11 feb 2020

Cuando todo acabe.

<< Cuando acabe todo y las aguas vuelvan a su cauce... >>

Como una inundación tras lluvias torrenciales, que provocan el desbordamiento de una zona fluvial poblada. O de la costa, con barrancos en los que el hombre ha colocado en ocasiones temerariamente su morada. O sin ser un hogar lo que destroza imparable el caudal enfurecido a su paso, anegadas las vías de comunicación entre lugares con almas asustadas, por el embate de la Madre Naturaleza. Previsible en pocas ocasiones, en la mayoría imparable, sea lava, tsunami, tormenta, río, huracán, incendio... no hay escapatoria, solo destrucción. Y esperanza en que, empezando de nuevo de cero, protegeremos mejor el rancho. A la próxima. Prueba y error.

Esa debía ser ya la fase de la negación. De reconocer que había amado con todo su corazón, pero la reciprocidad falló: <<Que te has metido un tortazo, reconócelo>>, - se decía para sus adentros...

Que hablado previamente lo que queríais y lo que no, esa conversación no fue la misma desde el inicio.
Quebrada por la lejanía, así pensaba ella, tratando de encontrar respuestas que aliviaran:
 
<<En un punto del recorrido te confundiste y viste lo que no había>>.

 Ya no le servía de nada pensar en cuánto tuvo que ver la actitud de cada uno para llegar a esto, lo cierto es que todo acabó entre sombras, para ella:

<<Te ha cerrado la puerta en la cara y ha salido de tu vida...>>

Al principio se envalentonó, quería ser mejor que la otra. Hacer como que no había rabia y que el dolor cesaría de una manera serena, porque para el golpe llevaba tiempo preparada. Pero esa conducta de sobra sabía ella que no duraría. Era el sarcófago corroído de Chernobyl, un parcheo provisional en la llaga. Su falsa conformidad, no ya con el adiós, sino con el tono de la despedida, esperada hacía tiempo. Lo sabía aquel lunes nada más darle los buenos días: 

<<Lo sabías tiempo atrás, por la frialdad. Porque hace tiempo que sabías que él esperaba que no volvieras de tus alejamientos...>>

 Ella no se alejaba solo por miedo a herirle con sus problemas de incontinencia verbal por la ansiedad. Había empezado a hacerlo, -desde muy pronto en la relación-, por temor a sus reacciones. Sus reacciones a la demostración de sentimientos de ella. La hería. Ya no podía más. Pero volvía siempre a él porque lo que la hería era que lo amaba con todo su corazón y él no parecía llegar a creérselo.

<<Lo que dijiste en mayo que no te pidiera que reprimieras, que lo demás podías aceptarlo.>>
Quizá viera la vía en hacerlo de esa manera y cuando vio el daño, -porque en una de las ocasiones realmente ella no entendía nada, por el día que era, porque habría necesitado de él una palabra amable, ese día, y obtuvo un silencio atronador,- se sintió también perdido, pero siguió sin creer y ya no cambió de postura. Ya decidió hacerlo así. Con frío y hielo. Una broma, una captura con ánimo de hacer reír. Una mala interpretación, de uno o de ambos. Al garete todo. En el día del cumpleaños de ella.

<<Sí, así es. No debes negarlo, ahora que vas despertando, saliendo de la fantasía que quisiste montar dentro de tu cuento soñado...>>

 Aunque sigue justificando en el desconocimiento de la selva frondosa del otro lado los actos del caníbal, lo cierto es que se atisba la forma en la que sacarlo. Revivir antes los momentos en los que para ella fue duro y cruel que aquellos en los que sintió deseo y arrullo y se sintió feliz por minutos. Recordar el saldo, aunque sea frío y raro para hablar de una historia de amor, incluso unilateral, al despedirse.
De minutos de placer, risas y amor para ella (sexo para él), que suman, para el alimento vital, se restarían horas y días de alejamiento y silencio, expresiones hirientes, falta de comunicación sobre cuestiones tabú... Incluso apelativos tan extremos, pronunciados o escritos, como insensible y condescendiente, estos dichos por ella, en su propio historial de cagadas. Para terminar dejando a deber parte de la deuda por promesas incumplidas. Tan encallada quedó la nave, sin duda, como para que las letras le costaran a Momo en brotar hasta once días, en su diario de a bordo.

