17 may 2020

El candado de la cándida.

Era novata de todo y de nada. Que alejada del mundo digital por generación un poco, pero sobre todo por falta de medios y tiempo, iba y volvía por épocas. Antisocial por elección, de gaje profesional: estar tras la barra del bar cuando los otros se divierten, que te encuentres con mucho insolidario, - o directamente, pijo hijoputa.- en el camino... quita las ganas de más garitos infectos cuando acaba tu jornada laboral. Te queda de secuela el noctambulismo y también la tendencia al gusto por el ocio en soledad.

Ves que en eso consiste pero por otro lado, no tienes filtro. Es decir, tu día a día, lo que está a la vista de tu vecino, el de debajo de tu piso, por qué no vas a comentar aquí. Cada uno pone el filtro, el color, el encuadre, el brillo...

La realidad filtrada, son las selvas de las redes sociales de Internet. Y también, como en analógico, es importante dar con la gente auténtica, que tiene un filtro hacia afuera y otro para adentro.

Bien sabe la candidez de donde procede el error que se comete con ella cuando alguien prejuzga que la candidez sabe de qué va la murga, es más, se hace la tonta y hay alguna mala intención detrás de ese empanamiento impostado.

Porque... ¿cómo se va a ir así despreocupadamente por la vida? Llegando y diciendo alguien, abiertamente: "Oigan, explíquenme, que me pierdo, que me están dando por troleo lo que ahora no lo es". Que cuando no haya ni puta idea de qué va algo y te percates, te bajes del burro y digas a alguno o alguna: "ah, vale... NO, sigo sin enterarme..."

Que recuerda siempre que la gente de su entorno de edad ya viven mucho más cómodos, porque cuando en su precoz independencia tuvo que pagarse facturas y dejar de estudiar, ganaba para sustento propio incluido el gasto del alquiler y los suministros. Pero que eso en absoluto es una queja. Es una merecida justificación al empanamiento. A que entra en el antro y no pilla el chiste, o no se ha enterado de la nueva tendencia de mofa contra el pazguato o lerda de turno de la semana. O el último grito en memes. No sabes de qué va ese día la referencia a Amanece, o simplemente llegas y preguntas: ¿Qué pasó?. Y se desata la mordacidad del ay qué cansino, esta, que nunca se entera. O aprovechar y empezar a vacilarte relacionando el evento con cualquier memez de refilón que te pueda hacer blanco.

Pero lecciones no, por favor. Aceptar la ignorancia propia de lo que sucedía en el último grito de la red o la tendencia cultural en esto o aquello. Pero lo último que admites de nadie, -mucho menos aún de gente incluso mayor que tú, que trata de decirte por dónde se cruza mejor el río-, que, sobre salvaguardar la intimidad, a pesar de las apariencias de los últimos cantos en las excursiones, nadie absolutamente te va a enseñar nada. Y sobre sobrevivir, tampoco hay muchos que te habrían solucionado los marrones, cuando se presentaron jediondos y sorpresivos, ni sabrían menos aún cómo echar un cabo ahora.

<<Candado al corazón, a los sentimientos...>>


A las imágenes, sí, por qué no, del Ave Fénix, de la mamba mudada de piel de nuevo...