12 jun 2022

Te sabía de memoria. Memorias de Momo (XV).

 Varias estaciones después de escrita esa frase noqueante entre todas las que lo fueron, las mudas de escamas han transformado la cada vez más madura silueta.

Y está revirada, a la defensiva y dispuesta al salto. Asustada. Así que ha de guardarse. Porque esta tarde él volvió a su mente. No pudo evitar pensar en el qué pasaría si. Y tras de esto auto responderse que le pediría que viniera a verla. Que está inconcluso en su mente, por siempre y mientras viva.

Resignarse a vivir con ello, como con lo del padre de las mambitas, es el camino. Nulas expectativas en que suceda cualesquiera cosa que cambie el rumbo de la nave. Las coordenadas  ya no convergen, en tu proyecto de vida. Hay certezas, sí. Escasas, pero hay las. Y sin embargo esos pensamientos aún a veces te asaltan, fantasías del intenso drama que es revivir con endemoniada precisión un bucle en tu vida.

A todo. A todo resignarse. A tu odio eterno a las multis, grupos, foros, de las redes sociales de hoy en día, con su utilización espuria y delatora, escaparate de narcisismo y conducta gremial. Lo peorcito. Eso también es sociedad, y habrá que aceptar que ahí está. Y que la Red hoy es una cosa heterogénea y con una evolución vertiginosa, que si te bajas igual no aciertas a subirte de nuevo en dos días. 

Reina el miedo a la desconexión. 

Y la trampa es que la desconexión es la paz...


<<Ya no sabes nada de mí, tu memoria me ha borrado, mi ser no es aquel de Super Heroína de Verde. Me rompí en varios cachos, un día de junio del año confinados, cuando por tus embustes perdí otra vez la fe en el ser humano que injustamente cargué sobre tus imperfectos, como los míos, hombros.>> 

Lo peor es el regateo, que no es ni será para echar el guante, el sol cocina lento y la pena, en realidad, se lleva muy adentro.

<<Hoy escuché en las noticias que han encontrado un fármaco que erradica el cáncer colorrectal en seis meses, abu.

Lo mío ya está a examen y ahora tengo que esperar. Creo que también tendría más suerte que ustedes, mami.

El cuerpo desgastado por la enfermedad en Valdecilla, mamá que solamente nos quiso a papá y a mí con ella en la burbuja. Y no a su madre, mi abuela. Ahora puedo entenderlo perfectamente. No, en realidad no. Aún quedan varias estaciones más para acercarme a lo vivido, la mala fortuna de la Gran Mamba.>>

Llega un momento vital en el que piensas en poner muletas a la memoria, anotas, usas imanes en la nevera, post-it, pizarras con normas o asuntos y tareas pendientes. El smartphone y todas sus apps de registro... Y así vivimos. 

Los renegados de esa actitud lo son un poco de manera natural, pues nace al poseer una herramienta dotada de buenas capacidades para retener. La nemotécnica como musa. El uso optimizado de los recursos con los que se cuentan.

Al otro lado del frío registro racional de datos, hay que valorar cuándo las emociones entraron en la ecuación, para idealizar e incluso transformar lo que en un momento dulce de tu vida te rodeó. No era tanto, pero tú solamente seguías las baldosas amarillas de tu particular Oz. 

Ya llegó la cura, cuando entiendes que los recuerdos mueren y se disuelven. En esa negación de lo vivido, pues estaba basado en mentiras.