No pudo encajar la daga hundida en la herida sin cerrar. La del amor no correspondido, más profunda al no haber tenido el valor de descolgar el teléfono para osar, con su propia voz decirle:

<<Me gustaría que no sufras por esto...>>
<<"Esto". Sentir la ráfaga de viento helador en la cara, al momento de leerlo...¡Dios! >>

Otra vez sentir esa frívola valoración de su criterio y sentimientos hacia él, como manifestación explícita de lo trivial de la herida que dejaba. Quitar importancia. Justificando lo que se sucederá en las siguientes fechas, con una ausencia absoluta, en mitad de fechas señaladas y familiares. Para ella difíciles, también, todo el mundo cuenta con más o menos ausencias, a esta altura del camino...

Sentir frío en mitad de la navidad tropical. Pensar sin descanso, todo iba por dentro, a la fuerza, por las mambitas:

<<Que parece que la tierra se lo haya tragado de golpe. Que piense que su ausencia es lo mejor para mí, de esta manera tan radical. O que no piense nada de eso, no sé nada. Es lo único que sé.>>

Ese dolor que ella nota que le ahoga de rabia y que empuja a pensar que, efectivamente, no sabe nada de lo que ha sucedido meses atrás.
Como despertando de un sueño, piensa:

<<¿Me creíste?
¿No?
¿Era ése el problema?
¿Acaso pensaste que sabías mejor que yo cuáles eran mis sentimientos? ¿Creías que no existían mujeres capaces de amar y sentir fuego para demostrarlo?
¿Pensaste, de manera completamente equivocada, que el bloqueo era algo que procedía de un disfraz? ¿Que no era igual cómo era en un sitio que como era en otro?
¿Viste que me atropellaste mil veces con tu indecisión antes de la cita o acaso no llegarías a comprenderlo?
¿Creías que no estaba asustada por enfrentarme a alguien que no iba allí "voluntariamente", al parecer, por todo lo sucedido en el mes anterior?>>

 <<Que te fuiste en silencio, deslizando río arriba, por la superficie helada de meandros, tras la glaciación, al norte, más y más, mientras yo busco el sur, ya. No pienso en volver porque el hielo conserva mejor el cutis que el calor, pero al calor nace y embellece la luz del sol la vida. La de esta mamba al menos.>>

Verdaderamente has sido insensible y ahora llega el momento, Nadie, en que, como tú entendiste mejor a quien me dañaba que a mí, ahora entiendo la postura de ella. Quizá sea ella, tienes razón, la gran mujer. Igual lo seamos las dos. He de decirlo, escribirlo, para mi. En primera persona. No fingiendo que hablo por otros.

Y te alejas, me alejo, y se me antoja una verdad revelada que volvieras. Aunque fuese brevemente. Y las etiquetas. Y los saludos. Y las fotos que aparecen y desaparecen. Muchos indicios, compañeros de borrachera tuyos, del antro, hablando de incursiones clandestinas, de voyeurismo tras el falso telón. No me parece manera de honrarte, la verdad.
Indicios, sospechas, suspicacia, susceptibilidad, paranoia...
Palabras asociadas al desdén de quien desconfía. A veces las sentí, a veces las dudé, terminó concediéndole una medalla quizá precoz y apresurada: la del escéptico ilustrado. Quizá quería seguir haciéndolo o quizá es el amor que ciega, no lo sabe. No sabe nada, otra vez, en realidad.

