30 nov 2019

La hija pródiga.


Ha llegado el momento. Se cierra una etapa de búsqueda, encuentro, estabilidad y de nuevo desencuentro. Con las personas, con los lugares, con la manera de desarrollarte y sacar partido de tus capacidades.





Fuiste feliz. También hubo espacio para el dolor. Mucho menos que allí pero demasiado para ser aquí. Siempre el rejo kilométrico, hurgando en tu corazón, cavando en tu vida a distancia. Y cagando, cagándotela también, por qué no decirlo.





Hubo un tiempo nada lejano en el que pensabas que te sacaban de este trozo de tierra con los pies por delante. Pero es ahora o nunca, el momento en que sabes que, o lo haces o ya no lo harás.





Es dramático y ha llegado el día de poner en la balanza ventajas y desventajas del sitio en el que nací con respecto de las del cachito en el que debería haber nacido, por amor infinito a este lugar en el mundo.





Y ya no soy yo, somos las dos pródigas, a kilómetros de distancia. Una de nosotras hizo el periplo varias veces: Burgos-Barna-Burgos-Gotemburgo-Burgos-Lanzarote. Otra solo de la aldea a la islita. Pero ratoncillos en estampida nos representan. Y necesitamos mucho sosiego para no escondernos en el rincón.
En uno de estos retornos ella se topó con el primer vampiro emocional que la dañaría.





Y no puedo olvidar, ni lo haré jamás, cómo mis hermanos, los que debían protegerla y estaban más cerca que yo, con una clara encomienda además, observaban callados mi faz de desolación, esperando probablemente la explosión de ira, cuando al acudir a Burgos con ella tras saber lo sucedido, entré guiada por ellos en el antro en que se ganaba el sustento para pagarse un alquiler lejos de quienes deberían haberla cuidado.





Vamos allí. Llevaré a mis hijas al foco del dolor, al origen de su propio origen canario.





Y no será sencillo.





Hay mucho rescoldo aún que necesita de poca corriente de aire para prender.






26 nov 2019

El infante siniestro.

¿Has mirado a los ojos de una madre que acaba de perder a su hija y no hace sino quejarse de sus magulladuras y bromas infantiles sobre el maquillaje de la cara que le ha dejado el accidente?
¿Has mirado a los ojos de un padre que se desentiende emocional y económicamente de sus hijos pequeños?

Soy atea, pero ella repetía mucho: "Dios los cría y ellos se juntan". Su filósofo de cabecera era el refranero. Tiene tantas lecturas y referencias posibles esta idea que siempre gana la recia sencillez de la que te decía lo mismo a su manera y, eso sí, filtrando bien lo mejor que le dieron.

Si no has mirado a esos ojos y no conoces la historia que hay detrás, de maltrato en la infancia, creciendo apresuradamente, una porque tiene que prostituirse desde pequeña para sobrevivir. El otro es uno de los niños olvidados del franquismo, abandonado, con graves carencias afectivas desde crío.

Historias que el cine no cuenta, o cuenta poco, o los personajes son gente acomodada, ya no hay muchos Paco 'el bajo'. O que están incompletas. Te cuentan "El Bola". Pero no te cuentan que el Bola intenta suicidarse con treinta y tantos porque no es capaz de amar. Sólo ha conocido palos.
Te cuentan un fragmento generacional.

Hay maravillosas excepciones, claro. Pienso en "Solas", que es una obra maestra del género dramático y una joya de nuestro cine que brilla de manera especial. Por muchas otras cosas, como la ausencia de moralina intragable, habitual cuando en la temática hay crítica social. Eso se evita mediante la presentación cruda de unos personajes que apenas llegas a conocer un poco al final y que no son atractivos, en el sentido de resultar simpáticos. Son amargados sin ambages, no te pone de su parte haciendo trampa con el encanto personal ni mierdas. También está la crudeza descarnada con que muestra la adicción al alcohol, consiguiéndose incluso un personaje más que lo envuelve todo. El desarrollo de los hábitos nocivos como un tufo que envuelve la cinta, hasta descubrir el origen de las cosas en el núcleo familiar asfixiante. Cuenta de cómo y por qué el progreso es lento, todo lo que hay que des-programar, que se ha de filtrar e identificar como errores de los ascendientes. Definitivamente hay que verla, mínimo, tres veces. Cuanto más abres la panorámica de esas generaciones anteriores, presentes y futuras, más datos abarcas, mejor se comprende todo.

