Con pinturas de guerra. En el avatar de súper-heroína felina con sombra y purpurina verdes. En la foto antes de embarcar... de camino a ti. Hizo lo que fue a hacer. Un trámite. La derrota es tuya, que no lo abrazaste con el fuego que trajiste de regreso al volcán.
Eso temía él, antes de verte, esos fantasmas de dejarlo todo y plantarla de cagadas. Se dice tonto y la tonta fuiste tú. Ahora lo ves. Que no se lo demostraste. Tú llevabas los tuyos propios y pesaron más que tu propia felicidad. Hiciste tu propio fracaso y le reprochaste a él. La oscuridad que vendría, tras de no poder volver a veros.
Típicas alegorías de preguntas y cuestiones en las que re loco acabaría tratándote de bobita linda. Y tú enfadada. Porque eras tú, con él. Puramente tú. Incluso arrebatada, eras tú. Y él lo sabe. Por eso le hacías reír. Por eso le amas. Porque...¿entendió?
Silencio ante el dolor hace poso. El temblor del que habla es el volcán. La islita es voluptuosa y te mimetizas con ese carácter... lo de no entender la oscuridad te suena blando y no puedes pasársela y te da igual ya todo, Rai. Esta no se la pasas a Pájaro Guía porque se ha pasado de naïf, que llevas treintaypico de años viendo la cara oscura de las personas. Parece un acomodado comunero de tres al cuarto el pobre viejo Alberto.
No interpretas nada más que un lindo tema que no compartes en lo que tú lees de metáfora existencial errada, de viejo de vuelta de todo. De repente una negrura, pero de lado oscuro claramente reconocible, la sinrazón. Asociada a la muerte de una manera tan trágica, que me recuerda mi propio eterno y exasperante duelo no resuelto por cien mil cosas a la vez y que se resumen en una: ausencia de libertad para decidir. Por dos veces. Los muertos en vida. Las imposiciones morales de los demás, los juicios sobre los caracteres forjados por una vida aleatoriamente compleja, como tantas otras historias humanas sobre el Planeta Azul.
Con un vestido floreado, no con una falda. Y no era la muerte. Era la que vio lo que pasaba entre bambalinas, recién te encontraba. Y recuerda comprar ese trapo, no por moda, sí por querer sentirse bonita de nuevo para alguien que se fijaba como ella necesitaba. Pero fue una mujer muy débil, en el peor momento. Sabe que la de la Guadaña espera al segundo fracaso. El tiempo es inexorable, las modas ni rozan la relevancia de aquel.
Hay aún muchas interpretaciones fallidas por el léxico, pero la sonrisa sí está en los ojos. Y diría que el perro viejo que utiliza el rock para ligar con zorronas dio con una idiota que dejó el pabellón de loca del coño en el antro, bien alto. A cuentas de caer (o no, pero qué más da ya todo) en las garras de un avatar personaje del carpe diem. Por decir algo. Cinismo a raudales o no entendí nada, tras la cruz de la confusión.
Historietas de parias que se auto excluyen en tiempos en que nadie sabe y todo el mundo sabe dónde hay que estar. Todo el mundo sabe lo que es el amor pero nadie lo sabe. Todo el mundo sabe qué es la lealtad pero nadie es leal. Todo el mundo sabe lo que es la locura y te dirán lo que has de ser y hacer para que te tomen por cuerdo. Si te interesa o no es lo de menos. Lo harán, te dirán. Incluso con el silencio te dirán.
Eso es todo lo que el queso y los pasteles dio de sí, sentado enfrente de la muerte. Nunca llegó nada, no me dibujaste.
Mentiras y más mentiras, Momo se acerca...preámbulo obscuro de Malamadre.
Este post está reeditado en 9 de febrero de 2023, tiene una versión atroz en mitad de la pandemia, 2020.
Ahora está presentable, eliminadas frases.
Momo sigue escuchando todo lo que hace y toca Solari.
Re escucharé. eternamente.
Se acerca Carnaval.