6 oct 2021

Consciencia.

 Y cuanto más consciente, más sufrimiento. 

Y de tus actos, motivados por la ira sin control. Del estigma de quienes no entienden,- ni se molestan, dicho está de paso, porque de todo hay,-el proceso ni el mecanismo que lo pone en marcha. Mecanismo, dicho de andar por casa, para referirnos al estímulo del entorno que prende la mecha del miedo. Primero identificas lo que desata el patrón de conducta autodestructivo. Después te alejas. Y por último, debes volver a la exposición, gradualmente, hasta que bajen los niveles de ansiedad, que a su vez, en tu caso, desatan la ira como defensa a un estímulo muy nocivo. Y lo calificas como tal porque de modo asertivo no logras hacer entender a la persona eso. Que la minusvaloración te destroza, no te motiva. Que en tu casa jamás te hicieron tal cosa. Que te hunde en la mierda y buscas aislarte porque te sientes incapaz. 

Ser consciente de que todo comienza con una auto traición es demoledor. Para la culpa. Cuando en perspectiva sabes de sobra que tu búsqueda era algo tan comprensible y humano como la de la tranquilidad. Pero... ¿a costa de qué? Te vendieron una idea de felicidad aburguesada y la compraste. Hasta que amaneció en ese día en el que viste clara la magnitud de la bola de mentiras que te consumía, la necesidad de nuevo de independencia feroz, pues la vida y el compañero de viaje no fueron lo esperado, como a mucha gente le sucede, al fin y al cabo.

Lo que cansa. Es releer y encontrar excusas y justificaciones personales. Cuando de lo que se trata es de que siempre te has sentido contra una corriente que juzgaba. Tu manera de hacer las cosas, aunque el fin fuera noble y la carga injusta. Es como si estuvieras harta de las quejas desde posiciones fáciles, que no arriman el hombro, sino que aumentan el peso de la carga. Porque tú tratas de hacer lo correcto y has perdido la guía. No la tienes. Nunca hubo un manual de instrucciones para lo que no se pide. Que asumiste demasiado ya no queda duda de ello. Pero quien tiene que devolver la ayuda, lo hace. Y eso hace que pienses en que algo habrás hecho bien, a pesar de tus palabras hirientes y llenas de ira. 

El abandono del que todo el mundo quería librarse. Menos el que tenía la máxima responsabilidad. Que hoy me enseña dónde estaba la materia prima. Y cierra Pandora y no tiene pseudónimo en este blog. Mi padre. Que se ha redimido de no comprender a la mujer de su vida para comprender a su hija.



(Llanto de emoción, por el padre recuperado, que no siempre me mantuvo a su lado. Ovación emocional en mi pecho)