¿Es responsabilidad del seminarista hijo de rojo exiliado, que lo abandonó para dejarlo en manos de la familia materna que lo internó, lo que hace en su vida adulta que afecta a terceros que dependen de él porque él los puso aquí? Sin duda. Sobre todo porque son inocentes de lo acaecido cuando no estaban.

Infantes siniestros, tanto por carencias afectivas como de atención a las necesidades, teniendo de todo o no teniendo nada, suelen hacer adultos irresponsables, como lo son aquellos que moldearon antes fríamente, sin pensar en las consecuencias de su desapego.
Si nada ni nadie se topa en el camino y lo remedia, serán también caprichosos y perturbadores narcisistas, siniestros y egoístas, siempre anteponiendo sus deseos y necesidades a los del resto.

A los nuevos guerreros hay que cogerlos en brazos y darles calor, amorcito.
Y risa, mucha risa con humor negro a tutiplén. Porque tus ojos ya han visto incluso "el vivo al bollo" con una criatura de cinco años tras un accidente mortal con el alcohol como artista invitado en el evento. Y toquen madera, para no tener que comprobar que esa era la única salida posible al dolor.



A los que vienen, siempre amor. FUCK VOX.


25 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (VII).

<< LOS PRÍNCIPES AZULES NO EXISTEN, SÉ FELIZ, MUJER; PRIMERO VUELA, ANTES DE ATARTE AL MISTERIO. NO TE DEJES TRAGAR POR LA FE Y EL CHAMANISMO... ENDORFINAS Y EVIDENCIA >>

Después de una tregua breve, comprobado lo fundamental, que sufres y la otra parte calla, solo queda el abandono. Dejar de idealizar, para así poder tirar la toalla.
Ya no estés diciéndote a ti misma que necesitas aclarar. No sirve. Has de volver al punto de partida. Negarlo todo habrá de ser tal vez el camino.

Quizá así, por orden cronológico:

No, no te vio entre la multitud, fue casual y un disfraz loco como avatar.

No, no pretendía advertirte ni salvarte de nada. Simplemente se sentía solo. Verdaderamente te habló por privado "a lo que surja".

No te sacó de allí y, en realidad, él tampoco se había ido.

Seguimos rodeados de gente mala, eso no ha terminado. Ni terminará, obviamente, nunca.

No, no es un ser infinitamente sensible, ni tampoco lo contrario. No te lo flipes, no tienes ni idea de quién está detrás de los personajes de las redes sociales. Deberías saberlo de sobra y haber espabilado desde la primera vez que te jodieron ahí, decepcionando con sus dobles caras. Para trabajar la fobia social hay que dejar de poner las expectativas por las nubes. Porque no, efectivamente, no sabes de los problemas de la gente ni ellos saben los tuyos. Y siempre cuentas de más a la persona equivocada.

No, no era verdad que era igual fuera que dentro. Fueron horas, pero lo viste. Ahora no sabes absolutamente nada de él. Es lo que tienes que pensar.

No es el personaje que creó y no sabes con quién estuviste en junio. No hablasteis, no puedes seguir enamorada de alguien que no conoces. Si no conoces, no confías. No puedes entregarte así, eres más frágil de lo que te gusta reconocer.

No, esto no son mensajes a la desesperada, buscando una respuesta o reacción que no llega. Ya sabes que no. Ya lo has comprendido, que no llegará. El tiempo es inexorable y siempre me ha vaciado de romanticismo esa ínfima certeza.

Es cierto que no ves el horizonte con él, quizá porque no lo hay.

Ni platónico ni tangible, hablar de responsabilidad en las cosas debía haber sido el punto de no retorno. El fin de los ofrecimientos. No lo quisiste ver. Pero te parece deshonesto dejarse querer, no detenerlo con franqueza, porque de ahí ya, entregada a la irracionalidad del deseo, no has podido parar, hasta el día de hoy, con esta carta, de hacer chiquilladas y piruetas para conseguir algo que no llegará. Y no llegará no porque la propuesta no le sea apetecible a casi cualquiera, sino porque ni siquiera la valorará.

No la cree ni la vislumbra. No sabe, no has podido contar. Ya no quieres. Todo está viciado. Sabe mucho más de tus padecimientos de lo que querrías. En realidad tú la has cagado.

No eres quien cree pero ya da igual todo.

No sabes qué piensa en realidad sobre ti. Pero ya da igual todo.

"La realidad está distorsionada"; no estás hecha para vivir en el "quizás, tal vez..."

No es tu chance. Te sacó del ensimismamiento y parece que considera que su "misión" está cumplida.

