11 oct 2021

Yo, ella, Tú, él. Ex. Y Nadie.

 Estaba helado. Exactamente igual que ella, meses atrás. Pero aquella noche Momo no estaba helada. ¡Qué va! Está tercamente autoconvencida de que, lo poco o mucho que durmió, lo hizo erizada, húmeda y empitonada, como lo estuvo el resto del tiempo que recuerda estar despierta, con él a su lado. Asustada sí, también, y mucho. Le imponía respeto por múltiples razones. Le consideraba alguien de quien aprender mucho y bello. Incluso nuevas formas de amar, desconocidas para ella y análogas a las ya exhibidas para seducirla a distancia. No se dio, porque el miedo era un poco excesivo, por lo de la conversación telefónica a primera hora de la mañana anterior, poco antes de que ella volara. 

Tampoco era algo tan fácil de descifrar o explicarse, más allá de la evidencia de que correrse juntos a la primera es el bulo hollywoodiense más dañino en la educación sexual de varias generaciones del Posmodernismo, - como época temporal, aclaración necesaria -. De manera que, la valoración posterior de la cita en función de criterios de éxito o fracaso, cuando apenas pasó nada, delata a no pocos embusteros y embusteras de grandes batallitas contadas. Por eso las risas y las ternuras inmediatas de Momo, por la salida de pata de banco de valorar aquello como un "Aquí te pillo, aquí te mato" vulgar y cualquiera. Cuando lo que sucedió fue un evidente bloqueo recíproco, una escena de cama de tímidos enamorados apabullados por una situación impensable, quizá ya para ambos en sus vidas maduras. Había razones de peso para lo sucedido. Y ella, la más joven de los dos, se los esgrimió con buen humor y naturalidad. Otro shock para él, esa actitud desenfadada ante tamaña demostración de ingenuidad, que remató días después, confesando que era la primera desvirtualizada después de varios zorreos.

Acojonados, dicho en plata. Ambos, pero uno solo negando la realidad.

<<Lo de "unos cardan y otros cargan la lana". 

Refranero de la Gran Mamba siempre a punto, in my mind...>>

 Momo sonríe mientras teclea o manuscribe sobre esa decisiva experiencia vital de días ya cada vez más lejanos. No reniega de la transformación y de la muda de escamas, derivada de aquello entre otros eventos vitales trascendentes de ese año. Pero discrepa de la creencia de él acerca de su posición en el pódium.

Para ella, el hecho de estar registrando estas vivencias por escrito, fuere en el pc, el smart phone o el papel, es el principal evento a resaltar de ese año mítico. Como decisión inapelable e inamovible:

"NUNCA DEJAR DE ESCRIBIR"

<<Me moría porque no escribía ni bailaba. Y jamás volveré a dejar de escribir y de bailar tantísimo tiempo seguido en mi vida. El Caníbal fue La Chispa Adecuada, para descongelar y armar los sentimientos. Pero hacía meses, antes de encontrarle en mi camino, que las decisiones estaban tomadas y la pira lista, a tope de leña y queroseno.>>

Lo imperdonable y que le hizo preguntarse: "¿Qué viste en él, Momo, para subirle al pedestal de preferido, tú que no tienes problema para amar a variedad y recibir también de diversos amores?"
Tan sencillo como el esconderse. Antes y después de la respuesta madura y de aceptación de ella en el adiós. Reprimiendo contarle en ese momento el daño que le estaban causando sus palabras escritas, no oídas. Hacía mucho que no le oía. Todo hielo. Estaba helado otra vez y así se relacionaba con ella, en los escasos lances en que se cruzaban ya, quemando como el nitrógeno líquido.
Recuerda Momo que las semanas después .- y hasta prácticamente el día de descubrir la otra morada.- se recreó en el dolor al volcarlo en las letras, muchas veces. Pero era legítimo hacerlo así para ella. Este siempre había sido el sitio de su refugio, su principal terapia que alejaba sus demonios más crueles. Por qué no de la herida sangrante del desamor y el despecho, con más de cuarenta ya, doble trauma por el hielo de salida también del divorcio. Del duelo eterno. Y también de la alegría creciente por ver ya clara la dirección ulterior, de la mano de la inocencia y la curiosidad vibrante de las mambitas. El flujo sanguíneo bombeando a tope, ya late su corazón con limpieza y sin deseo codependiente y nocivo para la propia salud. Del cardio, del buche y del alma. Ahora, no obstante, se enorgullece de su comportamiento honesto de tomar distancia, hacer lo correcto y escribir aquí. De su reaparecido estoicismo, de no rondarle ni llamarle, de solo dos mensajes privados a modo de despedida, una en junio, iracunda por motivos obvios, otra en septiembre, por creerse de nuevo enamorada al estilo prisión monógamo con el catalán fiasco.

(El tercero ya no cuenta: la tira de tornasol viró a ácido y el amor a odio. Fue el anuncio de la revancha, literalmente.)

<<Necio soberbio, Tú, Él, Nadie. Pensarme incapaz de dejarte ir. Lo que soy es toda amor propio y dignidad, y lo que no te puedo consentir es que seas un desagradecido. Por todo el tiempo que te oculté, aunque no fuera hasta caer muerta. Todo ese inmerecido tiempo extra para que expliques ahora tus actos. Por cerrar moradas que tenían tus huellas y cauces y vías de llegada a ti. Por borrar todo y quedarme solo con lo que yo he escrito. Puesto que mías son todas las letras vertidas en la vasta red que desde mis dispositivos emanan. Para mal, sí. A veces para mucho mal.>>

Momo sabe cuándo ha cruzado la línea. Sus vilezas han sido conscientes y asume su responsabilidad. 

<<Pero también las letras para bien. Todas las que hay que han salido de sentimientos buenos, honestos, sinceros, reales, literales, irónicos o cuentos imaginados, soñados de noche y narrados de día. Pero que a alguien que lee, entretienen, gustan, excitan, calman, entristecen, emocionan. Sanan. Incluso inspiran, re inspiran y alimentan su fe en necesitar comunicarse...>>


 

Sí. A Momo misma.

Ex. Ya es completamente ex y hoy Momo está feliz y se siente mucho más libre por partida doble.
La ira se aleja.

Salud, amigos, amigas y amigues.