Y te imagina leyendo estas páginas, buscando enigmas sin resolver, destinados a ti. Las pistas y atajos del viaje hasta el reencuentro. Frente a frente. Rastros, guiños, referencias musicales veladas. Una especie de zamburguesas dialécticas quizá. O todo lo contrario: escalones hacia lo más alto que proporcionen la mejor panorámica del trayecto recorrido y por recorrer, si acaso.
Siempre un destino. Pero para ella los destinos son provisionales, hace mucho que vive la vida con objetivo, uno en cada tramo, ya que el amor es la barca, no el destino. De puerto en puerto. ¿De cama en cama? No tiene por qué, la imaginación la tiene a raudales. Pero sentir amor a todas horas del día. Y que irradiándolo hacia afuera, el deseo de tener sexo con ella sea un potente psicoactivo que deje una impronta duradera, sanadora y limpia. Bella. Que a ella se acerque quien quiera amarla y lo demuestre. Bajo pena de ser descubiertos en caso contrario, levantando al Siroco en Momo y que despliegue su furia de madre protectora. Que se sabe preservar para su prole. Los corazones puros no entienden de posesiones ni de daños colaterales como excusa para dejar tirada a la persona que te ama, sin una palabra de aliento cuando la pudo necesitar.
Sin embargo ese corazón puro dejará de sangrar algún día. Y él lo espera también, así como el contacto y el perdón que nunca ha pedido.
Es la sombra alargada ya del ocaso, cuando menos falta para que acaben los sofocos de un día de calufa conejera.
Momo sale a la azotea, es la una de la madrugada, el viento acaricia hoy, verdaderamente, después de estar ausente durante el día, como diciendo:
<<A ver cómo os apañáis a más de cuarenta grados sin mí, tanto que os molesta que os tire encima la arena de la playa... ¿¡A ver ahora?!>>