26 oct 2022

Saldo.

 Poco más de dos semanas quedan y ya es hora de hacer inventario del año transcurrido, antes de volver a relacionarse con normalidad pero desde el anonimato y ataviada con disfraz.

Las relecturas de rigor, para observación propia de los patrones de conducta, en esta autoterapia de desbordamientos textuales de ira, que evitan verbalizar en voz alta sapos y culebras con inocentes analógicos...

Aún hace nada estabas escribiendo con despecho y frustración evidente sobre el vampiro. Y lo recuerdas a menudo, en tu día a día. Sin embargo, tener la capacidad para reconocer que hablar de obsesiones y malas folladas en un pueril pique aún de alguna noche de verano en que te sentiste sola, es masticar la realidad de un desamor mal gestionado por ti misma. Tu error, tu responsabilidad. Tu madurez de que acaban ya aquí las referencias literales a aquello, porque todo lo que empieza tiene un final.

<<Paz es esto y sé que dejarme llevar fue un error inevitable, hoy. El pasado no cuenta como peso ya, sino como aprendizaje. Uno más, otra pieza del rompecabezas que, virada, ahora encaja en el sistema de valores>>.

Madurar la enajenación mental pasajera de flipártelo como una adolescente con un rollo de sexting que te tomaste muy en serio con un señor. No. Déjalo. Ya no sigas en esos términos. Aunque primero te describa a ti y a tu lado oscuro detestable y blablabla…

<<Apps para follar...>> 

Espera un poco más, para eso. A tener un poco más de experiencia acumulada en la nueva andadura y estabilidad laboral, que sabes que siempre llega por cuenta ajena porque eres una curranta fetén. La rifa y eso. En cuanto por tu tesón y valía seas un poco más conocida en el "circuito" insular para asegurarte cambiar a mejores condiciones cada vez, como en el primer periodo.

Lo tocas con la punta de los dedos, la independencia y manejo de tus recursos de forma autónoma y libre, para poder construir la red de seguridad que quieres para las mambitas.

<<Tan orgullosa de ti.

Tan feliz.>>

Hay mucho que hacer, es hora de ponerse el antifaz y dar la vuelta al reloj de arena. 

Porque comienza la cuenta atrás de nuevo, esta vez para que entren la luz y el aire, bien ajustado el chaleco antibalas del amor.