginado, medio soñado, medio real...

Un día me sorprendí pensando en si por cualquier cosa leyó M. el hilo en el antro, el que está fijado. Y de ahí mi imaginación difusa y mi sesgo anti ella, empezaron a divagar en una conversación acerca del hecho, madre-hija. Mi disonancia no paraba de ver a una mujer llamándome rebajada y denigrada y a un causante en solitario enfrente, dejando mi carácter de pobre ser tutelable aparte, su padre, por supuesto.

"Ni rebajada ni nada de todo eso", me digo en voz alta a mí misma, como que lo acabara de leer en un story de Instagram, auto confirmando con esa fantasía mi creencia de que así me ve. Una arrastrada.

Sonreír después de hablar sola al volante, en voz alta. Pensar que no te arrepientes, en absoluto, de esos momentos felices. Te arrepientes de otras cosas. No de lo que sucedió que ni él ni tú podíais controlar.

Porque eso no se busca.

Aparece de repente.

Aunque ambos buscábamos, eso sí, al parecer muy distintas cosas.

Yo que me sacaran del ensimismamiento. Él una cana al aire clandestina, como otras veces.

Nada de lo que sucedió estaba previsto. Y se pudrió. Como en tantas otras historias con terceros de por medio.

Ya las razones no interesan a nadie, ni siquiera a mí.





"Qué linda la vista de las Peñas del Chache. Voy a parar un poco en la iglesia de Tiagua, a tirar cuatro fotos al Risco de Famara..."


20 jun 2021

Guiños.

 Y que cada vez que leas mis palabras haya menos ira. Más olvido y perdón, pero de los magnánimos. De quien se sabe legitimada a tener la actitud altiva de decir: "Tú te lo perdiste, tú la cagaste".

Y yo seguiré haciendo mis cosas...

Existirá el ventanal, más la puerta de la casa se ha borrado, ya no hay acceso en ningún tabique del perímetro.

Sólo podrán leer a la loca cuando salga a vociferar para calmar el ansia del animal herido, por la confianza traicionada.

Una canción, un verbo. Una alusión a un día o hecho concreto. Perdido en el marasmo de Internet. Un rastro ínfimo de un amor que a nadie sirve, salvo al emisor del desahogo, por un instante. Que también se irá lejos, pues el tiempo es esa dimensión que aleja más a dos personas que los mares entre los continentes planetarios. Mucho, pero que muchísimo más que el espacio, aleja el tiempo.

Dejar hacer efecto a la pastilla, es tiempo. 

Ver quién pierde en todo esto, es tiempo.

Yo no me siento perdedora, a pesar de todo el trayecto. Mis hijas están a mi vera.



8 jun 2021

Declaraciones imaginadas, que no haré... (I)

 Permanecer mirándote horas, en silencio. Como aquella noche, pero muy diferente, ya con permiso y salvoconducto. El de tu pasión confesada, de minutos antes. 

Mirarte mientras duermes... (¿No dormías?)

O tú a mí mientras yo ronco...

Mientras.

Hay algo en aquel día que es irrefutable: fue excepcional en mi vida.

Y no es poco decir que me sentí a salvo. Que no eras cualquier psicópata que engaña a una incauta para acudir a su degollamiento y posterior desangramiento de manera voluntaria...

Qué falló y qué no. Tantas cosas de lo uno como de lo otro.
Lo que hace que el saldo resultara en la que fue la conversación de nuestro reencuentro, la más sincera, quizá, y también para mí la más emotiva y tierna. 

La que te delató un poco. Luego remataste días después con la caricia en el alma por lo de mi abuelo. Casual. Pero único. Como todo lo que me sucedía, al contacto contigo, por efímero que fuese.

Lo que se perdió un negro día de septiembre. Y después alguno más, más doloroso aún. 
Pero yo te justificaba culpándome a mí por la presión de mi amor incontenible, que tuve que empezar a traer aquí, porque ya no podía soltarlo en un chat que apenas respondías.

El proceso.

