Caer por un barranco con el coche o el camión en marcha. Thelma y Louise. Sarandon y Davis. Keitel y Pitt.
Caer al vacío, atrapada en un ascensor de rascacielos, desde una planta muy alta, al cortarse los cables. Speed. Reeves y Bullock con Hopper.
Abuso sexual e intimidación de miembros de la familia.
Ridículo delante de mucha gente que mira a Momo, centro de atención, a su pesar.
<<Baile de máscaras, la versión más sátira de Momo... y de pronto alguien reconoce sus ojos tras el antifaz de Catwoman de verde... Está al descubierto, desnuda, quiere huir y lo hace. Pero esta vez la influencia del vampiro es tal que vuelve a su morada a buscarla. Entonces dice "¿Puedo pasar?" y ella abre al ser de quien huía...>>
Piernas inmovilizadas. Dientes que se pudren. Memoria frágil que se rompe. Ausencias insuperables, más que la de la Gran Mamba, ahora hay dos que evitas, luchando por tu propia supervivencia, a sabiendas de lo que supone la pérdida de luz y guía, de afecto incondicional y apoyo. En sus propias carnes. Momo y el tiempo de amar. Que se va de donde el odio impera, huye de ese contagio, remolino de emociones turbias de las que solo puede escapar no estando allí.
Ser víctima eternamente. No serlo es la meta para la Niña Momo. Dócil en su andadura en la infancia, arremolinada por los estragos de su minoritaria condición y por las altas expectativas, llega rebelde y vehemente a la adolescencia. Se indigna, pelea y empeña en soltarse de los machos que delimitan su vida, sus deseos y sus sueños. Para entonces la Gran Mamba está muy enferma. Y muy cercana, a la vuelta de la esquina, una pesadilla frecuente en sus noches. Perder la autodeterminación, tener que cambiar de planes. Completamente. La bofetada de realidad se llama perder a tu muro maravilloso, a quien no quería para ti lo que pasó después.
En sueños y despierta, durante mucho tiempo de duelo, para sí misma o verbalizado en voz alta, Momo se decía "Si madre levantara la cabeza, lo que los hacía...". De nada le servía ni siquiera para sentirse mejor por unos instantes. De hecho lo más habitual era ponerse a llorar, después, por la plena conciencia de que su madre no iba a levantar la cabeza. Sus cenizas estaban esparcidas en los enclaves que ella dejó dicho como últimos deseos en caso de fallecer.
La niña Momo piensa aún en aquellos días como recientes. La última vez que estuvo en su ciudad natal, vio desde un edificio colindante el solar del Antiguo Hospital General Yagüe, "las 300 camas", donde su madre expiró en su presencia. Demolido. El tiempo y el espacio, sin embargo, siguen solapándose en los sueños de Momo.
Cuáles pesadillas asustarían más a una escéptica como Momo, cuando la realidad se empeña en que tus sueños sean mucho más agradables, incluso con un psicópata que los rondara. Incluso con un millón de cínicos de película. Incluso padeciendo insomnio.
Solo querer dormir. O bailar. O escribir. ¿Mejor que salir a la vida? Ajá. Diste con la mayor pesadilla de la Niña Momo.