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11 feb 2020

Cuando todo acabe.

<< Cuando acabe todo y las aguas vuelvan a su cauce... >>

Como una inundación tras lluvias torrenciales, que provocan el desbordamiento de una zona fluvial poblada. O de la costa, con barrancos en los que el hombre ha colocado en ocasiones temerariamente su morada. O sin ser un hogar lo que destroza imparable el caudal enfurecido a su paso, anegadas las vías de comunicación entre lugares con almas asustadas, por el embate de la Madre Naturaleza. Previsible en pocas ocasiones, en la mayoría imparable, sea lava, tsunami, tormenta, río, huracán, incendio... no hay escapatoria, solo destrucción. Y esperanza en que, empezando de nuevo de cero, protegeremos mejor el rancho. A la próxima. Prueba y error.

Esa debía ser ya la fase de la negación. De reconocer que había amado con todo su corazón, pero la reciprocidad falló: <<Que te has metido un tortazo, reconócelo>>, - se decía para sus adentros...

Que hablado previamente lo que queríais y lo que no, esa conversación no fue la misma desde el inicio.
Quebrada por la lejanía, así pensaba ella, tratando de encontrar respuestas que aliviaran:
 
<<En un punto del recorrido te confundiste y viste lo que no había>>.

 Ya no le servía de nada pensar en cuánto tuvo que ver la actitud de cada uno para llegar a esto, lo cierto es que todo acabó entre sombras, para ella:

<<Te ha cerrado la puerta en la cara y ha salido de tu vida...>>

Al principio se envalentonó, quería ser mejor que la otra. Hacer como que no había rabia y que el dolor cesaría de una manera serena, porque para el golpe llevaba tiempo preparada. Pero esa conducta de sobra sabía ella que no duraría. Era el sarcófago corroído de Chernobyl, un parcheo provisional en la llaga. Su falsa conformidad, no ya con el adiós, sino con el tono de la despedida, esperada hacía tiempo. Lo sabía aquel lunes nada más darle los buenos días: 

<<Lo sabías tiempo atrás, por la frialdad. Porque hace tiempo que sabías que él esperaba que no volvieras de tus alejamientos...>>

 Ella no se alejaba solo por miedo a herirle con sus problemas de incontinencia verbal por la ansiedad. Había empezado a hacerlo, -desde muy pronto en la relación-, por temor a sus reacciones. Sus reacciones a la demostración de sentimientos de ella. La hería. Ya no podía más. Pero volvía siempre a él porque lo que la hería era que lo amaba con todo su corazón y él no parecía llegar a creérselo.

<<Lo que dijiste en mayo que no te pidiera que reprimieras, que lo demás podías aceptarlo.>>
Quizá viera la vía en hacerlo de esa manera y cuando vio el daño, -porque en una de las ocasiones realmente ella no entendía nada, por el día que era, porque habría necesitado de él una palabra amable, ese día, y obtuvo un silencio atronador,- se sintió también perdido, pero siguió sin creer y ya no cambió de postura. Ya decidió hacerlo así. Con frío y hielo. Una broma, una captura con ánimo de hacer reír. Una mala interpretación, de uno o de ambos. Al garete todo. En el día del cumpleaños de ella.

<<Sí, así es. No debes negarlo, ahora que vas despertando, saliendo de la fantasía que quisiste montar dentro de tu cuento soñado...>>

 Aunque sigue justificando en el desconocimiento de la selva frondosa del otro lado los actos del caníbal, lo cierto es que se atisba la forma en la que sacarlo. Revivir antes los momentos en los que para ella fue duro y cruel que aquellos en los que sintió deseo y arrullo y se sintió feliz por minutos. Recordar el saldo, aunque sea frío y raro para hablar de una historia de amor, incluso unilateral, al despedirse.
De minutos de placer, risas y amor para ella (sexo para él), que suman, para el alimento vital, se restarían horas y días de alejamiento y silencio, expresiones hirientes, falta de comunicación sobre cuestiones tabú... Incluso apelativos tan extremos, pronunciados o escritos, como insensible y condescendiente, estos dichos por ella, en su propio historial de cagadas. Para terminar dejando a deber parte de la deuda por promesas incumplidas. Tan encallada quedó la nave, sin duda, como para que las letras le costaran a Momo en brotar hasta once días, en su diario de a bordo.

No pudo encajar la daga hundida en la herida sin cerrar. La del amor no correspondido, más profunda al no haber tenido el valor de descolgar el teléfono para osar, con su propia voz decirle:

<<Me gustaría que no sufras por esto...>>
<<"Esto". Sentir la ráfaga de viento helador en la cara, al momento de leerlo...¡Dios! >>

Otra vez sentir esa frívola valoración de su criterio y sentimientos hacia él, como manifestación explícita de lo trivial de la herida que dejaba. Quitar importancia. Justificando lo que se sucederá en las siguientes fechas, con una ausencia absoluta, en mitad de fechas señaladas y familiares. Para ella difíciles, también, todo el mundo cuenta con más o menos ausencias, a esta altura del camino...

Sentir frío en mitad de la navidad tropical. Pensar sin descanso, todo iba por dentro, a la fuerza, por las mambitas:

<<Que parece que la tierra se lo haya tragado de golpe. Que piense que su ausencia es lo mejor para mí, de esta manera tan radical. O que no piense nada de eso, no sé nada. Es lo único que sé.>>

Ese dolor que ella nota que le ahoga de rabia y que empuja a pensar que, efectivamente, no sabe nada de lo que ha sucedido meses atrás.
Como despertando de un sueño, piensa:

<<¿Me creíste?
¿No?
¿Era ése el problema?
¿Acaso pensaste que sabías mejor que yo cuáles eran mis sentimientos? ¿Creías que no existían mujeres capaces de amar y sentir fuego para demostrarlo?
¿Pensaste, de manera completamente equivocada, que el bloqueo era algo que procedía de un disfraz? ¿Que no era igual cómo era en un sitio que como era en otro?
¿Viste que me atropellaste mil veces con tu indecisión antes de la cita o acaso no llegarías a comprenderlo?
¿Creías que no estaba asustada por enfrentarme a alguien que no iba allí "voluntariamente", al parecer, por todo lo sucedido en el mes anterior?>>

 <<Que te fuiste en silencio, deslizando río arriba, por la superficie helada de meandros, tras la glaciación, al norte, más y más, mientras yo busco el sur, ya. No pienso en volver porque el hielo conserva mejor el cutis que el calor, pero al calor nace y embellece la luz del sol la vida. La de esta mamba al menos.>>

Verdaderamente has sido insensible y ahora llega el momento, Nadie, en que, como tú entendiste mejor a quien me dañaba que a mí, ahora entiendo la postura de ella. Quizá sea ella, tienes razón, la gran mujer. Igual lo seamos las dos. He de decirlo, escribirlo, para mi. En primera persona. No fingiendo que hablo por otros.

Y te alejas, me alejo, y se me antoja una verdad revelada que volvieras. Aunque fuese brevemente. Y las etiquetas. Y los saludos. Y las fotos que aparecen y desaparecen. Muchos indicios, compañeros de borrachera tuyos, del antro, hablando de incursiones clandestinas, de voyeurismo tras el falso telón. No me parece manera de honrarte, la verdad.
Indicios, sospechas, suspicacia, susceptibilidad, paranoia...
Palabras asociadas al desdén de quien desconfía. A veces las sentí, a veces las dudé, terminó concediéndole una medalla quizá precoz y apresurada: la del escéptico ilustrado. Quizá quería seguir haciéndolo o quizá es el amor que ciega, no lo sabe. No sabe nada, otra vez, en realidad.

Aquella conversación de aquella noche, la que no debió producirse en aquellos términos. La carta que finalmente no contestaste sosegadamente. Todo lo que has borrado. Lo que no he borrado yo, hasta ese 16 de diciembre por la tarde. Mi intimidad estaba siempre a salvo.

La confianza que se puede tener en mi capacidad de reserva es de tal magnitud, que me he ganado con creces el respeto escrupuloso de mi intimidad y de mi parcela-mundo interior. Eso es algo que siempre supo mi compadre, que la intimidad de cada uno era irrenunciable, cuando nunca jamás te han fallado y te han sido leal. Y cuando te han fallado también se respeta, si perdonas el error y sigues adelante, así lo veo yo. No se pasa la cuenta, se supone que perdonas para no reprochar ni sospechar. Para amar grande, en definitiva. Siento difamado en el antro hasta lo más profundo de mi verdadero ser. Una outsider metafórica a la que llaman bocachancla.
¿Qué sentido tiene, si no es ése, el perdonar un desliz? O al menos intentarlo con honestidad, lo que implica dar un voto de confianza, no restaurar al punto guardado anterior, como haciendo un borrado en la línea del tiempo, pero no de la memoria de sucesos, que queda pinchada en el corcho de 'tareas pendientes'

<<Borrar con rencor no sirve>>.