Todo aquello fue único para mí.
Porque aunque mi naturaleza no es la de mujer de un solo hombre, -ni de una sola mujer-, durante dieciocho años de mi vida fue mi estado civil y social, el monógamo. Que, como consiste en adquirir un compromiso de fidelidad, aunque en mi caso y pareja siempre estuvo claro que hasta que apareciese un tercero, y que lo diríamos, yo respeté a fuego nuestra unión.

Es decir, no estábamos enamorados como antes y la relación hacía ya aguas años atrás, pero no tuve necesidad de confesar que amaba a otro. Porque fue él quien rompió el contrato. Nuestro particular contrato. Encontró a alguien y lo calló. A varias, pero eso, aunque relacionado con vos, es otro tema que a mi ex y a mí solamente atañe.

Y de este modo, confieso que apenas nadie sabía de ti.
Probablemente saben (o imaginan que saben) muchas más personas, frecuentes del antro en el que nos conocimos, que de mi entorno, lo de nuestro lío. Ni siquiera mi ex sabe, aunque haya quien piense que sí ha sabido.

Qué me pasó, a ciencia cierta, no lo ha sabido por mi boca. Aunque supo que me había enamorado, no de quién ni cómo, por lo que tampoco se atrevió a preguntarme. Y al no contárselo yo, por primera vez en nuestra vida juntos, eso provocó que confesara lo suyo (que yo ya sospechaba) y que tuviéramos una conversación sobre lo nuestro muy necesaria. Pero yo seguí sin desvelarle. Le desconcertó bastante, pero tuvo que aceptarlo... Estaba en mis ojos muy claro que ya no sería transparente para él con eso.

La mirada clavada.

Una de las cosas que nunca superé, además de todas las preguntas y curiosidad que tenía y me callé. Quizá a poco que hubiese rascado te habrías derrumbado. Éramos dos monolitos, amor.

Era imposible que surgiese la chispa necesaria para el polvazo, estábamos los dos aterrados. 

La cuestión es por qué. Por qué esa rigidez y ese miedo, deseando estar allí tantas noches atrás, imaginando llegarnos. Llegarnos...

Recuerdas, ¿latir juntos?
El día que leí esa expresión me dio un vuelco al corazón, mi vida.
Latir juntos es totalmente vainilla. Es el deseo que inspira el amor. El de la piel erizada y las lágrimas de felicidad al correrse.

Eres un embustero, siempre lo he sabido.

Y que estás loco por mis tetas, también lo sé, no te hagas el intelectual de mierda.


7 jun 2021

Sin elección.

 Porque no estaba en mi mano.

Aún a pesar de todo lo sucedido a posteriori, la decisión, o las decisiones, algunas funestas, desde mi punto de vista, no estaban en mi mano.

Andar vendiendo mis fotos íntimas o mi fuego, sí lo es. Es decisión mía, más que elección. No. Claro que no es libre elección y las circunstancias obligan, a vender lo más preciado, igual que cuando he necesitado me he desprendido de joyas de oro de mi madre, que ya nadie utilizaba pero que tenían un valor mucho más allá del metálico, para mí. No hay mayor perversión que esa, en mi escala de medida. El valor económico arrasando la memoria. Las relaciones familiares, en las que debería reinar el amor. Hay patrimonio común entre varios y siempre, siempre, la mercantilización de los recuerdos que están contenidos y reunidos en un comedor de una casa del viejo Gamonal, viene de la mano de la depreciación. En cuanto se pone a la venta. Se olvida lo que alguien sudó por dar un hogar a esos hijos, ya que casi todos lograron comprar el suyo propio. Ahí está el matiz: casi todos. Alguna no vivió para contarlo ni heredar naturalmente un techo que se habría quedado, de mil amores, pagando a los demás lo que hubiere correspondido.

Pero el patrimonio no solo como colchón. No solo el vil metal. Sino sus historias. Porque ella era una de los dos adecuados para protegerlo y mantenerlo. La de las eternas anécdotas y el "Agustina, ¡cuéntanos cuando lo de las fiestas de Pedrosa, cuando tu hermano 'Raimundín' se perdió de chico!"
Si estaba ella, ella contaba.

