25 nov 2019

Cartas sin destino, letras para nadie (VII).

<< LOS PRÍNCIPES AZULES NO EXISTEN, SÉ FELIZ, MUJER; PRIMERO VUELA, ANTES DE ATARTE AL MISTERIO. NO TE DEJES TRAGAR POR LA FE Y EL CHAMANISMO... ENDORFINAS Y EVIDENCIA >>

Después de una tregua breve, comprobado lo fundamental, que sufres y la otra parte calla, solo queda el abandono. Dejar de idealizar, para así poder tirar la toalla.
Ya no estés diciéndote a ti misma que necesitas aclarar. No sirve. Has de volver al punto de partida. Negarlo todo habrá de ser tal vez el camino.

Quizá así, por orden cronológico:

No, no te vio entre la multitud, fue casual y un disfraz loco como avatar.

No, no pretendía advertirte ni salvarte de nada. Simplemente se sentía solo. Verdaderamente te habló por privado "a lo que surja".

No te sacó de allí y, en realidad, él tampoco se había ido.

Seguimos rodeados de gente mala, eso no ha terminado. Ni terminará, obviamente, nunca.

No, no es un ser infinitamente sensible, ni tampoco lo contrario. No te lo flipes, no tienes ni idea de quién está detrás de los personajes de las redes sociales. Deberías saberlo de sobra y haber espabilado desde la primera vez que te jodieron ahí, decepcionando con sus dobles caras. Para trabajar la fobia social hay que dejar de poner las expectativas por las nubes. Porque no, efectivamente, no sabes de los problemas de la gente ni ellos saben los tuyos. Y siempre cuentas de más a la persona equivocada.

No, no era verdad que era igual fuera que dentro. Fueron horas, pero lo viste. Ahora no sabes absolutamente nada de él. Es lo que tienes que pensar.

No es el personaje que creó y no sabes con quién estuviste en junio. No hablasteis, no puedes seguir enamorada de alguien que no conoces. Si no conoces, no confías. No puedes entregarte así, eres más frágil de lo que te gusta reconocer.

No, esto no son mensajes a la desesperada, buscando una respuesta o reacción que no llega. Ya sabes que no. Ya lo has comprendido, que no llegará. El tiempo es inexorable y siempre me ha vaciado de romanticismo esa ínfima certeza.

Es cierto que no ves el horizonte con él, quizá porque no lo hay.

Ni platónico ni tangible, hablar de responsabilidad en las cosas debía haber sido el punto de no retorno. El fin de los ofrecimientos. No lo quisiste ver. Pero te parece deshonesto dejarse querer, no detenerlo con franqueza, porque de ahí ya, entregada a la irracionalidad del deseo, no has podido parar, hasta el día de hoy, con esta carta, de hacer chiquilladas y piruetas para conseguir algo que no llegará. Y no llegará no porque la propuesta no le sea apetecible a casi cualquiera, sino porque ni siquiera la valorará.

No la cree ni la vislumbra. No sabe, no has podido contar. Ya no quieres. Todo está viciado. Sabe mucho más de tus padecimientos de lo que querrías. En realidad tú la has cagado.

No eres quien cree pero ya da igual todo.

No sabes qué piensa en realidad sobre ti. Pero ya da igual todo.

"La realidad está distorsionada"; no estás hecha para vivir en el "quizás, tal vez..."

No es tu chance. Te sacó del ensimismamiento y parece que considera que su "misión" está cumplida.

No eres novata en las lides del flirteo, sí en caer en las garras del deseo extremo, intenso. Te lo sacarás, recuerda tu resiliencia. Con eso cuenta él, otra vez cínico, lo ves, como aquella noche con la noticia del divorcio.

No quieres ya ver en sus cagadas, hechas palabras que confunden, un amor que oculta, para que no hagas planes con él en tu cabeza.

No, claro no es. Tú sí. Otra vez con la misma canción. Ni quiero ni puedo.

<<No, no soy una pequeña mamba, ya crecí.>>