He de bajar de mi nube para preguntarme: << ¿Y si vio en el antro las injurias y difamación, la burla y mofa, por descubrir esta ingenua lo que se cocía y traían entre manos seres sin ningún atisbo de remordimientos y decencia? >>

Verdades incontestables nunca serán. Has dejado muchos caminos e hipótesis posibles que son un enigma irresoluble. Sí. Eso es una certeza.

Se cerrará el círculo de la solidaridad entre mujeres y el círculo de esta inmensa vorágine en la que se sumergió la vida de una mujer con problemas de autoestima y ansiedad, a lo que se sumó una profunda depresión por una grave deslealtad al descubierto en el pasado verano, viendo ahora quiénes son iguales y cínicos con lo que predican, o, por lo menos, similares.

Y al entrar alguien nuevo en la vida nueva, de casa nueva, de cuidados nuevos y antiguos y comprensión mutua, materno filial y fraternal, se hará la luz.

Cuando todo esto seque, se arrase, desaparezca en el fondo del pozo, ¿Seguiré pensando en esta posibilidad? ¿En que vieras y callases?
Porque no puedo evitar volver a lo de antes. Recordar mi frase lapidaria y que es certeza, desde que el mundo es mundo: mentira y cobardía, naturales aliadas.

Cuando todo acabe, ¿sonreiré? O todo lo contrario... ¿escribiré otra vez en el antro que es posible que todo se reduzca a que la mentira y la cobardía son aliadas naturales, desde el principio de los tiempos?

Cuando todo acabe, ya nunca oiré si nos contaba el ruiseñor. Yo lo metí de banda sonora a mi cuento fantástico.
Y fue premonitorio, vivo en la oscuridad. Pero no me quedo aquí, saldré a la luz. Poco a poco. Ahora asomo algo más el hocico al sol, que no es poca cosa.

Y beberé de la copa con la que habré brindado por el amor y el deseo, que da la vida, que es el cáliz. No tardaré en llegarme. Pero ahora necesito cerrar la valija del último viaje en el que salté a las brasas del amor.
Y decir sinceramente adiós.

Cuando todo acabe...

La verdad sobre qué era lo tuyo en este caso no está cerca, nunca sabré. Lo que ha de acabar y hundirse es tu mirada, en oleadas de espuma y confusión en el jable de canto azabache, que rompe en vertical y amenaza con tragarte en bucle, hasta los fondos del sebadal.

Definir nada.

<<Cuando todo acabe. Está ya cerca...>>




<<Pero ya está. Ya tienes toda la verdad. La Mía.
PAUSA. STOP. OFF. ¿Telón?>>


3 feb 2020

En cascada; No. No fui yo.

En el más puro estilo terapéutico, intentando hacer caso, que es lo que más me cuesta, de los consejos. Decir que "sí, entiendo, así lo haré" es la parte fácil.

Mis vivencias. Las del día a día. Como hoy que me levanté pensando en él, pero al caer en que era lunes, me activé, para sacarle del pensamiento rápido. Para evitar. Se ha convertido en lo que más temía: fuente de parálisis y angustia. De ahí procede la necesidad del reniego, de decirme que me cazó, me pescó, sacó de mí la cura del síntoma agudo del desamor, para volver a su pastillita de lo crónico, de la barrera física con palmaditas.

Hoy lo saqué. Ahí están mis mambitas, como revulsivo y grito de "¡vuelve a la vida consciente, mami!" Pero por un rato nada más.

Y por estas ensoñaciones, iba después apurada. De ahí vino el error, el descuido, el evento trivial sin mayor importancia que desencadena el tsunami en mi estado anímico. Soy tan ultra de la autocrítica que me exijo a mí misma lo que a nadie exigiría. No queda ahí la cosa porque luego, ya revolucionada, yendo con el tiempo de culo y de mal en peor, me auto fustigo mucho.
Pedí ayuda, porque lo hago, ese no es mi problema. Si algo bueno tiene papi es que, aunque sus tiempos no sean los mismos, siempre, al final, para las niñas está. Son lo más importante para él en este mundo, eso lo sé. Y cuando la evitación ha hecho acto de presencia porque estoy más ocupada llamándome gilipollas por enamorarme de Nadie que de ninguna otra cosa, empieza el bloqueo y llega la necesidad de dormir y cerrar los ojos. Y no. No es bueno. Aunque sea insomne con un déficit de horas del carajo. De hecho, siendo hoy un lunes, menos aún porque vengo de descansar, sin las chinis el finde y durmiendo bien estos días en los últimos tiempos. Algo que debo a mi amante secreto y que es lo que Nadie me ha negado. No me lo podía dar porque no lo estaba, nunca lo ha estado. Y ya no podía seguir dando porque se sentía mal de no corresponder a la dulzura. O lo contrario pero ya ni quiero escribir ni plantear nada más en ese sentido. Prefiero pensar mal. Me va mejor cuando pienso mal, como el común de los mortales, que cuando dudo y reniego del prejuicio, tomando distancia o dando oportunidades que abren mi confianza y mi corazón. De eso estoy harta aunque sea una virtud no pensar mal de las intenciones de nadie. Pero me va mejor ahora pensar que no. Que si yo hubiera sabido que el alejamiento era por un motivo tan de fondo y tan grave, anterior a lo otro que motivó mi enfado, de personas inmiscuyéndose entre tú y ella, JAMÁS, y digo jamás, me habría metido en este lío contigo y creo que hoy lo sabes y entonces solo se te ocurrió defenderte de mi reproche con ese canto satánico:

 <<Lo que surgió entre nosotros habría surgido igual...>>

Y yo repito que no, hoy. Bajada de los cerros, consciente, con el paso del tiempo, de lo que ha supuesto para mí este enamoramiento, no habría caído en tus redes. Cuando yo no me mezclé en su vida y lo sabe, vino él a conocerme, él estaba interesado en saber de mí. Yo era savia nueva. Yo era inocente. Yo estaba mal y lo vio, acechante... Nunca llegó a decirme qué era con lo que tenía que tener cuidado, no hiriera a mi pareja. Cuando ni mi pareja estaba allí ni tampoco fuera para prestarme atención. Pero siempre me quedará esa duda...

<<Qué pretendías decir, no lo acabaste...>>

Qué estabas proyectando de ella en mí, que nunca he tenido mi relación en redes con él nada más que para tirarle flores o quejarme de que es vago en casa. Todo lo demás flores. Hasta que te conocí a ti, en realidad, y desataste el trueno: Vi que hacía tiempo que no le declaraba mi amor por algo. Y ese algo, era que llevaba mucho tiempo roto lo nuestro.

Entonces... ¿Cuál era la advertencia? ¿Qué podían molestarle mis coqueteos con otros? ¿Acaso mis vaciles sin pelos en la lengua? ¿Qué era? ¿Qué estaba prejuzgando de alguien que siempre habló de llorar de felicidad follando, del amor pleno, refiriéndome a él, en redes o en este blog? SIEMPRE. Siempre grité al mundo mi amor por él, cuando estaba ahí, inmenso, cegador. Y eso nos redime. No un montón de años juntos a las espaldas. Las mambitas son fruto de ese amor. Pero el amor se desvanece cuando los intereses de uno de los dos se desvían de un supuesto objetivo prefijado. ¿Me he de condenar eternamente en el hielo? No. No, no y mil veces no. Nuestro tiempo pasó. Eso no es el drama. El drama es la proyección de su propio pensamiento sobre mí. Que le llevó a la irresponsabilidad de acercarse a mi vera sin decir la verdad sobre lo que sucedía.
<<Me engañaste, y esa es tu mayor cagada>> 
La que hace que necesite olvidar que cometí el error de tocarle, pero también, porque necesito estar bien para los grandes amores de mi vida, que me recuerde que no fui yo. Que él me gustaba de antes, me habías llamado la atención. Pero no fui a por ti, no me insinué, no te seguía. Jamás nada. Te veía pasar a veces y también me parecías un desubicado con esa gente con la que alternabas en el antro. Muy equivocada, ahí, claro...
¿Quién vino a quién? Fuera a decir que quería hacer nosequé con mi avatar o a preguntar sutilmente cómo era así de descarada con los tíos, si ya tenía pareja. Vino él y pasados unos días de conversaciones personales, le dije que me gustaba. Pero nunca lo inicié yo y me ha hecho pensar todo este tiempo que sí.

Y no.
Porque hoy por la tarde ya no hice nada. Me desactivé, dormí sin sentido, mientras el padre se ocupaba de sus hijas. Y no.