No eres novata en las lides del flirteo, sí en caer en las garras del deseo extremo, intenso. Te lo sacarás, recuerda tu resiliencia. Con eso cuenta él, otra vez cínico, lo ves, como aquella noche con la noticia del divorcio.

No quieres ya ver en sus cagadas, hechas palabras que confunden, un amor que oculta, para que no hagas planes con él en tu cabeza.

No, claro no es. Tú sí. Otra vez con la misma canción. Ni quiero ni puedo.

<<No, no soy una pequeña mamba, ya crecí.>>


24 nov 2019

Desequilibrio.

Creciendo entre chantajes emocionales de todo tipo y orden, ascendente, descendente, más intensos, menos, de mayor o menor frecuencia, y algunos, simple y llanamente, abusos, por los que pasas de puntillas, -pues nunca lo superarás y ya lo sabes-, te crees a salvo de caer en la red de la seducción por el camino de la compasión.

Es extraño el desfase entre mi lentitud mascando la información que me da la realidad y la rapidez de mis movimientos, según mis hijas y la gente que me rodea, acostumbrados como están a verme volando haciendo mil cosas... cuando estoy bien. Y estando en mi mejor momento, que es ése, estoy revolucionada con un nivel de estrés insano. 
Miro a mamá en la infancia, tras la ventana de la memoria a muy largo plazo ya. Pienso en ella limpiando y atareada en la cocina, a toda leche, guardando la compra al llegar a casa, dejándola impecable mientras canturreaba, preparando aliños y marchando en sus fuegos esos cocidos de escándalo o preparando la víspera, mientras escuchaba la radio y yo le hacía de pinche, pelando ajos, picando, o lo que me pidiera.
Era magnético observarla. 
Reconozco esa mirada absorta y encandilada de mis hijas sobre mí, hoy en día. Forma un poco parte de mí ya, esta manera endiablada de hacer rápido las cosas, pero también yo era una niña tranquila, como ahora son ellas. Madre empezó a trabajar con nueve años en casa y con catorce ya estaba de doncella en una casa de postín donde residían y la humillaban privilegiados de la dictadura y de allí prácticamente salió para casarse y parir a mi hermano. Disfrutaría de salidas al cine, a salas de fiestas y a guateques, en aquella rancia España franquista en recta final, tres años apenas, antes del desliz. Lo que en aquella época te llevaba al altar sí o sí, si no eras de alta alcurnia o con posibles para salir fuera del país para evitarlo.
Y yo no empecé tan pronto a postergar la diversión, pero con 12 empecé a ayudarla más de lo habitual en las chicas de mi generación, por el nacimiento ese año de mi hermanilla. Ni siquiera hablo de perder a mamá pronto; tengo claro que aunque ella viviera, mi nivel de responsabilidad adquirido por la experiencia en casa, también sería más agudo que lo que marca la media de mi generación.

Y aún así, hasta muy avanzada la enfermedad, hablando de la depresión que arraigó en el último embarazo, no de la que se la llevó, ella era una hedonista, una disfrutona de la vida. Carácter fuerte y alegre que nos contagió a los hijos, pero que no para todos estaba aún suficientemente fijado cuando desapareció el astro del hogar, el ocaso fue así de prematuro. Más maduros y responsables que otros de nuestra edad, pero en plena tragicomedia de primeros amores y despertares sexuales. Muy malas edades y un preludio atronador en la misma madrugada de su adiós apresurado. Una mujer a medio hacer que de repente tiene que asumir los roles de una adulta que paraba todos los golpes habidos y por haber, e incluso más. Hasta que ya no pudo hacerlo y los destinatarios verdaderos del relevo se lavaron las manos.
Y aún hoy no está sacudido el negro pegado a la piel.
El 17 de junio de este año que agoniza fue la convergencia funesta de aquella partida, aquellas aciagas palabras al oído, las cuentas sin liquidar entre hermanos, los dolorosos reencuentros y las piedras del camino con las que tropezaste una y otra vez. Y ahí siguen.

El miedo atroz a huir y errar. De nuevo. Está siempre ahí. Hubo un tiempo que eras tan hiperactiva y resolutiva que te das asco por no saber encontrar el término medio.
Volver a ser la muchacha encabronada de antes, con ventitantos tras la barra de un bar, altivamente indiferente con aquellos a quien no intereso. Pues tampoco y es obvio el porqué.
No, no quiero eso con todo el mundo, pero sí quiero olvidar.

