11 mar 2022

Narradora omnisciente.

 Ha seguido tus pasos, al igual que tú tomaste el ejemplo de la trayectoria vital materna como guía en el camino confuso, como antiniebla que alivia un poco la angustia de la incertidumbre. No saber qué te toparás en la senda e ir en vanguardia, por perder a la capitana en una tormenta anterior y precoz.

La flor ha dado su fruto, y es una casualidad del azar, -o tal vez no-, la coincidencia de años entre las tres generaciones. Tal vez no. Quizá verdaderamente tenemos una alta capacidad para aprender de lo que nos rodea e intentamos tomar las decisiones sopesando los hechos que nos llevaron hasta la siguiente intersección.

Sea como fuere, la realidad que se presenta ante los ojos toma forma de ciclo, al representar gráficamente en la cabeza la línea del tiempo. Las líneas. Sois cinco, cuatro generaciones distintas. 

Tantas vivencias para siempre en la memoria. Todo lo que ha caminado y volado ya, dando saltos, buscando su lugar en el mundo. 

El vértigo se apodera de ti, es una Sierra, no sé si Picos de Europa, Pirineos, Demanda o los Alpes... No. Nada de eso. No es Europa. Ni los Balcanes ni los Urales, ya estuvo allá donde no se pone el Sol. Pero ni siquiera Eurasia. Son los Andes. O las Rocosas... Es América.

Es un continuo vaivén de la alegría al lloro. Pero a vista de pájaro. Desde las cumbres volcánicas planear las pardelas sobre el océano azul y posarse en la roca picuda que recibe agria a los seres que cruzan, en búsqueda temeraria y a la desesperada. De una vida mejor tras el Sol de Poniente.

Y cuanta más altura más visión, cuanto más tiempo narrando lo que se ve, más perspectiva y sosiego. Las incertidumbres seguirán estando pero el tiempo vivido aumentará la conciencia sobre lo que se puede abarcar.

<<Vuela de nuevo. Pero ya es la hora de que narre ella sus propias aventuras...>>

Es la hora, todo se va estabilizando, queda menos. Para llegarse con el salitre atlántico al continente, de visita. Ya ha llovido desde la que liaron en 2018:

<<¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estáis? ¿Qué tal todo? Arreglemos lo de mamá, es tiempo. Su hija mayor y principal valedora, junto con la pequeña [Flor del Dolor], ambas lo reclaman. El nido que su padre quiso que perdurara. El bisabuelo de las mambitas estaría feliz, ese es el objetivo. Está allí enmarcado, al fondo. El deseo de mamá es que las raíces de las conejeras tengan un cachito guardado bajo un techo de Gamonal, que un pastor de los Campos de Castilla quiso dejar a su prole .>>

 


<<Una barca en el puerto me espera,

no sé dónde me ha de llevar...

No ando buscando grandeza...

solo esta tristeza deseo curar>>

El Extranjero |  Pequeño. | Búnbury 1999.