Las cosas que me dijiste...
Las cosas que me dijiste son las que no puedo olvidar, maldito.
Sobre mis ojos. Sobre mi cuello lindo. Leer que no te sacabas a la Reina M. de la cabeza. La cagaste tanto... Y lo sabes. Lo de que estaba bonita a tu lado al despertar. Hasta aquel momento bajo que tuviste. Todo. Tu manera de mirarme y de negarme tu mirada también. Sabes que no fuiste inocente y que cruzaste la línea. Sabes que si te hubiera abrazado antes de irte, cuando me pediste que no lo hiciera para que ella no me oliera, hoy quizá estas amargas palabras no serían escritas.
Sabes que huiste del segundo encuentro y que yo no esperaba que tú me dieras la esperanza sobre eso, cuando lo hiciste. La has cagado tanto. Es mi sueño, mi percepción, lo que quieras. Quizá mi nuevo y personal, por fin, duelo por el amor perdido que se aleja. Y dejar atrás otro muy largo, de una pérdida sobre cuya desgracia no tengo yo responsabilidad, al menos no en exclusiva, y que pasa de los veinte años, con la Gran Mamba.
Pero definitivamente este es mi sitio personal. Aquí es mi punto de vista y mis fantasías, donde transcribo lo que me pasa por la cabeza. Escuchando otras historias en canciones o leyendo cachitos de vida de otros en las redes.
Es tan injusto que seas tan cobarde de no paliar el dolor con un contacto agradable, que no sea áspero para mi alma. Que cuando no sea el silencio, porque te reprocho tus mentiras, sea comunicar que me voy de ti, enamorada, y contestes entonces. Pero me odio por disculparme por entrar en tu vida o por irme del modo en que lo haga, así sea envuelta en ira y llamas. Porque tú no eres mejor. No eres capaz de disculparte, por entrar en la mía y querer ser menos responsable de lo que lo fuiste en este amor que nació en mi pecho y mis entrañas. Todo lo basaste en aquella sentencia:
<<Lo que surgió entre nosotros habría surgido igual>>
Ahí ya no hablabas sólo de compartir en encuentros sexuales, y lo sabes. Todo.
Lo sabes.
Como yo supe, sin hablar. De la tragedia del momento intenté sacar un bello recuerdo y todo se malogró y tuviste que volver a definir. ¿Pero el qué? ¿QUÉ IBAS A DEFINIR en Diciembre, seis meses después de estar mintiendo? Y otros seis más, que dejaste pasar hasta que te mostraste sin careta. Dolió y mucho. Pero me redime en mi ingenuidad perpetua, aunque eso tal vez signifique que eres un gran comediante.
Tragicómico mío, mi amor. Siempre recordaré por qué escribo otra vez. Esa es la diferencia sustancial. Y que a ti te digo que no sabes en realidad nada. Pero de mí. Pero porque no hace falta para saber todo. De lo otro. De lo nuestro.
Todo esto lo sabes, como cualquiera que haya podido juntar cuatro piezas de nuestra historia, mi montañero. Mi Nadie.