Quiero olvidar y es pronto, no puedo. Me gustaría ahora mismo no haberle conocido. O que hubiera sido un sueño. Revelador, como ha sido en la realidad, pero materia onírica de esta que me nutre.

Y veo el aquelarre agustiniano como un elixir bebedizo en copa duralex, con su vino de mesa y su alegría en torno a una.

"LA VIDA ES BELLA, MI NIÑA" [Y TODOS LOS DÍAS ALGUIEN LA PALMA]

Y vuelvo a pensar en que tengo que salir, respirar, tomar el aire, correrme juergas para olvidar, porque si no lo llevo crudo.

Me hace bien; pero no sé si porque quiere o porque se siente obligado a ello o incluso porque me mire como hermana pequeña, ya que tantas veces le dije a quién me recordaba, cada día más, por cierto.

Todas estas dualidades, aparentemente inconexas...

Curiosa y descreída - Ingenua
Desinhibida sexualmente - Tímida incorregible
Impulsiva y bocazas - Socrática y reflexiva.

Intentaré esperar a que quiera o pueda o podamos, pero sin prometer nada. Sigo escuchando al ruiseñor en su último sentimental canto, mientras espero que se abra un claro de luz entre las nubes.




21 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie. (VI)

21 de noviembre de 2019; DÍA 9 SIN SABER DE TI: DEMONIOS Y ESPEJISMO.

Tras el hielo, que vino de la mano del huracán, duerme el volcán. Solo subyace la actividad térmica, profunda, bajo mi piel. Mi sensualidad sublimada, de estado gaseoso a hielo, sin pasar por la condensación del gas, ha frustrado la destila del amor. No hay perfume a deseo carnal puro, todo huele a ausencia, al contrario.

Del deleite del chup chup de la sopa de marisco al plato de plástico precocinado.

Todo monótono a mi alrededor, no podían tardar en aparecer las dudas.

Te busco. En los sitios donde nos picó la bicha de la curiosidad por el otro. No sé, no puedo saber si estás oculto entre las sombras. 
La nube de murmullos lo pregona en un rumor constante. Tu ausencia y tu disfraz de incógnito. 
Nunca fui de dar crédito a los rumores, pero este me inquieta... por mi propia e innata ingenuidad.

Se cruzó en nuestras vidas una batalla ajena en la que yo me trencé incauta.

Y de pronto, esa maraña a punto de desmadejarse, en los últimos nudos desenredados de mi melena al viento, me susurra que acuda una última vez a tu morada antigua: "Algo se te ha escapado...
Él no sabía que eras una renegada. No sabía que eras como El Extranjero en esa red de vanidades. Que estabas de vuelta. Que eras la hija pródiga. 
Que volviste a dejarte abrazar por la brasas, a la desesperada."

Entretanto, entregada a la banalidad del olvido, bajé la guardia. 
Mucho. Tu oportunidad no habría estado ahí tan sólo unos meses antes.

He descubierto una grieta. Cegada por el calor del volcán que despertó o confiada inocentemente, cordera colega de lobos, ahora todo es confusión.

Me engañé o me engañaste. Esto es cruel y vano. "No te lo hagas, Ray"

Hay una tonelada de lodo sobre mi deseo. Quiero saber por qué ha pasado todo. No elucubro, busco a mis semejantes: los esclavos del amor y el placer.

La curiosidad innata de la gata, la que la mata. 
Entreabrí la puerta, con la esperanza de que rondaras por la entreplanta, porque nada tiene sentido y veo que se me escapan las ganas, que estas manos no pueden atrapar al escurridizo salmón.

No sé nada. Estoy en el punto de partida, reconstruyendo la historia.

Cada vez más confundida, el hielo se agrieta y la cadena del frío tiene fallas y oscilaciones térmicas. Se estropean las mejores cualidades del producto, tal vez.

Con tanto ir y venir y "no me abráis veinte veces la puerta de la nevera", mami...




20 nov 2019

Verdad revelada, veneno en mermelada.

Bandazos emocionales a -18ºC.

Cada vez más lenta la dinámica del fluido que bombea este corazón viejo y ajado, con su apariencia externa jovial y apetitosa de nuevo, como cuando eran veinte.

Engaño cruel y feroz del máximo amigo buscado y encontrado. Mal hallado.

Media vida y un error. Un error de proporciones catastróficas que me trae la enorme felicidad soñada y me marchita, a la vez, paradójicamente.
Hablar con otras personas que te cuentan sus experiencias. Entender tangencialmente algo que no te habías ni planteado siquiera. Algo en lo que no habías caído que lo explica todo. Y caer en un hoyo. Dormir profundamente; no querer despertar. Ser todo aún peor de lo previsto y elucubrado.

