Aprovechando las horas, y porque me da la gana, os voy a contar una 'eviada' de las que me suceden muy habitualmente en los últimos meses.
Incluso teniendo un buen día, en el que haya podido mantener a raya la rumiación y estado bien, con las pilas tirando, llegar a la noche con un estado de ánimo que me facilite conciliar el sueño es complicado.
Podemos incluso sumar que estoy contenta de sentirme útil, no una puta ameba, lo cual es bastante más frecuente de lo que me gustaría.
Pero se tuerce. Si no fuera porque #NoSinEvidencia diría que tengo un gafe del tamaño de Groenlandia. Bueno, por eso y porque la evidencia está del lado de algo mucho más prosaico: "cerdos marinos". ¡Ojo!, con todo el respeto lo digo y en deferencia a mi suegra, que es expresión que ella misma usa para dirigirse a mis cuñados y compa. Digo yo que tengo el comodín marimerche, que no se refería a los animalitos del océano, por si pensaban.
Y hoy, tras de recoger del cole a Chan, me fui de recados a hacer compra grande y también recoger libros de texto reservados. Se quedaron con papi. Esta mañana empecé a levantar colchas, sabanas, puse lavadoras y barrí toda la casa, antes de hacer otras cosas. Suelo enviarle fotos de la mierda debajo del sofá y cosas que me encuentro de la tarde anterior o whatever. Hoy unos trozos de naranja, arena/migas de galletas, juguetes menudos, una chola que no aparecía anoche...etc. Foto y al WhatsApp.
Dijo él: "De hoy no pasa, tengo que hacer limpieza general". Sí. Se refiere a la iniciada por mi esta mañana. Pero da igual, nunca podrá decir que le he hecho ascos a sus ofrecimientos que siempre, desde que convivimos, se han quedado en eso: palabras. YO: "Ah, poh valeh. Si tiendes la colchas del sofá, terminas el suelo fregando, recoges la ropa que quedó y pones las sábanas que he quitado de las camas de las niñas esta mañana, ESTARÍA GUAY"
Vuelvo a las 8:00 p.m. un momentito a cenar, echar una mano para acostarlas y forrar los libros de texto nuevos, o, dependiendo de lo que me encuentre, pillarme un bocata boquerones y salir zumbando a hacer algo por fin en la ofi hoy (que no sea barrer, limpiar polvo, el baño, reponer agua, café y consumibles, optimizar equipos informáticos de la tarara...etc.) porque "ojos que no ven, corazón que no siente"
Entro por la puerta de mi dulce hogar y me encuentro, efectivamente, la mundial. No solo no ha hecho nada de lo que había que acabar, sino que la casa completamente patas arriba: opto por el bocata... Solícito, me prepara una bolsa con tupper uvas y queso y un bocadillo, mientras pillo el cargador, las pastis y paso un rato en el sofá con mis hijas, sin duchar y en bragas, asediándome a cosas que contarme y preguntas que hacerme, que parecen náufragas recién rescatadas.
Bueno, al menos están cenando unos nachos con las salsas de queso tomate y guacamole puestas en la mesa del centro, y directas en el bote, sin ni calentar la de queso al menos, porque "se pueden comer así". Poh vale, otra vez. "¿Está mi bocata?" "Sí, toma, en esta bolsa." "Okei, voy a dejar estas camisetas en el armario y estas braguitas que las he comprado, y blablabla..."
(mientras hablo camino por la casa, poniendo una toalla que no hay en el lavabo del baño, quitando las sillas mini de las Chan de en medio del pasillo; vuelvo sobre mis pasos, creo que me dejé en el salón el móvil, no, está en el baño, lo cojo, regreso al salón, beso a las niñas, me entretengo otro rato con mimos que me dan la vida. Cojo las llaves, me despido saliendo de aquello que parece un hospital quemado. Cierro la puerta tras de mí, respingo profundo, bajan las pulsaciones por minuto, "ya estás fuera, Eva" me digo)
Llego al despacho. Tengo hambre... ¿La bolsa con el bocata? JO-DER. Me la he dejado. Otra vez. Le pregunto por WhatsApp si ve por allí mi cena. Efectivamente. Encima de la mesa del salón, entre todos los trastos la apoyé para prestar atención a las niñas.
...
"No, tengo fruta aquí, fresca y secos, galletas y café. No vuelvo ahí ahora, y ya puedes recoger en el rato que estoy fuera, me he quedado en shock al ver que está mucho peor de como lo dejé al salir de casa al mediodía."
Triste pero cierto, que del estado de ansiedad que me produce el entorno doméstico caótico, la primera consecuencia inmediata son fallos de concentración y cognitivos de este tipo. Es decir: he hecho varias cosas el rato que he estado, pero, salvo estar con mis hijas, nada de la relevancia de comer, puesto que aún no lo había hecho en condiciones. Y para colmo me dejo el bocata. Es frecuente que me deje la comida, claro, ese es el problema, no que me la haya dejado hoy de nuevo.
La memoria a corto plazo hecha trizas en situaciones de estrés agudo...
Es terrible no considerar un hogar la vivienda en la que has compartido y compartes tanto a diario con tus hijas. Llevo meses padeciendo esto. El desgaste y mi salud maltrecha hacen que el marcador esté en déficit desde hace mucho. Antes limpiaba yo y lo mantenía, con dificultad y cabreos continuos. Ahora la depre me ha quitado esa energía de antaño y mi casa es una montaña de basura descontrolada, donde nadie limpia, -salvo yo ocasionalmente, cuando me levanto con energía, como hoy-, sólo ensuciamos.
Vivir en una casa que para mi hace tiempo que no es un hogar digno para mis hijas, además, es una de las cosas que me generan reacciones de pánico que antes no estaban.
He soportado una carga sobre mis hombros intolerable y encima ahora mi casa me produce ansiedad y malestar, necesito salir por patas de una manera angustiosa.
No sé si habéis visto Casper, pero son sus tíos, Tufo y compañía, en la secuencia del desayuno.