12 ago 2020

Ven a mí.

Pero ven tú, desnudo. En cuerpo y alma. No me vale, si no es de ese modo. No puedo así, y erraré. Tropezaré una y otra vez en mi empeño, sin descanso, buscando una alma gemela. Que ni sea celoso ni se enamore de los celos.

Limpia de polvo y paja, ahí está la realidad. No te sirven quienes no se auto conocen, hasta el punto de negarse su propio ser. El amor no se enamora de los celos, como mucho se enamora de un espejismo de libertad, de un reflejo. Y eso ha pasado ya, al menos dos veces desde que levanté el vuelo y escapé de la jaula. La primera fue engaño, con todo, de intención y de pensamiento. De una falta de sinceridad sonrojante. De una persona que no se acepta a sí misma ni se quiere lo suficiente como para decir la verdad desde el principio. El segundo tropiezo es distinto. Ha costado mucho más verlo, pero es obvio a estas alturas que hay celos de los amantes de otra persona que a su vez lo es. 
El amor no se enamora de los celos. Es más: los celos son obsesión, inseguridad, pero no amor.

El amor lo que pide es dulzura e intimidad. El sexo obsesivo, que no el lúdico, exhibición y exclusividad. De manera que es animal, al punto de que, como los mamíferos territoriales, puedes oler el cerco de orines alrededor de la presa.

Vendrás a mí solo cuando te hayas desprendido de esas maromas y quieras de verdad probar la piel de la serpiente, que abraza, constriñe y se va después del acto.

No tengo nada de religiosa, ni siquiera, a pesar de la fama, de la mantis, tampoco. Ese no es mi rollo. Lento, duro, suave, húmedo, espontáneo, imprevisto, salvaje, soñado, sin reservas, en la marea... Hay recital ahí en el desván, entre el polvo. Y no hay celos. Sí inseguridades que no has sabido interpretar y ella sí.
A que me dañen los celos de otra persona no me voy a volver a exponer en la vida, si en mi mano está evitarlo.

CANDELITA, la que baila y siente.

*Parecías el adecuado, hasta el último momento. No quiero sufrir, tampoco que sufras. Lo mío está en mi mano. Lo tuyo no lo sé, aunque por lo que a mí respecta, trato de evitarlo. Publico poco, entre muchos borradores. Me pienso cada letra, después de las últimas conversaciones. Por eso voy a publicar a la antigua. Dando al botón y revisando después. *