"Mi vida debería ser de dulce", frase pronunciada en un momento de máxima confusión y desamparo. Pensar que era la mochila y ver que no. Que me he entregado a la melancolía, buscando los brazos difuntos de la desesperación no superada.

Y no era eso. Es traición y cobardía, tradición y orgullo, corsé y mantilla. Estate quieta. Las cosas son así y vienen dadas.

No.

Todo está oscuro. Se hace de día y la traición sigue mirándome a hurtadillas, mientras la materia se ha detenido.

Desayuno veneno, las mañanas han vuelto a ser refugio de vampiros y noto la entraña chillando de dentro, llamándome estúpida, para ver si me acojona. Y yo mirando al horizonte sin ver nada.

Hielo. 




18 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (V)

Día 6; 133 horas sin contacto on line contigo. "Fantasmas de juventud".

Ciento treinta y tres horas, justo en el momento de escribir el título de esta carta, de silencio y oscuridad en mi alma, sin saber de ti ni darte música ni mi fuego, que se ha apagado un poco, sin ti.

Pero sonrío al pensarte siempre. Y quiero pedirte que pienses en el último álbum del que hablamos que tenías pendiente desde hace tiempo, y yo te dije que me gustaba su sentimentalismo, y que lo escucho mucho. Y luego te transcribí estrofas en el chat de Whats App mientras yo lo tenía en el pc reproduciendo. Ese día me sentí triste por conocerlo yo antes... y seguramente tú también, o esa impresión me quedó. No esperes más, que te está hablando, soñador mío. Te habla. Te cuenta. Nos cuenta. (Ahora te imagino riendo conmigo)

Yo también me aproximo y me alejo, y digo muchas tonteras. Pero te sigo amando. A pesar del frío helador.

Esta sí la escribí pensando en que leerás, que me echarás de menos...

Pensando en que ya es lunes, y que somos los Nadie a quien se dirigen estas letras y estos alisios, muy enfurecidos, que las rodean en estos días, desde que no hablamos.



17 nov 2019

"Una pseudo a un mutual blocker"

Lo prometido es deuda, en mi código moral. Echar en el olvido lo que digo ante todo el mundo me resulta imposible. Sí: esto es una justificación por aludir aquí a un tema del que no deseo dejar huella en el blog de una manera literal. 
Por tanto, y en coherencia con mi manera paradójica de ser reservada, sembrando la duda pero sin dar datos personales que hundan más la daga, esta es toda la referencia y relevancia que voy a dar en mi rincón personal a algo que empezó en julio de 2019, con una persona implicada a la que quiero y de la que me han intentado separar, sin conseguirlo.

Por ella y por mí, este es el punto final hasta que pueda expresarse y participar de nuevo de la risa, sin que le afecte nada de lo que intente nadie, para hacerle dudar de ella misma. 

Siento no desvelar el enigma, querido desconocido que motiva este post, Mr. Old Shadow. Entienda que con ese nick, además, no me gana en transparencia. ;)


14 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (IV)

14 de noviembre de 2019: El caníbal amordazado.* (hilo publicado en twitter el 12 de noviembre)

Nostalgia de alguien, de algo, que ya no está, que ha cambiado. Resistencia a aceptarlo y finalmente duelo. Este camino, he perdido la cuenta de las veces que traté de recorrerlo completo en los últimos meses. Me siento perdida sin él. Pero también con él en silencio.

No me sirve no escucharle. Y no quiere dar ese paso. Escuchando a Millás, sobre que no hay certezas, en la noche del 20 de septiembre del programa de Ortega, siento lástima de las circunstancias en las que le he conocido. Sonrío cínicamente, en la soledad de mi sofá.

Recuerdo cómo nos confesamos lo solos y rechazados que nos sentíamos. Duele tanto todo. Pienso en entregarme a soñar. Soñar que cada noche me cuelo entre tus sábanas y por arte de magia todo desaparece, menos nosotros.
Que volando, con un salto a la luna, desde mi ventana, sea realizable llegar a ti, abandonarme en tus brazos a la verdadera entrega. La complacencia del deseado, los gemidos y el sudor. Las palabras...
Tres segundos eternos en mi memoria, tus susurros en mi oído, el más dulce despertar que alcanzo a recordar. Saber que para ti no es lo mismo. No saberlo. ¿No hay certezas? No. Mientras no lo digas. Mientras no aclares qué fue lo que callaste.
Lo que ibas a decir e interrumpiste.

