Bajo su ruda apariencia, todo. En la superficie, nada.
Pero la superficie. Camisas rudas, tejanas o de cuadros y franela. Debajo de ellas la camiseta térmica, imprescindible para patear en invierno el bosque frondoso, a veces a bajo cero de temperatura, en grados celsius. Y aún así, él llevaba desabotonado el cuello, como desubicado en el espacio y el tiempo.
La rutina diaria de los habitantes giraba en torno a la madera, la ganadería y, en los últimos tiempos, también ocupándose del turismo rural, en aquel pueblo de la Demanda. En comunión todas las actividades con aquel hermoso e imponente paisaje que lo enmarcaba, de monte frondoso, haya, roble, pino albar, acebo. Inabarcable el sentimiento de majestuosidad de esas cumbres, antaño acogedoras de glaciares, que terminarían formando las afamadas lagunas de la zona y que, año tras año, acogían miles de visitantes.
Callado. Reserva era todo, como aquel paraje, pero en verdad, no de flamante título de parque natural. La jugada del destino, vivir allí donde se desheló el glaciar y llegarse de la mano de otro. Pensando que así era la vida, lo que toca. Su merecido final al lado de una laguna negra y fría.
A veces pensaba que no entendía el mundo. Aquellos niños grandes, que no sabían respetar a una mujer para ganarse a otras, algo tan elemental. Tres reían como hienas bobas, haciendo ojitos todas al mismo ejemplar bien parecido del grupo, mientras otros tres le daban cera, aplaudiendo su socarronería, como monos imitadores. Había una cuarta, con ojos muy grandes que no reía. Al contrario, empachada del cortejo del pavo, se acercó sola a la barra a pedir otra bebida y se sentó después con una guía sobre el parque en una mesa al lado de la ventana. Eso le gustó. Y otra vez para sí mismo: "Un verso libre siempre hay, por fortuna. Aunque el cruel azar lo descarte porque no hay hueco para él en el soneto de la vida", pensó mientras decidía quedarse con ese sabor de boca. Dio las gracias al tabernero y despidió al compañero, enfilando hacia la puerta de la calle: "Hoy voy con prisa, pero otro día me toca a mí la ronda, da recuerdos a Nines*".
*Este relato tiene una secuela, escrita el 27 de diciembre de 2020:
"Nines y el dolor".