Aquella conversación de aquella noche, la que no debió producirse en aquellos términos. La carta que finalmente no contestaste sosegadamente. Todo lo que has borrado. Lo que no he borrado yo, hasta ese 16 de diciembre por la tarde. Mi intimidad estaba siempre a salvo.

La confianza que se puede tener en mi capacidad de reserva es de tal magnitud, que me he ganado con creces el respeto escrupuloso de mi intimidad y de mi parcela-mundo interior. Eso es algo que siempre supo mi compadre, que la intimidad de cada uno era irrenunciable, cuando nunca jamás te han fallado y te han sido leal. Y cuando te han fallado también se respeta, si perdonas el error y sigues adelante, así lo veo yo. No se pasa la cuenta, se supone que perdonas para no reprochar ni sospechar. Para amar grande, en definitiva. Siento difamado en el antro hasta lo más profundo de mi verdadero ser. Una outsider metafórica a la que llaman bocachancla.
¿Qué sentido tiene, si no es ése, el perdonar un desliz? O al menos intentarlo con honestidad, lo que implica dar un voto de confianza, no restaurar al punto guardado anterior, como haciendo un borrado en la línea del tiempo, pero no de la memoria de sucesos, que queda pinchada en el corcho de 'tareas pendientes'

<<Borrar con rencor no sirve>>.

He de bajar de mi nube para preguntarme: << ¿Y si vio en el antro las injurias y difamación, la burla y mofa, por descubrir esta ingenua lo que se cocía y traían entre manos seres sin ningún atisbo de remordimientos y decencia? >>

Verdades incontestables nunca serán. Has dejado muchos caminos e hipótesis posibles que son un enigma irresoluble. Sí. Eso es una certeza.

Se cerrará el círculo de la solidaridad entre mujeres y el círculo de esta inmensa vorágine en la que se sumergió la vida de una mujer con problemas de autoestima y ansiedad, a lo que se sumó una profunda depresión por una grave deslealtad al descubierto en el pasado verano, viendo ahora quiénes son iguales y cínicos con lo que predican, o, por lo menos, similares.

Y al entrar alguien nuevo en la vida nueva, de casa nueva, de cuidados nuevos y antiguos y comprensión mutua, materno filial y fraternal, se hará la luz.

Cuando todo esto seque, se arrase, desaparezca en el fondo del pozo, ¿Seguiré pensando en esta posibilidad? ¿En que vieras y callases?
Porque no puedo evitar volver a lo de antes. Recordar mi frase lapidaria y que es certeza, desde que el mundo es mundo: mentira y cobardía, naturales aliadas.

Cuando todo acabe, ¿sonreiré? O todo lo contrario... ¿escribiré otra vez en el antro que es posible que todo se reduzca a que la mentira y la cobardía son aliadas naturales, desde el principio de los tiempos?

Cuando todo acabe, ya nunca oiré si nos contaba el ruiseñor. Yo lo metí de banda sonora a mi cuento fantástico.
Y fue premonitorio, vivo en la oscuridad. Pero no me quedo aquí, saldré a la luz. Poco a poco. Ahora asomo algo más el hocico al sol, que no es poca cosa.

Y beberé de la copa con la que habré brindado por el amor y el deseo, que da la vida, que es el cáliz. No tardaré en llegarme. Pero ahora necesito cerrar la valija del último viaje en el que salté a las brasas del amor.
Y decir sinceramente adiós.

Cuando todo acabe...

La verdad sobre qué era lo tuyo en este caso no está cerca, nunca sabré. Lo que ha de acabar y hundirse es tu mirada, en oleadas de espuma y confusión en el jable de canto azabache, que rompe en vertical y amenaza con tragarte en bucle, hasta los fondos del sebadal.

Definir nada.

<<Cuando todo acabe. Está ya cerca...>>




<<Pero ya está. Ya tienes toda la verdad. La Mía.
PAUSA. STOP. OFF. ¿Telón?>>