Los tweets* que nunca leerás. El corazón roto por mil sitios. El miedo a estallar contra el suelo.



13 nov 2019

Errores de interpretación.

Escribo para mi. En mi imaginación y recuerdos me encuentro a salvo.

Ese es mi objetivo difuso. O debería serlo. No escribir pensando en que me lean porque entonces distorsiono mi realidad vital. Y cuanto más cruda y transparente, más honesta me siento conmigo misma.

Si dirijo mis letras a alguien están guiadas por la necesidad de aceptación, aprobación o incluso las ganas de pisarle las tripas. Pero no lo consigo igual, paradójicamente, y a la vez no es lo que busco.

Tampoco mi identidad, ni un estilo concreto. Rebusco en mis experiencias vitales, tratando de acercarlas porque la realidad supera la ficción, y estoy convencida, no de algo tan obvio como que no soy la única que sufre en el mundo, sino de que habrá muchas personas sintientes que, si se llegaran hasta aquí, tal vez se sentirían reconfortadas. Y quiero animarles a juntar sus propias letras, palabras y frases. A narrar lo que les pete y les haga felices, o que al menos les alivie el peso. 
Pero que se exprese y de alguna manera busque la forma. 
Porque quien siente se inspira y es la tabla de salvación en esos momentos oscuros, que abarrotan de nubes mi esperanza y coraje innatos.

Y si puedo sentir inspiración aún para salir a ver la vida de colores que nos ofrece lo que nos rodea, y que nos empeñanos en no ver, escondidos tras el negro sobre blanco, tras nuestras miserias humanas, que se exponen obscenamente día a día, curados todos de espanto, en esta maravillosa, porque yo la amo, sociedad hiperconectada, mejor aún. 
"¡Nos rodean astros y planetas, celebra! ¡El océano, Rai!" me digo a mi misma a veces, como para despertar el resquicio de entusiasmo inocente e infantil.



12 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (III)

Martes, 12 de noviembre de 2019: El ocaso de la Reina Momo.

Día 1 sin contacto on line contigo. A partir de hoy, periódicamente, no a diario, puesto que romper las vías de comunicación en WA y TW persiguen un fin, que es sacarte de mi mente, obligarme, estas "Cartas para Nadie" están reservadas para ti, amor. Y no. No sabré si las lees o no. Ni nadie más que yo sabe quién eres tú. Nadie eres tú, en definitiva, de ahora en adelante. Te cambié el nombre, ya tienes otro modo nuevo de referirse alguien a ti, para que lo guardes entre tus recuerdos.

Porque me sigue apretando la fresa sólo el susurro, sólo las palabras escritas "latir juntos". No puedo, no me lo saco. Y sé que la única manera es ser radical. Incluso inmediatamente contactar con quienes quieren saciar mi sed. De manera mucho más prosaica que vos, sí. Pero sin sentirse culpables por ello ni hacerme a mi papilla por el camino.

Como dije donde no podrás leer: Algún día me llegaré a tu vera. Y entonces te ofreceré mi mano y mis labios, de nuevo. Todo mi ser será tuyo, si lo quieres y el futuro brinda la oportunidad. Pero ahora tengo que hacer un paréntesis largo. No puedo ni debo estar a tu alcance. Algún día comprenderás que yo también siento a mi manera y reservo lo mejor siempre para el tú a tú. O tal vez no. Pero espero poder sonreír al pensarte, aunque hoy no sea capaz todo el rato.
No estés triste, si por lo que fuera llegaste aquí. Cambié de bar. No es tan difícil volver a charlar sobre rock algún día, volver a reconocernos solos, entre la multitud. 



Te sigo soñando.


10 nov 2019

Furtivos.

Borradores de twitter* no publicados. Hoy, en este post.***

Porque cuando estoy ansiosa, -en realidad justo después de las crisis de pánico, no durante-, consigo ser lo suficientemente consciente de que no quiero verter ciertos pensamientos, emociones y trasiegas de mi vida en esa red social.

A quienes quiero acercárselos lo intentaré a mi manera, en documento en blanco sin límite de caracteres, con posibilidad de edición, reposada la inmediatez, tras la reflexión.