Ya es tiempo. Y el tiempo es inexorable, den tiempo a la reflexión. Es una de mis pocas certezas en esta vida. Tan de Raimundo como de su nieta.

No, no fui yo. Fuimos los dos.


24 ene 2020

Porque necesito decirlo.

<<A veces se enciende, a veces se apaga, la llama sagrada que tú y yo conocemos... Leña que ha de arder...>>

Hoy me siento igual que el resto, tablas de salvación, de cura pasajera, que utilizaste, y a las que acudiste para echarla de menos a ella.

En mi nube de algodones en la que nunca me rechazarías si sabía respetar tu espacio, había fabricado un cuentito lindo, de color de rosa, para escapar juntos. Y a veces añoro ese cuento, porque tristemente el recelo tuvo que volver, se ha instalado para poner excusas, para rechazarte yo, para reponer mi amor propio echando atrás hasta aquel 12 de mayo. Ese día no debía estar a esas horas donde estaba y tampoco debí mirar si había respuesta.

Que te arrepentiste de la cita mucho antes de los primeros reparos y también que no debimos vernos, son dos pensamientos acerca de lo que pudo no haber pasado,- pero sí pasó -, que no se van. Lo sé ahora que es muy tarde para lamentaciones. Y no lo sé por dudar de mi amor, al contrario: este daño es mucho más hondo de lo que he querido reconocer. Es la primera vez en mi vida que sé que no quiero volver a enamorarme más. Que solo me ha servido para sufrir en todos y cada uno de los casos. Que esta última vez es la peor porque estaba más segura que nunca de luchar por estar a tu lado y, sin embargo, por amarte más que a ninguno, no luché nada. Hice lo contrario, dejarte ir, no aprovechar las oportunidades, aunque fuera una sola noche, recuerdo cada uno de los momentos en que quise abrazarte fuerte, hablarte desde mi corazón. Y eso es lo que justo no hice.

Y más veces. Después. Debí ser más valiente, afrontar todas las dudas en mi cabeza, hablarte. Pero es difícil llegar a ti. Mucho. Consciente de eso y de la desigualdad entre nosotros. Yo mucho más incontenida con mis problemas que tú. He sabido más en el antro que por ti y nunca he sido capaz de decírtelo por miedo a herirte.
Hay tantas cosas pendientes por decir que me cuesta mucho cerrar este capítulo de mi vida. No puede ser un archivo definitivo ni aunque me lo propusiera con verdadera convicción, porque volveré a tropezar una y otra vez con los recuerdos y asuntos no aclarados en mi mente.
¿Y cómo se hace para parar esto? Sólo se me ocurre estando ciega de benzos o fumada todo el día. Porque duele la herida mal cosida, y no puedo evitar aún que salgan de mi boca esas cuatro letras cuando te pienso, en voz alta, "Mi Amor", y en la tecla cuando te escribo, en letras mayúsculas.

Tengo miedo de esta oscuridad. De que siempre esté ahí y no se vaya. Y el único que me saca el dolor, pero tampoco todo el rato, me recuerda a ti. A ti te buscaba, en realidad, a la desesperada, entre fantasías de regresos entre antifaces y princesas prometidas. Pero es que yo soy más de manejar la nave, como Moana, y menos de esperar a mi héroe al rescate en plan Buttercup. Y sin saberlo del todo, siempre he tenido la sensación de que, como mamá hacía con la gente, cuando la conocían mejor, te he desarmado. No soy lo que creías al principio del todo. Viste algo pero era sólo la sombra.

En mi caso, soy yo la que decide que no me compensa ser capitana y recibir compañía y comprensión, nada más. La sirena del barco, con sus siete señales acústicas, ha hecho aparición en escena demasiadas veces ya. Estoy crispada en una relación que no le da bola a mi verdadero yo. Que es en realidad lo que siempre fue el objetivo en mente, desde que empecé a aplazar mis sueños, muy temprano. Cuando la tempestad pasara, recuperar mi derecho a sentirme mujer de verdad. Y ya contaba con que pasara esto, que no fueran los compañeros de andadura del principio los mismos que los del final. Porque sabía que tenía fecha de caducidad mi relación pasada, igual que sé que las tienen las futuras. Y nunca, quizá por lo que me pasó y la herida más jodida de cerrar de todas que me abrió en canal, he entendido a las personas que mendigan el amor. Esa línea la he traspasado según mi magnitud de medida contigo muchas veces. Hace veinte años que no me siento así. Y en este caso era yo la intrusa. La diferencia es obvia. Hoy lo es. No tengo veinte años, tengo más de cuarenta y la crianza de tres a mis espaldas. Tengo derecho a decir que no tengo nada que aprender de esa persona porque mi vida es otra. A mi me tocaron otros asuntos que afrontar y resolver. No admito comparaciones porque a ella la conoces. A mí no. A mí no me has tenido a tu lado. Tú que sabes. Cuántas veces he apoyado, perdonado, comprendido, -y sigo comprendiendo- acompañado, y follado porque amaba con todo mi corazón. Tú no has podido sentirlo, no te has dejado. Cómo te atreviste a semejante comparación, que cuanto más la pienso más me duele. Tanto juicio sin conocimiento de causa me aleja de las personas. Y de ti también.

Para que me vean como una mujer objeto a la que meter en vereda, pero no de la forma que a mi me gustaría, encima. No ha nacido ese hombre... creo.
Y resulta que si estoy cerca de que me satisfagan más plenamente el hambre animal, será con una persona que ama a otra mujer, al igual que yo te amo a ti y no a él, pero que sabe amar como yo, con total entrega, pasión y dulce preocupación por el otro. Y eso era lo que yo buscaba en ti. No más. No menos. Momentos de fugaz felicidad. De sentir que otra persona siente contigo y por ti, que te da lo mejor de sí, su alma apasionada al descubierto, para ser amantes furtivos durante minutos de coincidencia en días, que pasan a ser cada vez más frecuentes, ya ocupando horas a la semana. Probablemente habiendo superado ya nuestra media.

Somos mucho más activos. Porque esto, a pesar de que es un verdadero chollo y me ayuda mucho, es sexo. Bueno de verdad y sin tapujos porque no hay medias verdades para no herir al otro. Se dice la verdad sobre lo que te pasa. No así, sin saber si se puede confiar.
Callando. No era que confiara yo. Quien ama confía. Tú no confiabas, estabas maleado por el antro. Quizá hoy sigas pensándote en riesgo, mientras sigues alucinando de que haya alguien como yo. Que acepta que no me amas y bon voyage.

Me conformo con estas letras de desahogo. Con mi creencia dogmática de que no sabes y de que era yo, porque necesito una fantasía para remar en este río amargo que dejaste.

Y seguiré esperándote, porque sigue habiendo un rayito de indignidad en mi cuando de Nadie se trata.



7 ene 2020

Carta Dos.


Me prometí que mientras no viera indicios claros de que has visto la carta Uno no habría Dos. Pero después he pensado que quizá accediendo desde el móvil o si tardas días en hacerlo, si es que lo haces, a estas cartas selladas con contraseña, se te iba a quedar abajo la entrada y quizá no la vieras...
Se queda abajo porque estoy realmente mal. Jodida. Y es cuando no puedo parar de escribir. Creo que lo sabes. Pero el efecto es que, con tanta actualización, las cartas secretas que te quiero hacer llegar se pierden en los días que corre el calendario, desde que no estás.
Tengo una duda que me asalta. Cómo me gustaría que dieras señales de vida sin tener que ser yo la que lance un SOS o te desbloquee en WA para romper yo este silencio. No te he dicho ni feliz año ni nada, aunque sabes que te lo deseo de verdad. Otra cosa es que me agarre al clavo ardiendo de que el año acaba de empezar... que puedo soñar al menos que parte de esa felicidad, aunque fuera por unos días que no lleguen ni a semana, la compartirás conmigo.
No puedo estar sin ti, esa es la verdad. Pienso una y otra vez en si quizá dijiste que ella te comprendía porque le dijiste algo sobre lo nuestro.
No quiero opinar de ella ni de ustedes dos; pero sí quiero que sepas y te lo voy a repetir mil veces y las que haga falta: no fue honesto porque no es una persona honesta. Sigue a día de hoy creyendo que puede recuperar la relación, ayer por la noche tuvimos una discusión porque tenía programada ya la vasectomía en el hospital y no había anulado la cita. ¿Me puedes decir qué significa eso junto con que no se va de mi casa y me provoca y me llama loca a cada tres frases que dice? No lo puedo soportar, pienso que has cerrado la puerta y yo lo he aceptado sin estar lo suficientemente fuerte para hacerlo frente...
También pienso que te cansaste de que la situación te afectara o que... ¡NO! ¡basta! Dijiste definir las cosas, y que querías salvar la relación con ella. No escribo ya más, meto la contraseña y lo subo.


