Llegando.
Llegándome.
Se cierra ya el círculo, quedan días para la vuelta al Sol completa.
Los límites del desbordamiento, la acción de la tensión superficial.
Corte.
<<Cógela♫ y córtala♪
y ya♪>>
(Lo pillo, Rosalía. Y me emociona esa conexión mental entre dos personas que a distancia y en distintos tiempos tienen la misma concepción del arte en dos disciplinas distintas, ella hablando de pistas musicales, tú de párrafos y frases crípticas e inconclusas, en las que solamente queda la esencia de la acción verbal que define los actos a los que te refieres, pasados, presentes, futuros, reales o imaginarios)
Abrupta disrupción en la senda, te has topado con una vía cortada en una de las salidas que escogiste. Ahora qué. Pues seguir caminando, campo a través hasta dar con el camino que recupera la conexión con la vía principal antes abandonada.
La sorpresa, por desagradable que sea, trae aparejados nuevos estímulos y un florecer de múltiples nuevas incógnitas. Recién estrenada la depresión en el valle, otra vez salta hacia arriba el terreno, de nuevo hay a la vista una colina con una cumbre que explorar.
Él se queda atrás de repente. Ha perdido toda importancia. Eureka, lo has conseguido.
Ahora lo que no es amor puro queda en segundo plano sin esfuerzos cuando la encrucijada exige unos niveles de atención y empeño que obligan a olvidarse de lo que no es primordial.
No. No se queda él. Se quedan todes, atrás. Todas las personas que fueron y que pusiste por delante de ti sin merecerlo y todas las que, mereciendo tu dedicación y cariño, lo valoraron pero ya no están.
Nuevos puntos de partida.
Sendas abandonadas a las que quizá vuelvas o no.
Capítulos de amores que quedaron en platónicos sin revolver ni tan si quiera empezar a contar... porque en realidad ni lo has intentado y sabes que era muy fácil para ti seducirle. Dos palabras habrían bastado pero jamás se las susurraste. Escogiste no hacerlo. En seis meses ha habido tiempo y oportunidades de sobra.
<<Has ganado. No has actuado como ellos esperaban...
Y deseaban.>>
Lo mejor es irse sabiendo casi todo lo que tenías que saber. Y que además apenas nadie de allí sepa que terminaste el puzzle, antes de despedirte.
La elegancia se demuestra andando, una de las frases de cabecera de la Gran Mamba, revelándose como metáfora existencial.
Del hacer en lugar del decir que vas a hacer.