Siempre fui lenta. Fiel al refranero utilizado habitualmente por mi madre, para transmitirnos sus valores, recibidos también de mi abuelo, "vísteme despacio que tengo prisa" combinado con "sin prisa pero sin pausa" son filosofías vitales para mí; contrapuestas a la velocidad de palabra de hoy en Internet. En las conexiones a distancia, en general.
Todas hay que gestionarlas con acierto, pero WhatsApp en particular, me mata el equilibrio emocional, es una red que me crea un gran malestar y hay personas que la utilizan de manera funesta, demasiada gente, para mi disgusto.

Pero no hablo de eso, sino de los casos en los que deseas recibir respuesta de alguien. Y no llega. Y depende de cosas que no están en tu mano que la recibas antes o después. Rápido o desesperadamente tarde para tu equilibrio emocional... y tras de ello el hormonal. Bioquímica pura. No falla, pero nunca en mi vida me había sucedido que me provoquen desregulaciones en mi ciclo de diez días.
Pasó aquella noche furtiva, pasó tras aquella, la última, que pretendió ser una ruptura sincera, y que aún no sé con exactitud cuánto dolió y me duele, por tanto, hasta que no lo aclare bien. De esos días alejada son los tuits que no di a enviar. Y me alegro de reservarlos para quien tenga interés en leer aquí.
Cuentan del torrente de emociones que se me ponen en marcha, del difícil equilibrio que supone todo hoy en mi vida. Pero qué si no es la vida, sino sentir y emocionarse.

*<<Aparece en mi vida hoy de nuevo. Me escribe, como cumpliendo con el trámite de una petición de hace días, preguntando por su salud. Respondo escuetamente. A los 20 minutos no puedo evitar enviar un audio. A los 10', viendo que está en línea, tras escuchar, comienzo a escribir.>>

<<Otro mensaje eterno, que borro y edito en su inmensa longitud. Él sigue en línea. No lo puedo saber con certeza pero le conozco creo que suficiente para saber que está expectante. Que desea leerme y verme bien. No sufriendo y desesperada, como estoy, en realidad, por saber de él.>>

<<Sin deseo no hay amor. No siempre es que te escriban. También es responder. Y el tipo de respuesta. Saber que latir juntos no lo deseas con cualquiera. Temer que haya acabado aquí...>>**

 

**Estos hipotéticos tweets no fueron enviados a finales de septiembre, sin ser necesaria mayor precisión, ni de tiempo ni de espacio.
***Este post es un tributo a Bo, "Bosita", que se escondía de todos, un tiempo, menos de mí, y fui la última en verla. Se fue también, a finales de septiembre de 2019. Echaré de menos siempre buscarla.

 

3 nov 2019

Despacio, a fuego lento.

Esta tendencia, -diría que casi innata-, de entregarme al amor de manera irreflexiva, imprudente... 
De no ir a lo práctico y pensar en las consecuencias, en el dolor del fracaso y el desgaste emocional que eso implica, cuando sale mal. 
Incluso debería valorar la cantidad de cicatrices y zarpazos en la patata; el estado previo y la huella que dejaron otros, que afectará sin duda a las nuevas relaciones que alumbren el horizonte.

Y deberá ser muy intenso el rayo de luz, porque con el tiempo te arriesgas menos, incluso en casos como el mío. 
O mejor dicho: Amo y es difícil porque está lejos. 
Probablemente sea mi amante más complejo, pero no por la distancia en sí, que también (obviamente), sino por inocular una extraña y nueva capacidad en mí: reflexionar acerca de mis orígenes en positivo, algo que nunca me ha sido fácil... (Valgan las páginas de este blog personal como muestra de ello =) ).

Es sabio, de una manera sencilla, austera, exquisita, todo al tiempo. 
Al expresarse así de bonito fue que me conquistó. 
Me había fijado en él. Me parecía atractivo.

Y un buen día se dirigió a mi. Como nunca nadie lo había hecho antes. Fue instantáneo, casi. Yo me dije "Ay" muy rápido, me picaba mucho la curiosidad.

"Como una adolescente"...

Ir entendiendo su conducta íntegra, su respeto escrupuloso. Y querer que esté bien. Que ría. Que siga disfrutando de la música, de la vida que merece tener, del amor de los suyos.

Estar bien los dos. Amarnos, a veces. Sentir que me piensa, desde lejos. Deseos y anhelos que me ilusionan y encienden. Pero en calma, con paciencia. Me ayuda a verlo. Hace unos meses estaba ciega de dolor y ansiedad, para poder hacerlo.

Igual que con mis amores chinijos: calma, paciencia. Que sonrían siempre.

Tiempo y cocción lenta. Los buenos cacharros de barro. 
Y cada vez guardarme más y proteger lo que surgió.