4 ene 2020

Carta Uno.

No pienso engañarme más. He encontrado un paliativo al dolor, pero sólo sacia mi sed animal. Es buen hombre, también maduro, sensible e inteligente como tú. Y está enamorado de otras dos mujeres, como tú.


Sabes que si me hubieras llamado lo que te voy a preguntar ahora ya estaría formulado desde entonces, o eso creo yo, es mi única tacha de salvación del naufragio al que me aferro.

Así pues, amor, ¿decidiste por mí? ¿Me amaste como para pensar que me complicabas la vida o cómo es esto? ¿Por qué has roto antes de vernos de nuevo? ¿Por qué achicas agua de esa manera ineficaz, pasando por alto que te amo, que no puedes pedirme que te prometa ser feliz sin ti?

No, Mi Pibe, me habrás de llamar y decirme que no me amás, no que no me preferís, no... ESO NO ME VALE. Para quitarte de mi cabeza y sacarte de mi corazón, no vale... llámame y me dices que no deseas acariciarme de nuevo, antes de un adiós definitivo.

Y entonces me iré y sí trataré de ser feliz con una alternativa que no tenga que sufrir mi amargura.



28 dic 2019

Carta Cero.

Once días desde que tomé este camino del que no estoy nada segura, a pesar de verlo como lo correcto, lo conveniente, lo responsable... la vía del menor sufrimiento causado. Pero en cantidad, nunca será así en calidad, porque mi dolor es tan hondo como el deseo que haces nacer en mis entrañas.

Un día ya te lo dije, que sentía siempre haberme sido negada la libertad. Una vez la tuve. Y la dejé escapar por amar a mi captor.  Por no ser fiel a mí misma. Y hoy que tengo claro que quiero ser libre de amarte, vos no lo eres para dejarte querer por mí, tal y como si tuvieras precaución con las brasas. Qué va. Me engaño. No soy ni seré libre, porque mi modo de ser hace que me sienta mal si los demás se hieren con mis palabras y actos. Aún cuando actúo dominada por el rencor y la ira, siendo muy posible que el destinatario lo merezca incluso, yo me siento mierda. Así que sí: mi miedo sigue siendo que me hieras y yo te salte a la yugular.

Anoche te hablé para avisarte de que empezaría, desde que me pusiera,-(y ya lo he hecho: bien, Evita, bien)- a juntarte letras. Y estoy tecleando entre lágrimas, dejando casi que las ideas pasen a los dedos y los dedos presionen los caracteres en el portátil, apareciendo enfrente de mí las palabras, las frases, los párrafos, dentro de una caja de texto virtual.

Sigues lejos, siempre necesito recordar tus palabras dulces, las veces que me dijiste linda o que te gustaban mis manos, para no pensar que no es solo el mar y los kilómetros de tierra lo que nos distancia, que lo que sucede es que no me añoras como yo quisiera, en cuerpo y alma. Que me engaño cuando pretendo que esto es un ejercicio de literatura extraño, que nació de una pasión extraña, de una niña grande que tal vez lo que está es harta y tiene rabia de aplazar y también es egoísta, como todos los demás. También quiero esa adolescencia despreocupada y jovial. La que me truncó la enfermedad, la de mi  mami. Así me olvido de mi posible locura, que tú, en tus momentos para colmo más cercanos conmigo, me recuerdas siempre. Hasta la imagen de carnaval: "reloca", que adoro recordar...

Nunca me hiciste llegar nada. Eso me obsesiona, también. Primero me muestras a tu modo que has pensado en mi... y hoy no sé aún qué pasó con aquello. Por qué nunca llegó nada. Ni tampoco me dibujaste, ni me abrazaste. Amor, cómo podré olvidar que me dijeras que me querías sentir latir contigo adentro de mi. Es que me has confundido y no puedo soportar ya más. No quiero regatear.

También esa necesidad de hacerme la sorda e instalarme en el cinismo sea porque no me soporto a mi misma. Porque veo que hace tiempo que no estoy enamorada del padre de mis hijas, porque me siento culpable de haber encontrado cartas de 2015 ya triste y meditabunda. Yo contaba dos, tres años a lo sumo. No fuiste tú. Y sí fuiste. Pero no sé por qué en este momento tan malo y no antes, te encontré. Esa es la mierda grande. La caída libre en la que está este corazón maltrecho que maldice una y otra vez mi mala fortuna y estampa, mi carácter devastador y mi orgullo, cuanto más desearía reprimirlo, como durante tanto tiempo he venido haciendo, cada vez con más desatino y flojera mental.

Ahora me falta pensar si todo lo voy guardando o te voy mostrando. Ya veré.

Es muy complicado, más de lo que pensaba cuando comencé a escribir esto. Pienso todo el rato que esto no te interesa nada. Y a la vez pienso en que ese es el motivo fundamental de volver a escribir, que tú me dijeras que me leías con interés.
Ojalá poder hacerte reír con esto, amor, no solo el drama y la nube que no cesa. Echo de menos tu risa, sentir que te alegro dos minutos que me lees. Echo de menos al musical, con sus intros y codas ricoteras...

Pienso en reír contigo, a carcajadas, en una cama revuelta, al amanecer, después de superar todos nuestros antiguos y nuevos miedos y de estar saciados picándonos con discrepancias, de lo que sea.
Imagino, claro, antes de eso, una hipotética escena de reencuentro inesperado. De decirte un lugar y una fecha y que guardaras un silencio helador. Pero que fueras finalmente, no poder evitarlo y me encontraras dormida. Y entonces decidirías desnudarte a mi lado y al acercarte para rozar mi espalda con tu mano, al segundo ya estarían nuestras pieles erizadas, tu verga creciendo, el deseo haciendo escena... sentirte entrar en mi, saber que has venido, ser feliz. Y tras de latir juntos, como los dos queremos, amarte más, toda la noche darte placer o abrazarte, no temer, no sentirme mala ni egoísta, ni buena, ni generosa madre. Ser mujer que siente y no se lo niega, no es más ni es menos.

Quiero que no me pase que me marchito sin vivir esto, pienso en mi madre también sin remedio. En una historia suya, que viví en primera persona y se me quedó grabada. De reencuentro fugaz en una cafetería con un amor de juventud, que ella siempre recordaba con cariño, estando embarazada, con seis meses de barriga de mi hermana pequeña. Se habían visto en otras ocasiones pero hacía muchos años desde la última vez. Y estaba conmigo ese día, que presencié cómo se saludaron y le escuché a él decirle que le sentaba bien el embarazo, a pesar de la sorpresa. Esa melancolía de mi madre. Ese aire trágico entre ellos... no quiero marchitarme como ella, se lo debo: no caer en la apatía. Ser más feliz y más longeva que ella. En 2020 superaré la franja temporal de llevar más años sin ella que con ella. Y aún no siento cerrado y hecho completamente el duelo.

No quiero regatear, te quiero amar y no entiendo el amor sin el deseo, esto que siento hierve en mí. Tú llámalo como desees. Pero guardémoslo para nosotros, vida.

27 dic 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (XIII).

<<La diferencia era la piel gélida. Aquella bailarina bailaba con todos pero solo unos pocos encendían su candil y únicamente uno prendió la llama eterna... >>

No hay letras. Al menos no hay más metáforas para esta misiva que pretende ser de cierre. Confieso que no sé si voy a ser capaz, desde ya, desde este primer párrafo. Pero lo que cuenta es la intención, en este caso, porque no es nada fácil tomar esta decisión.

Hay devastación y frío desde hace muchos días, salvando los encuentros fugaces con almas gemelas que me arrullan, miman y sacian la sed, aportando, sin herir, con delicadeza, respetando mi libertad y mi manera de ser.

Eso me confunde. Es inevitable ver las diferencias entre quien no quiere otra cosa que la que doy y que acepta lo que pido, con dedicación, para sentir el fuego del deseo carnal, sin reclamar lo que no puedo dar.

He masticado la carta XII y la despedida de dos días después, durante semana y media. Ayer decidí que de hoy no pasaba expresarme aquí. Porque necesito hacerlo aquí. Aislarme de donde lo estoy haciendo, que además no quiero, no ayuda a mi dignidad. Allí la superficie, la desnudez de mi cuerpo. Se acabó dar armas al enemigo, porque quieren hacer daño a otras personas que no soy yo y que adoro.

No puedo hacer otra cosa. En esta isla nunca buscaría el amor ya.
Creo que es la primera carta muy literal de las trece que se cuentan hasta ahora.

