Conociendo cada día un poquito más esta tierra y las peculiaridades del ecosistena volcánico conejero, supimos el necio y yo que, aunque no se va "a setas" por razones desérticas y de ausencia de humedad evidentes, los lanzaroteños buscan la papa rica (una especie de trufa autóctona y por lo visto espectacular) cuando es época.
No soy muy dada a la receta gastronómica en el blog. En realidad no me había dado cuenta de esto hasta hace un par de días, que lo mencionó Giorgio comiendo unas "papas a la importancia", uno de los platos de pobre más exquisitos que hay y que a la menda se le da de muerte (¡Ejem!).
Yo contesté que me daba un poco de pereza y que no me apetecía escribir recetas de cocina, pero resulta que después se me ha ocurrido una idea de blog muy interesante. Aunque ese es otro tema.
Decía que aquí no se puede ir a setas porque no es el hábitat idóneo para los boletus, entre otras clases.
Con la llegada de la estación otoñal, proliferan las fotografías en las redes sociales de los amigos y conocidos posando con magníficos ejemplares de edulis ,muscarias y pinícolas, tan abundantes en la Sierra de la Demanda y, en general, en gran parte de la provincia burgalesa.
Me resulta curioso comprobar cómo las reminiscencias de mis raíces castellanas se apoyan, con bastante frecuencia, en los productos que proporciona la tierra que me vio nacer. Por otro lado bastante lógico debido a que muchos de los recuerdos más preciados se hallan unidos a aromas y efluvios de productos autóctonos de la Ribera del Duero, que por aquí escasean y de los que mi madre era acérrima defensora.
Entre las añoranzas más entrañables y frecuentes están el vino tinto de la Ribera, que allí encontrábamos más económico y, evidentemente, con un surtido de marcas equiparable al número de productores, y el queso recio de oveja, tipo Sasamón. Y ese queso de sabor fuerte acompañado de uvas para merendar.
Y las setas.
De otoño y primavera. Boletus y Agaricus. De cardo, de carrerilla, de brezo. Edulis laminadas con tres minutos de plancha, vuelta y vuelta. Croquetas de edulis. Aquella tarde en el café-chiringuito en la que acepté el reto de las croquetas con auténtico sabor a boletus y el recibimiento de los seteros cuando volví de descansar y empezaron a aplaudir según entraba por la puerta: Giorgio se había adelantado a sacar la fuente del pecado. Con lo que, la ovación fue unánime y emocionante...pero las croquetas habían volado. Menos mal que me la olía y había dejado un poco de masa sin dar forma para no perderme la cata. Jornadas gastronómicas seteras que recuerdo con cariño y produciendo jugos gástricos..mmmm.
En general, siempre me ha gustado la época de que te traigan ir a setas y el apasionante mundo de la micología. Y me produce añoranza algo tan simple como el retrato de una seta en un fichero colgado en la Interné.
Si hay aficionados por ahí, tengan en cuenta la importancia de no recoger las que no se reconocen con indudable seguridad . Una vez hechas las comprobaciones pertinentes, a disfrutarlas.
¡Quién me lo iba a decir!
¡Morriña de setas!