1 nov 2019

Corazones Terrón.

(Por si las dudas)
Ese día. Ese día me rompí un poco más. Además de la felicidad de tu piel, ocurrió.

No eres responsable de esto. No lo sabías. Recuerdo una vez que hablábamos de ser más o menos auténticos en la red. Está marcada a fuego esta conversación en mi mente por ser tras nuestra primera reconciliación por un desencuentro importante. Yo te decía que si eres transparente en Internet, das armas al enemigo, te conviertes en vulnerable diana, eres blanco fácil de la hostilidad. Tú decías que eres igual fuera que dentro y te contesté que yo también, pero que me traía problemas. Pero, hoy... permite que lo dude.

No porque no crea en ti, en tus palabras, en tu honestidad que infravaloras. En quien no creo es en mi. Desde hace ya demasiado tiempo. Porque cuanto más brava y rabiosa me muestro virtualmente, más rota estoy. Y solo estoy bien, de verdad, cuando domina el tono jocoso en mi expresión. Aunque ahora resulta que de eso, dependiendo de con quién te topes, tampoco te puedes fiar. El humor cuando realmente es cinismo, como modo de vida, es una pantalla, un bluff. También es algo que se puede ver con facilidad en el narcisismo enfermo que recorre las RRSS. Humor como pose. Para joder al otro o a la otra a los que tienes tirria. El "dientes, dientes, que es lo que les jode" pantojil.

Total, que voy de dura y soy de blandiblú por dentro. Un chicle de esos relleno con jarabe repugnante, que está como un leño por fuera, hasta el punto de que te puedes dejar un piño a la primera masticada. Esa es la realidad que me dificulta la relación social en redes hoy, además de mis problemas de control de la ira. Me duele la falta de empatía puesta por escrito a diario por tanta, tantísima, demasiada gente. Pesa tanto que te olvidas de los buenos con demasiada frecuencia. Es malsano. Un remolino de confrontación imparable, a cada nueva cuenta que se abre. Porque son reflejo de lo que se VIVE, con mayúsculas intencionadas, fuera, muy a mi pesar. Y digo esto porque la realidad supera a la ficción y también a la mierda que aflora en las redes sociales. 
Lo que me lleva a una conclusión desesperantemente negativa y pesimista, como yo misma aún estando de buen rollo, porque mi favorito es el humor negro: QUÉ JODIDA ESTÁ LA GENTE DE INFELIZ Y NECESIDADES BÁSICAS NO CUBIERTAS (véase salud mental o física, techo, cacho de pan que llevarse a la boca incluso, AMOR...)

Aquel día, cuando detuviste mi reproche, amor, habría necesitado saber al menos, de tu voz, que finalmente querías estar allí. Que he sabido después que sí, quizá, pensando en tus palabras y tu manera de actuar. Pero el silencio lo envolvió todo y todo fue más tierno por eso, a pesar de las circunstancias y el tiempo TAN ESCASO.

Y soy frágil. Insegura. Sentimentaloide, con deje despectivo por los líos que me trae. Cada día más, se me antoja, en el último año. Casi a diario tengo motivos para sentirme un felpudo. Y todos los días tengo motivos para luchar contra mi cabeza y decirme "No, los tengo bien plantados, yo puedo, yo voy a poder con esto porque he pasado mil y una ¡anda ya...! ¡Soy la hostia en vinegar!"(...)
El exceso de responsabilidades prematuras me ha convertido en esto. En alguien que se auto engaña y auto anima a diario a seguir por el camino del resquebrajamiento. Pero no podrán reprocharme que no pido ayuda y no muestro ese lado salvaje, animal, hostil, de herida abierta. 

Para la lucha, estoy sola. Ya puedo espabilar porque esto es un deja vù en toda regla, adaptado a los tiempos, pero vivo lo que mamá. Y en este punto era donde el cruce de caminos es decisivo para el final de la historia.

A los corazones terrón sólo les salva el AMOR PURO. El deseo trufado de ternura, la risa sincera y el interés real por el bienestar del otro. Es sólo querer que rías, que no estés triste. Y aprovechar los round que haya. Cuando los haya. No dañarte con mi verbo ni mi indiferencia, ni por nubarrones propios ni extraños, de quien me pise antes de cruzar el umbral de mi alma. No soy un felpudo, pero me apaleo. No me valgo, tengo miedo de herir y abro las púas. 

Los terrones en el café caliente y amargo se disuelven con facilidad. Como mi corazón.