Pero vuelvo a lo de antes: tras masticar, no entendí. Por qué si yo acepté desde el primer momento tu decisión y de hecho te estaba espoleando para que fueras sincero de una vez, ya que no eras capaz de sobrellevarlo ya, tú, no yo, a pesar del obvio desequilibrio, yo ya sabía que te sentías desleal. Para eso solo puede haber un motivo. Y después de eso, la terrible comparación, innecesaria, insensible, que me retrotrajo al 10 de mayo. Ese aguijón fue inmediato. Si lo he callado hasta hoy fue porque me hizo feliz que me consideres una gran persona. Pero también ha quedado esa cicatriz fea, de comparar mujeres muy diferentes.



<<Estoy herida. Soy sincera. No quiero sufrir más, ya no me expondré a tus rayos más, mi amor>>.



14 dic 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (XII)

He cambiado las palabras. Una preposición clave, en este caso, que puede dar una pista indeseada. Es un juego pero cada vez menos divertido. No me apetece en ese foro dejar ningún rastro de ti.

De tu aliento sobre mi piel.

Ha crecido esto. En mis momentos íntimos y de soledad soy feliz imaginando que hacemos el amor de nuevo pero sin ser nuevos. Reposado.
Preparo mi cuerpo para ello, mientras espero el momento. Para que no galope desbocado como yegua que se siente atenazada. Pausa el deseo, prepara la superficie para el aterrizaje de los sentidos. Esos que se aferran a la belleza intensa de la vida, porque han comprendido cuál es la siniestra alternativa: la oscuridad y la apatía que arrasaron con la sensualidad tibia, sembrando caos y miedo que pegaron fuerte en la estabilidad de la nave.

No todo estaba mal, qué va, para nada. Sólo echar un poco la vista atrás a los momentos felices me ha hecho recordar la ternura inmensa que invadió el pecho y que hizo florecer la vida, otra vez. Una señora Gran Mamba Negra nos dejó paso a las mambitas verdes, de la tunera y el cardón.

Tanto bello mestizaje de grano, de aroma, de vega, de planta. La bodega vetusta junto con el arte moderno de los genios campesinos eternamente estéticos.
La Geria y sus asocadas vides como imagen de entrada a los ABRAZOS ROTOS de Almodóvar. Quién si no, en este cine nuestro, iba a tener los ojos necesarios para inmortalizar la islita en su celuloide.

Y del vino joven, del año, fresquito malvasía con pescado y lapa, al tinto crianza de larga duración, porque todavía no te arrogas el reserva.
Pero comprender que son fuegos distintos, de distinta intensidad por la añera y el microclima que acoge a la parra.
No mezclarlos. O sí. Uno con los entrantes o quizá la sopa de pescado. Sí, mejor la sopa de pescado en aquél garito cerrado al público, "El Resbalón", para enseñar mi manera de amar, la aprendida e innata también. Y vaya si lo logré.
Mezclarlos en el mismo menú, pero cada uno con su maridaje. Al tinto le van bien las carnes a la brasa y por supuesto el cordero asado al estilo de la aldea.
Quedará hueco aún para un acompañante de queso a los postres. O un Pedro Ximenez para el bienmesabe. Quién lo sabe.

Lo que sabías es que se seca, que la hormona deja de funcionar para que el compañero de faena, en tu turno de descanso, retire el plato para la siguiente etapa del dispendio que es la vida. No me fío de quienes solamente dicen tener una comida favorita... qué aburrido. Por mucho que te hayas aferrado tanto a la maravillosa crema del amor exitoso que duela en el alma el momento en el que te empalaga o deja de sorprender. Siempre pasa y siempre lo has tenido claro: que no te engañarías cuando llegara ese momento.

No mezclar. Maridar.



Y amar más porque el que sucede respeta el camino andado y a quien amaste antes, es una bonita manera de pasar a los segundos.


Vino dulce como nuestro amor
cura las penas de mi corazón.
Vino profano como tú y yo
ahoga mi conciencia con tu bendición.
Estoy dispuesto a recuperar el tiempo que perdí,
que esta vida oxida los resorte de mi corazón.
Vino dulce como nuestro amor,
estoy fuera de lugar;
vino dulce como nuestro amor,
pero me voy a quedar junto a ti.
VINO DULCE |'ASTRONOMÍA RAZONABLE' 1993 |el último de la fila

7 dic 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (XI).

Y canta, aferrando el último recital de vida el sentimental ruiseñor:
<<Mensajes de texto que no eran mejor que nada...>>

Dormir enredados. Envueltos en intercambiados fluidos corporales, una vez exhaustos después de exprimir el jugo de la pasión, que tamizado por el tiempo de espera hasta el reencuentro, es ahora un licor dulce, embriagador, que acompasa una corriente eléctrica continua de piel erizada... Deslizarse ella entre las piernas, notarle erecto, sin despertar del todo, emitir un suspiro entre risas. Subirse de nuevo para amar, con un rápido movimiento de caderas atrapar lento, suave, el tacto que es el elixir del amor, en éxtasis de deseo ya sin freno. El baile de los esclavos del placer reanuda su coreografía, otra vez más. Como un remolino en la arena de la orilla.
No habrá tiempo que perder, en cada segundo de fusión de sus anatomías excitadas y temblorosas hay una nota que vibra: El corazón de ella se desboca con facilidad y él acaricia con ternura la curva de su cuello y su pelo, la frena, detiene la marcha. La gira y entra de nuevo en ella, que ahora gime largo y feliz, como felina mimosa...
Y se enlazan los cuerpos... ¡Ay! 
Ya no sueña sentir el ritmo de sus latidos en sincronía con las curvas acogedoras de ella, son uno. Navegando en las olas de los sentidos, agudos y vivos, ya despiertos por completo, se han olvidado del mundo y de todos y ya no hay vuelta atrás. 
La musculatura se tensa y las miradas se encuentran y clavan el aguijón de nuevo. Dulcemente lamer las heridas del otro, morder el anzuelo, en un clímax inabarcable, intenso y -querría- eterno, deseando que nunca jamás acabe pero sabiendo que se acabará. El aguijón hace sangrar...
Quizá en una certeza así se presume la mano futura de la melancolía amarga. De igual manera que el shock por la impresión de sus ojos mirándola y deseando poseerla, perturbó los cimientos de seguridad de ella esa noche, impresionada por la confirmación tangible de que no era un espejismo absurdo. 
Vencida de antemano (había tanto desamor helador pasado) por el yugo inconsciente que se salió con la suya. Estaba fuera de juego, se olvidó de entregarse por completo. Ahí el ogro ganaba tiempo... ¿cómo lo iba a saber?

La intensidad del dolor de no tener su olor en las sábanas, al amanecer.
Es sueño insistente de ella, en la doma de su ansia herida, que quedó en un rincón del desván, olvidada como un trasto viejo. 
Es anhelo de un imposible y es rabia. Se enoja chillonamente, porque se irá pronto y cree que él no entiende la broma malvada del destino. De no poder disfrutar igual de las cosas que te brinda la vida por sorpresa.

Mientras, callaron casi todo, los dos callaron, el miedo malicioso, la venenosa vida. El desperdicio de ambos, el azar puteando; todo a destiempo: el Cosmos inabarcable.

Y el vino del mejor escasea.

<<Lo que surgió entre nosotros habría surgido igual>>


5 dic 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (X).

<<UNA CORAZONADA FUE ESTA VEZ, LO PUSO EN RUTA, 'BYE-BYE'>>

Lo sé porque no puedo parar de escribirte. Cuando tengo que ser buena y brotan las palabras, incontenibles, vengo aquí, a teclear lo que me pasa por la cabeza. Las cosas que están ahí, para siempre o por un rato más o menos fugaz. Las convierto en párrafos de intención introspectiva, intentando describir y enumerar todas las cosas que veo que forman parte de un mosaico mío particular. Ahora estoy en una parte linda, con las teselas de colores muy vivos; veníamos de otra zona de gran desgaste, que precisa de restauración. Llevará su tiempo.
El paso de las estaciones ha hecho mella en la piel y en los tejidos. Pero no hay freno para el deseo irremediable, que golpea con fuerza la carcasa de la nave.

<<UN KILLER RIFF EN SU CONTESTADOR...>>

Sueño que vienes. Sueño que regreso al mismo lugar pero esta vez te seco y no permito el desperdicio. El sobresalto, la exaltación de la niña indomable, ya los conoces un poco, el salto al vacío...

Siempre me gustó la noria, las atracciones fuertes, las de mayor descarga de adrenalina de la feria.

También quise siempre lanzarme en paracaídas. En sentido figurado lo he hecho ya tantas veces que he perdido la cuenta. Soy muy temeraria y hay que rebajar. ¡YA!
Son las menos las que salió bien, en el saldo de la mitad de la vida, con suerte y sin miedo a que se me escape antes de tiempo, pues pocas personas conozco a parte de mí misma tan conscientes de que muerte es una colega que llevamos al hombro, porque va en el pack.