Y tener la sensación de no ser conscientes de eso hasta pasado un tiempo, nosotros, sus hijos. Al menos yo. Pero en realidad sí, porque tanto los amigos de mis hermanos como los míos nos hacían saber de la especial y carismática figura social de mamá, ya en la adolescencia. La admiraban y nos lo decían. Era lo que comúnmente se conoce como "enrollada". Lo que era es más viva que un conejo colorado. Y firme defensora de conocer lo que se cuece en la vida de cada uno de sus hijos. Hasta el extremo de ser capaz de llevarse a media cuadrilla de vacaciones a Laredo. 

Además hay muchas referencias ya en este blog a ese carácter dicharachero incansable.
Y veo que muy poco dedicado a las penurias. A cuando empezó el tramo verdaderamente grave de la enfermedad, la depresión mayor y el autoaislamiento.

Al ser un ser social, no le gustaba mostrarse mal ante los demás. En todo caso, lo exteriorizaba con mal genio. Se cagaba en todo lo de alrededor parido. Pero jamás con tristeza. Una roca desde muy niña. Pero demasiado pesada ya para removerla con su edad. Así que, para que no la vieran mal, no salía de casa. Y había días que no se levantaba de la cama. Y siempre la gente preguntando por ella y siempre diciendo que estaba mala, con cefaleas o la gastritis. Lo que no se contaba es que no podía con su vida. 

Por otro lado, el no salir de casa, le iba peor aún a su ánimo. Al prescindir de la vida social que a ella le daba la vida, se entristecía más y se ponía hosca con nosotros. Nada que ver conmigo, otro rasgo de carácter que me diferencia mucho de mi madre y que, al ser ella así de arrolladora, para mí era un eterno juicio sobre mi cabeza, principalmente de la familia, de expectativas imposibles de satisfacer, por no haber salido a ella en eso. Por suerte, a mi parecer.
Las personas que la querían, por cuantiosas, ejercían presión sobre nosotros, queriendo saber por verdaderamente estar preocupados. Pero a eso se sumaba la muchedumbre de conocidos, medio amigas y cotillas, directamente, que te paraban por la calle para saber de Agus. Y que llegó a ser incómodo y molesto, si soy sincera.

Y ella se fue y esto aún duró años. Gente que no se había enterado o no te había visto hacía tiempo y todavía te daban el pésame a los cinco años de su partida.

Sin elección, ninguna o muy pocas. Tuvo ella. Capacidad de decisión, dentro de sus límites, sí, toda. Ella era la directora de orquesta y por desgracia eso se vio muy pronto, tras su muerte.
Hay historias que se repiten eternamente. El hámster en la rueda, que diría aquel...
Mas todo volverá a su ser, a su cauce natural. 
Sí que habrá evolución, pues antes de ver más mermada mi capacidad de decisión, como fue el caso de ella, -teniendo un total de cinco, la última ya no esperada-, a las dos primeras hijas, me planté. Vale que son mellizas, y que eso también influye, como también es un factor importante la edad a la que he sido madre. (Y con quién, para qué nos vamos a engañar a estas alturas)
Pero razón de más porque siempre dije que no sería madre de hijos únicos. Ergo, por ese lado, también he cumplido. Ja.
La cuestión es tal que no, aún no es un mundo lo suficientemente feminista este, ni de coña, pero sobre todo no es lo suficientemente justo socialmente como para que las madres precarias puedan llevar una vida mínimamente digna y feliz sin renunciar a mucha de su libertad personal.

Hablar de libertad de elección en el Puti. Esa trampa.

Yo lo que quiero es capacidad de decisión. Porque quizá resulte que, por horarios o conciliación con la crianza, incluso, este trabajo me dé más libertad y menos estrés que ninguno de los que haya tenido antes en mi dilatada vida laboral.

Que si soy libre para ser puta por o a pesar del capitalismo.
Reflexión para la semana que empieza.

E imaginación a volar, para escribir juntando letras para poneros duros y mojadas.
Oh, Yeah...♥