La intensidad en los sentimientos no es una opción para mi, ya. Es una obligación, se lo debo al que late aquí dentro, reclamando su turno, soltándose de sus cadenas de años, que negaron mi naturaleza original. No hace tanto creía que aquel cambio experimentado era para bien.

Me siento una muñeca de cera, a imagen y semejanza de una especie de florero sonriente, una negra de textos colaboradora administrativa de recursos, una usurpadora de titulíticos, algo bueno tenía que tener, observada con recelo por los logros que ridiculizan a otros que se tiraron media vida empollando entre juerga y juerga que ahora niegan por los profesionales del ramo.

Ahora el figurín está derritiéndose porque otro astro prendió la mecha medio oculta, el plan B de la vida: que brote la conciencia propia del origen digno. De los objetivos y sacrificios de quien estaría muy enfadada y triste por verme sometida al yugo de la infelicidad.

<<Es por ella y es por todas nosotras. Las mambitas y todas las demás, las que vendrán luego.>>


 <<Quiero enredar mis dedos en tu cabello, besar tus ojos mientras nos fundimos. Eso quiero.>>

Y recuerdo en la letanía ["algún día será esta vida hermosa y me someto por eso a tu voluntad"]

3 dic 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (IX).

<<Mucho vino mediocre, poco de añada excelente... muy escaso vino del mejor.>>

Tanto en el año de nacimiento de la benjamina como en el año de la marcha de la matriarca, diez años mediante, hubo una excelente cosecha de Ribera de Duero. No fue tan buena el año de nacimiento de las chinijas, obvio: ese año ellas abonaron el Malvasía del volcán conejero y les salió un caldo excelente, también, a los bodegueros de la Geria en la islita, al asomar las dos últimas pequeñas mambas por el rofe. No han sido nunca chiquitas, ni chiquitinas, sino chinijas. Y así serán por siempre, al menos aquí adentro.

De junio del '99 a junio de este 2019: veinte años. Cuatrocientos ochenta meses equivalentes o siete mil trescientos días de vida. De maduración.

Desde una deslealtad, haciendo una trazada con tiralíneas, a la otra: tiempo debería haber dado a saber distinguir dos o tres cosas importantes acerca del latir de la patata y las perturbaciones en el entorno.

Tan difícil, tan sencillo. Tan enredado en el silbido del viento, tan complicado como la nostalgia. Las personas que se olvidan y las que no se sacan, ni a medias ni enteras, que no saldrán y aún no se sabe por cuánto más estarán ahí doliendo, escociendo la rozadura. Esa gota de limón inoportuna que te saltó al ojo y te dejó ciego los cinco minutos del mini reportaje de tu ídolo en las noticias de la tele.
Ya no pasa nada porque lo miras en YouTube o en diferido en el canal web o en tu red social favorita, seguro que de nuevo lo comparten.

Cuántas veces pasará ante nuestras narices aquello que marca la diferencia, pero que no estemos preparados para percibir ni concentrados. Ni siquiera orientados. Vamos y venimos de nuestras historias amorosas y afectivas, familiares y amistosas o de estrechar el vínculo por el roce cotidiano en el curro o en la frutería de enfrente.
Absortos, en nuestro intento de salir adelante, nos vemos pero no nos miramos, como oír sin escuchar un tema que contiene la letra de tu vida. Sin que se den casualidades fatídicas, condenados al desencuentro.

<<¿Cuántos seres solitarios ciegos habrá de estos?>>

Ha de ser que, como con el vino, hay que catar más néctar para desarrollar el gusto por los que tienen más cuerpo.

<<Piensa que tengo buen paladar...>>

Y que me empalagan los crianzas y tengo lengua viperina.

Y un olfato tan fino que, sin fumar, moriría del asco con el hedor que se desprende de sórdidos amores celópatas, que viene en oleadas y se hace mareante, insoportable, golpea, noquea. Se disipa y de nuevo se concentra.
Ese amor ajado antes de madurar que usurpa la libertad a los corazones terrón. Ese que no deja vivir ni vive, lejos, rápido.

Y seguir yendo a vendimiar, a celebrar regando con el zumo de dioses. Retomar, retornar.

<<Dos tintos reserva Ribera del Duero del tiempo, por favor.>>

O eso o...


Pan, vino y azúcar. Queso y vino. Uvas con queso, mi manjar favorito. Ella con sardina arenque y partido de fútbol en la radio.


1 dic 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (VIII)

ABRE LOS OJOS-ABRE LOS OJOS-ABRE LOS OJOS-LO MEJOR DE NUESTRA PIEL-ABRE LOS OJOS-ABRE LOS OJOS-ABRE LOS OJOS- ES QUE NO NOS DEJA HUIR- ABRE LOS OJOS-ABRE LOS OJOS- ABRE LOS OJOS- BORRA EL RASTRO TU DOLOR -ABRE LOS OJOS

Sal de ahí, sabes de quién te puedes fiar y de quién no, en realidad. Hasta tus amigos ahí dentro están envueltos por los cantos de sirena que tú has silenciado con tus matemáticas cantarinas, que te dan una perspectiva más que suficiente de la jauría. Ya sabes que no dicen cosas lindas por la gestualidad, a qué darles el gusto de perder el equilibrio.

Y mientras tanto la vibra es que fuera está lo bueno, aunque haya sido refugio para tu soledad. Se convirtió en una rémora para tu bienestar en el momento en el que te comportaste de una manera decente. Los primeros desmarques de ciertos hábitos.

Ese era el mensaje.

Y el patrón en algunos antros se repite incesantemente. Estoy quizá de vuelta de esto porque conozco estos sitios como cliente, como colega del dueño, como curranta, como regenta, como borracha, como hermana/amiga del pasado de vueltas con las sustancias que la termina montando. Como varias de esas cosas juntas a la vez, incluso.

Una gourmet que huele eternamente mal, entre fogones y freiduría, que odia los menús con pretenciosos y kilométricos nombres de platos, para definir chicha, papa, salsa. 'Sabe más el diablo por viejo', joder, dejaos de bobadas y cocinad algo rico. Lo llamas "el plato putanesco" o como más ridículo te parezca o sencillo de comandar.

Pero no estafes el paladar y verás cómo lo vendes.

No engañes.


Me fío del caníbal, de la nobleza de su hambre.

25 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (VII).

<< LOS PRÍNCIPES AZULES NO EXISTEN, SÉ FELIZ, MUJER; PRIMERO VUELA, ANTES DE ATARTE AL MISTERIO. NO TE DEJES TRAGAR POR LA FE Y EL CHAMANISMO... ENDORFINAS Y EVIDENCIA >>

Después de una tregua breve, comprobado lo fundamental, que sufres y la otra parte calla, solo queda el abandono. Dejar de idealizar, para así poder tirar la toalla.
Ya no estés diciéndote a ti misma que necesitas aclarar. No sirve. Has de volver al punto de partida. Negarlo todo habrá de ser tal vez el camino.

Quizá así, por orden cronológico:

No, no te vio entre la multitud, fue casual y un disfraz loco como avatar.

No, no pretendía advertirte ni salvarte de nada. Simplemente se sentía solo. Verdaderamente te habló por privado "a lo que surja".

No te sacó de allí y, en realidad, él tampoco se había ido.

Seguimos rodeados de gente mala, eso no ha terminado. Ni terminará, obviamente, nunca.

No, no es un ser infinitamente sensible, ni tampoco lo contrario. No te lo flipes, no tienes ni idea de quién está detrás de los personajes de las redes sociales. Deberías saberlo de sobra y haber espabilado desde la primera vez que te jodieron ahí, decepcionando con sus dobles caras. Para trabajar la fobia social hay que dejar de poner las expectativas por las nubes. Porque no, efectivamente, no sabes de los problemas de la gente ni ellos saben los tuyos. Y siempre cuentas de más a la persona equivocada.

No, no era verdad que era igual fuera que dentro. Fueron horas, pero lo viste. Ahora no sabes absolutamente nada de él. Es lo que tienes que pensar.

No es el personaje que creó y no sabes con quién estuviste en junio. No hablasteis, no puedes seguir enamorada de alguien que no conoces. Si no conoces, no confías. No puedes entregarte así, eres más frágil de lo que te gusta reconocer.

No, esto no son mensajes a la desesperada, buscando una respuesta o reacción que no llega. Ya sabes que no. Ya lo has comprendido, que no llegará. El tiempo es inexorable y siempre me ha vaciado de romanticismo esa ínfima certeza.

Es cierto que no ves el horizonte con él, quizá porque no lo hay.

Ni platónico ni tangible, hablar de responsabilidad en las cosas debía haber sido el punto de no retorno. El fin de los ofrecimientos. No lo quisiste ver. Pero te parece deshonesto dejarse querer, no detenerlo con franqueza, porque de ahí ya, entregada a la irracionalidad del deseo, no has podido parar, hasta el día de hoy, con esta carta, de hacer chiquilladas y piruetas para conseguir algo que no llegará. Y no llegará no porque la propuesta no le sea apetecible a casi cualquiera, sino porque ni siquiera la valorará.

No la cree ni la vislumbra. No sabe, no has podido contar. Ya no quieres. Todo está viciado. Sabe mucho más de tus padecimientos de lo que querrías. En realidad tú la has cagado.

No eres quien cree pero ya da igual todo.

No sabes qué piensa en realidad sobre ti. Pero ya da igual todo.

"La realidad está distorsionada"; no estás hecha para vivir en el "quizás, tal vez..."

No es tu chance. Te sacó del ensimismamiento y parece que considera que su "misión" está cumplida.

No eres novata en las lides del flirteo, sí en caer en las garras del deseo extremo, intenso. Te lo sacarás, recuerda tu resiliencia. Con eso cuenta él, otra vez cínico, lo ves, como aquella noche con la noticia del divorcio.

No quieres ya ver en sus cagadas, hechas palabras que confunden, un amor que oculta, para que no hagas planes con él en tu cabeza.

No, claro no es. Tú sí. Otra vez con la misma canción. Ni quiero ni puedo.

<<No, no soy una pequeña mamba, ya crecí.>>


21 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie. (VI)

21 de noviembre de 2019; DÍA 9 SIN SABER DE TI: DEMONIOS Y ESPEJISMO.

Tras el hielo, que vino de la mano del huracán, duerme el volcán. Solo subyace la actividad térmica, profunda, bajo mi piel. Mi sensualidad sublimada, de estado gaseoso a hielo, sin pasar por la condensación del gas, ha frustrado la destila del amor. No hay perfume a deseo carnal puro, todo huele a ausencia, al contrario.

Del deleite del chup chup de la sopa de marisco al plato de plástico precocinado.

Todo monótono a mi alrededor, no podían tardar en aparecer las dudas.

Te busco. En los sitios donde nos picó la bicha de la curiosidad por el otro. No sé, no puedo saber si estás oculto entre las sombras. 
La nube de murmullos lo pregona en un rumor constante. Tu ausencia y tu disfraz de incógnito. 
Nunca fui de dar crédito a los rumores, pero este me inquieta... por mi propia e innata ingenuidad.

Se cruzó en nuestras vidas una batalla ajena en la que yo me trencé incauta.

Y de pronto, esa maraña a punto de desmadejarse, en los últimos nudos desenredados de mi melena al viento, me susurra que acuda una última vez a tu morada antigua: "Algo se te ha escapado...
Él no sabía que eras una renegada. No sabía que eras como El Extranjero en esa red de vanidades. Que estabas de vuelta. Que eras la hija pródiga. 
Que volviste a dejarte abrazar por la brasas, a la desesperada."

Entretanto, entregada a la banalidad del olvido, bajé la guardia. 
Mucho. Tu oportunidad no habría estado ahí tan sólo unos meses antes.

He descubierto una grieta. Cegada por el calor del volcán que despertó o confiada inocentemente, cordera colega de lobos, ahora todo es confusión.

Me engañé o me engañaste. Esto es cruel y vano. "No te lo hagas, Ray"

Hay una tonelada de lodo sobre mi deseo. Quiero saber por qué ha pasado todo. No elucubro, busco a mis semejantes: los esclavos del amor y el placer.

La curiosidad innata de la gata, la que la mata. 
Entreabrí la puerta, con la esperanza de que rondaras por la entreplanta, porque nada tiene sentido y veo que se me escapan las ganas, que estas manos no pueden atrapar al escurridizo salmón.

No sé nada. Estoy en el punto de partida, reconstruyendo la historia.

Cada vez más confundida, el hielo se agrieta y la cadena del frío tiene fallas y oscilaciones térmicas. Se estropean las mejores cualidades del producto, tal vez.

Con tanto ir y venir y "no me abráis veinte veces la puerta de la nevera", mami...




18 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (V)

Día 6; 133 horas sin contacto on line contigo. "Fantasmas de juventud".

Ciento treinta y tres horas, justo en el momento de escribir el título de esta carta, de silencio y oscuridad en mi alma, sin saber de ti ni darte música ni mi fuego, que se ha apagado un poco, sin ti.

Pero sonrío al pensarte siempre. Y quiero pedirte que pienses en el último álbum del que hablamos que tenías pendiente desde hace tiempo, y yo te dije que me gustaba su sentimentalismo, y que lo escucho mucho. Y luego te transcribí estrofas en el chat de Whats App mientras yo lo tenía en el pc reproduciendo. Ese día me sentí triste por conocerlo yo antes... y seguramente tú también, o esa impresión me quedó. No esperes más, que te está hablando, soñador mío. Te habla. Te cuenta. Nos cuenta. (Ahora te imagino riendo conmigo)

Yo también me aproximo y me alejo, y digo muchas tonteras. Pero te sigo amando. A pesar del frío helador.

Esta sí la escribí pensando en que leerás, que me echarás de menos...

Pensando en que ya es lunes, y que somos los Nadie a quien se dirigen estas letras y estos alisios, muy enfurecidos, que las rodean en estos días, desde que no hablamos.



14 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (IV)

14 de noviembre de 2019: El caníbal amordazado.* (hilo publicado en twitter el 12 de noviembre)

Nostalgia de alguien, de algo, que ya no está, que ha cambiado. Resistencia a aceptarlo y finalmente duelo. Este camino, he perdido la cuenta de las veces que traté de recorrerlo completo en los últimos meses. Me siento perdida sin él. Pero también con él en silencio.

No me sirve no escucharle. Y no quiere dar ese paso. Escuchando a Millás, sobre que no hay certezas, en la noche del 20 de septiembre del programa de Ortega, siento lástima de las circunstancias en las que le he conocido. Sonrío cínicamente, en la soledad de mi sofá.

Recuerdo cómo nos confesamos lo solos y rechazados que nos sentíamos. Duele tanto todo. Pienso en entregarme a soñar. Soñar que cada noche me cuelo entre tus sábanas y por arte de magia todo desaparece, menos nosotros.
Que volando, con un salto a la luna, desde mi ventana, sea realizable llegar a ti, abandonarme en tus brazos a la verdadera entrega. La complacencia del deseado, los gemidos y el sudor. Las palabras...
Tres segundos eternos en mi memoria, tus susurros en mi oído, el más dulce despertar que alcanzo a recordar. Saber que para ti no es lo mismo. No saberlo. ¿No hay certezas? No. Mientras no lo digas. Mientras no aclares qué fue lo que callaste.
Lo que ibas a decir e interrumpiste.

Los tweets* que nunca leerás. El corazón roto por mil sitios. El miedo a estallar contra el suelo.



12 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (III)

Martes, 12 de noviembre de 2019: El ocaso de la Reina Momo.

Día 1 sin contacto on line contigo. A partir de hoy, periódicamente, no a diario, puesto que romper las vías de comunicación en WA y TW persiguen un fin, que es sacarte de mi mente, obligarme, estas "Cartas para Nadie" están reservadas para ti, amor. Y no. No sabré si las lees o no. Ni nadie más que yo sabe quién eres tú. Nadie eres tú, en definitiva, de ahora en adelante. Te cambié el nombre, ya tienes otro modo nuevo de referirse alguien a ti, para que lo guardes entre tus recuerdos.

Porque me sigue apretando la fresa sólo el susurro, sólo las palabras escritas "latir juntos". No puedo, no me lo saco. Y sé que la única manera es ser radical. Incluso inmediatamente contactar con quienes quieren saciar mi sed. De manera mucho más prosaica que vos, sí. Pero sin sentirse culpables por ello ni hacerme a mi papilla por el camino.

Como dije donde no podrás leer: Algún día me llegaré a tu vera. Y entonces te ofreceré mi mano y mis labios, de nuevo. Todo mi ser será tuyo, si lo quieres y el futuro brinda la oportunidad. Pero ahora tengo que hacer un paréntesis largo. No puedo ni debo estar a tu alcance. Algún día comprenderás que yo también siento a mi manera y reservo lo mejor siempre para el tú a tú. O tal vez no. Pero espero poder sonreír al pensarte, aunque hoy no sea capaz todo el rato.
No estés triste, si por lo que fuera llegaste aquí. Cambié de bar. No es tan difícil volver a charlar sobre rock algún día, volver a reconocernos solos, entre la multitud. 



Te sigo soñando.


22 oct 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (II).

Hoy, 21 de octubre de 2019, aún por unos minutos cuando comienzo esta entrada, ha sido el octavo aniversario de mi boda.

Estoy un poco meditabunda con este tema. Ayer, casualmente también, era el primer día del resto de mi vida iniciando una jornada de lunes, comenzando la semana, sola con mis hijas. Ya había dormido sola desde el viernes.

No. En realidad, no es verdad. Dormir sola, aunque, por decisión propia, en el sofá, lo llevo haciendo muchos meses. Desde primeros de abril. Coincidiendo con la primera campaña para generales de este año moribundo.
La cuestión es que estar activa y ocupada es lo que necesito. Y pensar en lo nuevo, en otro estilo de vida, ritmo y proyectos profesionales y personales, me lleva a un estado de bienestar desconocido. 
No, tampoco. No es cierto. Es olvidado, porque muchas veces en mi vida he llevado a cabo, decidido, sopesado, proyectado. Soy una verdadera emprendedora. Decidir por mí misma y tomar decisiones de peso no es nuevo, en realidad. Y es mi esencia y mi carácter, desde temprano. Muy pronto tuve que salir adelante por mis medios.

Y aún así, muy precoz, sí, pero me vi obligada. Ni soy una heroína ni habría escogido esos caminos, en los que acerté y también erré, con buenos batacazos en ocasiones. 
Necesitaba salir adelante. 
Si necesitaba salir de un sitio para ganar mejor jornal que en otro, también lo hacía. Por cuenta ajena, bocazas y exigente con mis derechos, pero no denunciaba, tampoco. Y tragaba. Para salir adelante. Me irrita, lo reconozco, el drama ahora con la gente formada, con estudios, que tiene que salir fuera a currar. No es lo ideal ni lo deseable para el progreso, pero... hay que salir adelante. Forma parte de la lucha y el aprendizaje vital.

En mi juventud viví el que mis jefes, los más enrollados, cuanto más sabían de mi precaria situación, con una menor a cargo y lo putas que las pasaba para pagar la factura del gas y la de la luz, más se aprovechaban. Para mi desgracia, llevo muy mal la tiranía del empresario medio, porque bien mandada siempre he sido. Y rebelde cuando me tocan la moral por un salario de mierda, también; pero a mí que me manden con respeto. 
Así que, de nuevo para salir adelante, necesitaba ser autónoma y así conseguir cómo seguir pagando las facturas, ergo me puse por mi cuenta. Tuve que traspasar los negocios y los traspasé. 

Hubo oportunidad de hacer la locura de salir de la cuna castellana en quince días para dar el salto a una islita en el Atlántico y cambiar radicalmente de vida, con todo lo que suponía dejar atrás. Pero también un sueño que meses antes se antojaba inaccesible, irrealizable. Lo hicimos. Para salir adelante.

Y es por esto que, de entre las cosas que hoy olvidé, junto con que hubiera sido nuestro octavo aniversario, el primero que nadie felicita ni celebra, espero esté el rencor por las palabras pronunciadas meses atrás. 
Es otro cambio, otra perspectiva, que obliga a perdonar para avanzar.
Pero se adormece y cicatriza la herida, nada más. No lo podré olvidar, por la sensación de llevar durmiendo sola mucho más tiempo. Cuatro años, más o menos, desde que las mellizas dejaron de mamar y colechar.

Un dardo en particular clavado profundo, que dejaré en esta carta por escrito, es decir que cambió de cacho de tierra y de vida por mí. Nunca pedí tal cosa. No, no es cierto. 
Mis planes de irme eran muy anteriores y no le incluían porque contaba con que no querría él tal desarraigo. Y yo jamás le habría pedido tal cosa. Le amaba. Desde lo más profundo de mi corazón lo amaba. 
Soy temeraria y nunca se me ha dado bien sopesar los riesgos con los amores complicados. Nuestro amor fue dificilísimo, lo teníamos todo en contra, nuestras familias tiraban todo el rato misiles a nuestra sólida base. Hecha contracorriente y muy robusta, aún así, sufría demasiados embates hostiles; allí no habría durado otros once años. Qué va.

Aquí encontramos nuestro lugar. Pero le esperé, siempre. Me salieron oportunidades, tenía amigos en la isla. 

Fue púrpura mi dolor al oír tal cosa de su boca. Siempre hablamos de un amor sano, sincero, sin mentiras. Con fecha de caducidad. Me sentí tan engañada en ese momento que se me antojó otra faz a mis ojos. Alguien, desconocido para mí, me ha hecho sentir prisionera durante meses de mi decisión de no seguir adelante con la muerte en vida.

Más vieja soy y no entiendo nada, cada día menos, a esas personas que hablan de amores de cincuenta, sesenta años, etc. de manera entrañable. Ese amor se me antoja fraternal y con el ascua apagada, al menos en un tramo muy extenso de la trayectoria recorrida. 
Bravo por los valientes. A mi me gusta la intensidad de la vida para no querer morirme. 
No conozco casos de largometraje que después de más de diez años estén follando aún por las cabinas en plan 'Amor a Quemarropa'. Y aún entiendo menos a las que nunca en la relación han follado así. Pero cada uno sabe lo que se hace, digo yo.
Y lo que quiere. Para... ¿salir adelante?

A finales de abril fue aquella mañana en la que volví a sentir fuego en mis entrañas. Aquel ventidós de abril en que de nuevo me sentí mujer, deseada, VIVA
No una ameba con patas apática y que ya solo respondía a las muestras de afecto de mis hijas. Y con dificultad. Y aterrada por dañarlas con mi hielo seco.

No debimos hacerlo, no debí hacer callar a mi instinto que gritaba en mi cabeza cuando empezaron a entrometerse en lo de "firma en el juzgado y asadero en casa", mi idea inicial tras aceptar el reto. 
Me regaló de pedida un óvalo tallado de ojo de tigre, precioso, engarzado en una filigrana de oro montada sobre madera de coco. Maravilloso, muy yo; de cuando aún me amaba y conocía bien.
No me perdono todo lo que toleré ese fin de semana. Me encuentro hoy, ocho años después, olvidando el día que era hoy. Los recuerdos de la celebración se tornaron amargos.
Porque cuando hay desencuentros y momentos agridulces en un día señalado y trascendente en tu vida, en el que todo debería ser azul cielo, se pone todo en la balanza. Y hoy es el día que pesa mucho más lo malo que lo bueno. Todos aquellos tics, despropósitos, el mal rollo latente entre dos mundos... 
Porque también en esto cedí y me traicioné. 
No debí esperarle, para que no me reprochara nunca habernos ido juntos por mi causa.
No debí ceder; no debí decir que sí a casarnos, algo que siempre sostuve desde muy temprano que no haría, especialmente desde que ya mi mamá no iba a poder verlo. Para que hoy no fuera un día olvidado por mí pero importante para él. No en vano, nos casamos casi once años después de iniciada la relación y el motivo por el que accedí fue mi deseo de ser madre. Boda civil para proporcionar seguridad jurídica a mis hijas, que llegarían dos años después. Ese es el único motivo para no arrepentirme ahora del todo. Ellas. Un motivo gigantesco y maravilloso, paradójicamente. 

No entiendo nada. Pero me siento libre de ser yo. No entiendo lo de la gente que dice cómo han de ser las cosas entre dos para que vayan bien. Entre otros dos que no son ellos. No entiendo ser la parte que más lucha por una decisión que es del otro guerrero y que con tanta perseverancia trató de hacer de los dos. Tal vez no era una decisión, sino una tradición, convención o peor: una ilusión en un espejo. Falsa y dolorosa.

Supongo que hay que seguir caminando y escogiendo opciones en los cruces de las sendas.

Ahora buscando la intensidad y el fuego, porque él está lejos pero en mi cabeza y sigo transitando y trabajando la templanza, escuchando su música del alma, que es la mía también, porque me la mostró él.

Veo desde aquí sus ojos encendidos mirándome, que guían mis pasos temerosos. Paciencia, excitación animal, ternura, remolinos de recuerdos. Sus ojos y sus manos. Las certezas de la piel junto con las frustraciones del corazón taquicárdico, tras años de amordazar unas emociones que sin ataduras se desbocan.

-Aquella despedida fría, contenida y confusa>>


Con un soplido me desarmaría, si fuera el fin perseguido. Paciencia. Él sí entiende lo que necesito. Que el amar no sea problema, eso necesito, en eso entreno, allí voy.

Porque amar no es depender de nadie.
Porque el amor es el medio y es el fin.

El amor que yo quiero en mi vida es platónico cuando espera, resiliente y sosegado. Y erupción de deseo y contemplación de lo bello del placer del otro, cuando haya reencuentros necesarios, en la medida en que el amor viva y perdure. 

<<No soy transparente ya. Y si vuelvo a serlo quizá, será por accidente, espero.>>


Saliendo de las sombras, hacia la luz y la alegría. 

<<Seguimos>>.